El sexto planeta de nuestro sistema solar es, además, el segundo más grande y más masivo de todos los objetos celestes que orbitan alrededor del Sol. Saturno es el más distante que podemos observar a simple vista. Aunque bien merece un telescopio para poder ver los anillos en toda su majestuosidad. Por si no fuese suficiente, es conocido por toda la especie humana por los majestuosos anillos que lo rodean. Fue observado por primera vez por los asirios, allá por el año 700 antes de nuestra era…

Las características de Saturno

Saturno (en color natural) fotografíado en su equinoccio, que tuvo lugar en 2.009. Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute Image

Saturno (en color natural) fotografiado en su equinoccio, que tuvo lugar en 2009.
Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute Image

Saturno es un gigante gaseoso compuesto, principalmente, de hidrógeno y helio. Es muchísimo más grande (tiene 116.500 kilómetros de diámetro) y masivo que nuestro planeta (tiene unas 95 veces su masa). En su interior cogerían unos 750 planetas Tierra. A pesar de todo esto, como quizá sepas, es el único planeta que tiene una densidad inferior al agua. O dicho de otro modo, si tuviésemos una bañera lo suficientemente grande como para poder sumergir el planeta… flotaría (por contra, Mercurio y la Tierra sería los que más rápido se irían al fondo).

Puede que alguna vez te hayas preguntado que son esas franjas amarillas que recorren la atmósfera del planeta… Son el producto del viento ultrarrápido que sopla en las capas altas de la atmósfera. Puede llegar a alcanzar velocidades de hasta 1.800 km/h. El fenómeno atmosférico más intenso que hayamos medido en la Tierra fue un tornado que alcanzó los 480 km/h. Algo posible en combinación con el calor que emana del interior del planeta.

Su rotación y su hexágono polar

Una gigantesca tormenta recorre el planeta en 2.011. Crédito: NASA/JPL-Caltech/SSI

Una gigantesca tormenta recorre el planeta en 2011.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/SSI

A pesar de su tamaño, Saturno gira más rápido que cualquier otro planeta (con la excepción de Júpiter), completando una vuelta sobre sí mismo cada 10 horas y media. Es un movimiento tan sumamente veloz que provoca que sea el planeta más achatado de todo el Sistema Solar, siendo 13.000 kilómetros más ancho en el ecuador que en los polos. Su órbita, sin embargo, es bastante más lenta (casi 29,5 años) que la de nuestro planeta.

Por último, cabe destacar que en el polo norte del planeta se puede observar un hexágono gigante. La comunidad científica todavía no está muy segura de cuál es su origen, aunque una hipótesis (desarrollada en la universidad de Oxford) viene a decir que el hexágono se forma cuando existe una diferencia pronunciada en la velocidad de los vientos de la atmósfera de saturno en una latitud en particular. De hecho, lograron crear resultados similares en el laboratorio cuando hicieron que un tanque circular, lleno de líquido, rotase a velocidades diferentes en su centro y en su periferia. El resultado, la mayor parte de las veces, era un hexágono. Pero, al menos por ahora, solo es una hipótesis.

Las lunas de Saturno

Jápeto, fotografíado por la sonda Cassini. Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute

Jápeto, fotografíado por la sonda Cassini.
Crédito: NASA/JPL/Space Science Institute

Saturno tiene 62 satélites. He hablado de alguno de ellos aquí en Astrobitácora (concretamente, Encélado, Jápeto, Rea y Titán). Como el planeta recibe su nombre de Cronos (en la mitología griega, de Saturno en la romana), el señor de los titanes, la mayor parte de sus lunas tienen nombres de otros titanes y sus descendientes. Así como gigantes de las mitologías Inuit, Gálica y Nórdica. De todas ellas, Titán es, probablemente, la más conocida. Es también la segunda luna más grande del sistema solar (solo por detrás de Ganímedes, de Júpiter) y, hoy por hoy, es uno de los mejores candidatos a poder albergar algún tipo de forma de vida en el Sistema Solar (de hecho, a día de hoy, sigue siendo el objeto celeste con el mayor grado de similitud con nuestro planeta).

Hay muchas otras lunas con sus propias particularidades y funciones. Algunas de ellas orbitan en el interior de los anillos del planeta, como es el caso de Pan, Dafne y Prometeo, y permiten que el material de los anillos permanezca en sus órbitas. Jápeto destaca por ser un satélite con una superficie bastante extraña. Una mitad es muy brillante, mientras la otra mitad es muy oscura. Encélado tiene una gran cantidad de actividad volcánica (de hielo).

Los anillos de Saturno

Aunque el célebre Galileo Galilei fue el primero en observar los anillos de Saturno, allá por el año 1610, su telescopio no era lo suficientemente potente como para poder apreciarlos en todo su detalle. Fue el holandés Christiaan Huygens el que comenzó a vislumbrarlos. Sugirió que existía un anillo delgado y plano alrededor del planeta.

Hoy en día sabemos que Saturno no tiene un único anillo. En realidad, se trata de un sistema de varios anillos, compuestos de miles de millones de partículas de hielo y roca (principalmente hielo, por eso son tan brillantes, a diferencia de los anillos de Júpiter y Urano que, por contra, están principalmente compuestos de roca, y por eso son mucho más tenues) con tamaños que van desde granos de arena a una casa pequeña.

Cómo son los anillos de Saturno

El anillo más grande tiene un diámetro 200 veces superior al del planeta. Se cree que son los restos de cometas, asteroides y lunas destrozadas por la gravedad de Saturno.

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Lo más llamativo, quizá, sea que a pesar de su enorme tamaño (se extienden a lo largo de miles de kilómetros) tienen un grosor prácticamente despreciable, apenas 20 metros. Dicho de otro modo, si redujésemos los anillos de Saturno al tamaño de un folio, su grosor sería inferior al del papel. Los anillos están nombrados siguiendo el alfabeto… por su fecha de descubrimiento (de ahí que su nomenclatura sea, de más cercano a más lejano, D, C, B, A, F, G y E en lugar de A, B, C, D, E, F y G).

La mayoría están relativamente cerca entre sí, con la excepción del anillo A, que está a casi 5.000 kilómetros de distancia del anillo B (en algo que llamamos la división de Cassini). De todos estos, el más grande (y distante) es el anillo E. Es muchísimo más grande que el resto y mucho más grueso (casi 2.000 kilómetros de grosor). Pero está compuestos de partículas microscópicas en lugar de fragmentos de hielo visibles.

La exploración de Saturno

La sonda Cassini en la plataforma de lanzamiento. Crédito: NASA

La sonda Cassini en la plataforma de lanzamiento.
Crédito: NASA

La primera sonda en visitar Saturno fue la Pioneer 11 en 1979, que descubrió dos de los anillos exteriores, así como la presencia de un intenso campo magnético en el planeta (es casi 600 veces más intenso que el de La Tierra). La sonda Voyager descubrió la composición de los anillos, y también envió datos que sirvieron para descubrir (y confirmar) la existencia de nueve lunas. La última visitante ha sido la sonda Cassini. Desde 2004, nos envió multitud de información sobre Saturno y sus satélites. Su misión terminó a finales de 2017.

Por el momento, no hay ninguna misión concretada para visitar Saturno en el futuro cercano. Nuestra atención (en cuanto a los gigantes gaseosos se refiere) está ahora centrada en Júpiter y la sonda Juno. No cabe duda de que, tarde o temprano, volveremos a visitar el planeta más majestuoso de nuestro pequeño rincón estelar. Queda mucho por comprender.

No solo sobre el propio planeta. También sobre su satélites. Especialmente Encélado y Titán, que son dos serios candidatos a poder albergar vida más allá de la zona habitable del Sol. Su estudio nos ayudará a comprender mejor cuál es la posibilidad de que surja la vida en otros lugares de la Vía Láctea. Así que es un sistema al que no le vamos a quitar el ojo en las próximas décadas…

Referencias: Space, Wikipedia