En el catálogo de Charles Messier proliferan especialmente los cúmulos globulares. Messier 11 rompe con esa norma. Es un cúmulo abierto conocido como el cúmulo del Pato Salvaje, y nos permite entender cómo ha podido evolucionar (y formarse) el disco galáctico de la Vía Láctea.
Descubrimiento del cúmulo del Pato Salvaje
El astrónomo alemán Gottfried Kirch fue el primero en observar el cúmulo del Pato Salvaje, en el observatorio de Berlín, en el año 1681. Aunque parece que el primer astrónomo que pudo ver las estrellas que lo componen (algo que, si has leído entradas anteriores sabrás que resulta bastante complejo en el caso de los cúmulos globulares porque la concentración de estrellas en el centro es enorme) fue William Derham allá por el año 1.733. Dicho de otro modo, tres décadas antes de Charles Messier lo incluyese en su catálogo (el 30 de mayo de 1764) bajo la designación de Messier 11.
El francés lo describió como «(…) un cúmulo con una gran cantidad de pequeñas estrellas, que pueden ser observadas con buenos instrumentos. He empleado un telescopio gregoriano de 104 aumentos». Añadiendo además que ya había sido observado por Derham y por Phillippe de Cheseaux. Pero la descripción más interesante, sin duda alguna, es la del almirante Smyth: «Es un espléndido cúmulo de estrellas (…); precede al pie izquierdo de Antínoo (nombre con el que se conoció, hasta principios del siglo XIX, la parte sur de la constelación del Águila). Este objeto, que de algún modo parece tener un aspecto similar al de una bandada de patos salvajes en vuelo, es una aglomeración de estrellas pequeñas…».
Como habrás imaginado, de ahí procede el nombre de esta formación estelar, pero todo sea dicho, cuanto más cercana sea la imagen del cúmulo, más difícil es apreciar la supuesta forma del mismo. En principio, deberías ser capaz de identificar una especie de V en la imagen del siguiente párrafo, que evocaría a la bandada de patos salvajes en vuelo… (servidor no es capaz de verlo).
Cómo es Messier 11
El cúmulo abierto del Pato Salvaje es bastante joven, en términos cósmicos, y al mismo tiempo es relativamente anciano. Sólo tiene 220 millones de años de existencia, y es uno de los cúmulos abiertos más ricos y compactos de cuantos conocemos, con unas 2.900 estrellas en su interior. A modo de comparación, ten en cuenta que los cúmulos globulares suelen contener de decenas a cientos de miles de estrellas que tienen miles de millones de años de antigüedad. Las estrellas más brillantes que contiene son enanas azules de tipo espectral B8 (que suelen caracterizarse por tener secuencias principales breves) pero también contiene gigantes amarillas y rojas, es decir, estrellas que ya se encuentran en una fase avanzada de su evolución.
Messier 11 se encuentra a 5.500 años-luz de distancia de nuestro planeta y se aleja de nuestro sistema solar a unos 22 km/s. En su interior hemos descubierto 82 estrellas variables, y en la región que le rodea hay multitud de estrellas binarias, y varios púlsares, que quizá sean parte del cúmulo. No es fácil saberlo, y encima, para hacer las cosas aun más complicadas, la evolución de los cúmulos abiertos es terminar dispersándose como causa de las interacciones gravitacionales.
Los cúmulos abiertos son el producto del colapso de nubes moleculares de gas, que suelen formar varios cientos o miles de estrellas. Son muy comunes a lo largo del disco galáctico con diferentes edades, tamaños, masa inicial y también metalicidad. La metalicidad es la cantidad de metales pesados, más allá del hidrógeno y el helio, que podemos encontrar en un sistema estelar, y que nos podrían dar pistas sobre qué sistemas examinar en busca de planetas extrasolares.
Además, al menos en teoría, deberían ser muy útiles para poder entender cómo se formó el disco de la Vía Láctea, aunque en la práctica todavía es difícil determinar las propiedades básicas de cada cúmulo abierto. Por ejemplo, para estimar la metalicidad existen diferentes técnicas, y los resultados rara vez suelen coincidir entre sí. En las últimas décadas se ha avanzado mucho en este sentido, pero aún queda mucho trabajo por hacer para poder determinar las propiedades básicas de los más de 1.500 cúmulos abiertos que conocemos a día de hoy.
Durante los próximos cientos de millones de años, las estrellas del cúmulo del Pato Salvaje se dispersarán, las más azules se quedarán sin combustible, se convertirán en gigantes y morirán en forma de nebulosas planetarias (o enanas blancas), mientras el resto de estrellas con una masa mucho menor terminarán dispersándose por la galaxia, convirtiéndose en estrellas ordinarias que nuestros descendientes en un futuro, muy, muy lejano, no sabrán decir que formaban parte de Messier 11.
Cómo observar M11
El cúmulo del Pato Salvaje es bastante fácil de localizar, y además, es el cúmulo abierto más distante que se puede observar desde nuestro planeta a simple vista (siempre que el cielo sea lo suficientemente oscuro). Basta con buscar la estrella Altair (que es la estrella que se encuentra en el sur del Triángulo de Verano) y contar cuatro estrellas hacia el sur. Al final verás dos estrellas muy cercanas. Si desde ese punto te desplazas hacia el oeste la misma distancia que has recorrido hacia el sur, te encontrarás con el cúmulo. Aunque es posible ver algunas estrellas de la constelación del Águila en zonas con una contaminación lumínica relativamente alta, necesitarás una zona lo más oscura posible para poder ver este cúmulo en todo su detalle.
Con la ayuda de unos binoculares astronómicos podrás ver algunas la aglomeración de estrellas en forma de diamante, y quizá incluso llegues a poder observar algunas de ellas de manera individual. ¡Incluso un telescopio pequeño será suficiente para poder ver cientos de las estrellas que lo componen!
Referencias: EarthSky, Universe Today, Starts with a Bang!