Un grupo de investigadores plantea que la posibilidad de encontrar una civilización en Próxima Centauri (y por extensión, en Alfa Centauri) es extremadamente pequeña. Algo que es muy relevante si recordamos que, a finales de 2020, se capturó una señal de radio procedente de allí…
Una señal de radio de la estrella más cercana al Sol
Toda esta historia se remonta al mes de diciembre de 2020. En ese entonces, saltaba una noticia tan intrigante como desconcertante. Se había captado una señal de radio procedente de Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sistema Solar, a solo 4,24 años-luz. En torno a esta estrella hay un exoplaneta en la zona habitable. Se trata de Próxima b, el exoplaneta más cercano al Sol. Pero, durante todo este tiempo, no se ha encontrado nada que haga pensar que podría tener las condiciones para ser habitable.
Su estrella es demasiado violenta y, por la cercanía a su astro, parece poco probable que pudiese haber conservado su atmósfera. Aun así, la detección de la señal BLC1 (por Breakthrough Listen Candidate 1) resultó tremendamente llamativa. Parece poco probable que sea de origen artificial, pero por sus características, encajaba con lo que se esperaría recibir en una señal artificial. Es decir, era una señal lo suficientemente exótica como para prestarle atención. Por otro lado, sin embargo, no llegaba a marcar todas las casillas que confirmarían su origen.
Sea como fuere, lo importante en este caso es que se determinó que probablemente no sea de origen artificial. Además, se la ha comparado con la archipopular señal Wow!, ya que solo se ha detectado una vez. Será necesario captarla más veces para tener claro si se trata de una señal procedente de nuestro propio planeta, del entorno de Próxima Centauri o, por qué no, incluso de una estrella mucho más lejana pero en la misma dirección. Hasta entonces, falta información para considerar seriamente que sea el producto de una civilización en Próxima Centauri.
Pero, ¿cuál es la posibilidad de encontrar una civilización en Próxima Centauri?
Ahora, los investigadores Amir Siraj y Abraham Loeb han publicado un estudio al respecto. En el, recurren al principio copernicano para descartar la posibilidad de que se trate de una señal tecnológica procedente de la estrella más cercana al Sol. A fin de cuentas, cabe recordar que el principio copernicano, inspirado en Nicolás Copérnico (1473-1543), establece que los habitantes de la Tierra no están en una posición única o privilegiada para observar el universo. Es decir, nuestra perspectiva es probablemente una buena representación de la media.
Dicho de otro modo, el principio copernicano indica que, probablemente, nuestro planeta y su vida son representantes de lo habitual. Es una buena noticia, a decir verdad. Si no hay nada especial sobre nosotros, la vida debería ser abundante en otros lugares del cosmos. Por otro lado, no podemos olvidar el hecho de que somos la única civilización que conocemos. Eso nos impone algunos límites difíciles de superar. Al no saber de más civilizaciones, por ejemplo, es difícil estimar hasta qué punto es probable que aparezcan.
Aun así, los investigadores han utilizado este planteamiento para intentar determinar la probabilidad de que la señal BLC1 procediese de una civilización extraterrestre en Próxima b. Las cifras no son muy esperanzadoras. Según Amir Siraj, la probabilidad de que ese sea el origen de la señal es de uno entre cien millones. Principalmente porque nuestra civilización, añade, solo ha sido tecnológica durante un breve período de la vida de la Tierra. Como no somos especiales, si esa señal fuese artificial, estaría rompiendo el principio copernicano.
¿Por qué no es lógico pensar que haya una civilización en Próxima Centauri?
En realidad, no se trata de una mala noticia. Tiene mucho sentido. Nuestro planeta es tremendamente más viejo que nuestra civilización. Apenas hemos existido durante una pequeñísima fracción de su vida, por lo que la probabilidad de que, en esa pequeñísima fracción, captemos una señal artificial de una civilización justo a nuestro lado, parece muy poco probable. No hay que olvidar que, en realidad, la humanidad apenas tiene 200 000 años, si nos limitamos a la aparición del homo sapiens. Tecnológicamente, somos aún más jóvenes.
Porque la tecnología necesaria para poder enviar mensajes a otras estrellas existe desde hace solo unos 100 años. Esto nos lleva de nuevo al principio copernicano. Establece que las condiciones en el universo, para la aparición de la vida, han sido constantes a lo largo del tiempo, y la humanidad no está en una época especial. Por lo que, recibir una señal ahora mismo, de una civilización en Próxima Centauri, cuando antes no habíamos sabido de ellos, no encaja en esa premisa. Pero es un buen motivo para seguir buscando esas posibles pistas.
Además, el propio Abraham Loeb ha planteado algunas hipótesis que resultan interesantes. La más conocida, en los últimos tiempos, es, sin duda, la que dice que Oumuamua podría ser una nave de origen extraterrestre. Ya que, a su juicio, explicaba mejor el comportamiento observado en el objeto interestelar al alejarse de nuestro rincón de la galaxia. La detección de Borisov, otro objeto interestelar, resultó ser un buen punto a favor. Permitió entender que en el Sistema Solar habrá muchos otros objetos procedentes de otras estrellas…
No hace falta encontrar una civilización viva
Algunos de esos objetos, planteaba, quizá sean vestigios de alguna civilización que vivió en algún momento pasado de la galaxia. A lo mejor, planteaban, en nuestro Sistema Solar podría haber alguna vieja sonda, o nave, atrapada en órbita alrededor del Sol. En ese caso, tendríamos la posibilidad de estudiar a otra civilización sin necesidad de tener que abandonar nuestro propio sistema. Lo mismo es aplicable a otros aspectos. Puede que sea más fácil detectar la presencia de contaminación, en la atmósfera de un exoplaneta, por ejemplo.
Por lo que, en el fondo, quizá no necesitamos encontrar una civilización que esté viva. Encontrar los restos de una civilización ya extinta sería igualmente interesante. Permitiría confirmar que no somos la única civilización del universo. Además, en función de lo descubierto, nos daría una buena oportunidad para observar y comprender la historia de una sociedad completamente diferente a la nuestra. La probabilidad, aún así, se antoja pequeña. No debemos olvidar que la Vía Láctea contiene, aproximadamente, unos 200 000 millones de estrellas…
¿Cuál es la posibilidad de que, por mero azar, alguna de esas posibles naves de una vieja civilización termine atrapada en la gravedad del Sol? Sea como fuere, lo importante es entender que no pasa nada porque la señal de radio de Próxima Centauri sea natural. Su estudio, si es que se detecta más veces, servirá para conocer mejor el universo y para descartar otra posible señal que pudiese confundirse con una artificial. Tarde o temprano llegará el momento de descubrir que no estamos solos en el universo. Al menos, hay motivos para creer que será así…
Estudio
El estudio es A. Siraj y A. Loeb; «The Copernican Principle Rules Out BLC1 as a Technological Radio Signal from the Alpha Centauri System». Será publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters y puede consultarse en arXiv, en este enlace.
Referencias: Universe Today