La NASA está barajando una posible misión a Tritón. Se trata de Trident, que visitaría uno de los lugares más enigmáticos del Sistema Solar. Eso sí, que salga adelante dependerá de que sea elegida en el programa Discovery, del que forma parte. Si fuese así, ayudaría a resolver muchos misterios…

Trident supondría regresar tras Voyager 2

Hay que recordar que, a día de hoy, Neptuno (y Tritón, en consecuencia) solo han sido visitados una vez. Fue hace más de tres décadas, cuando la sonda Voyager 2 visitó el sistema. Sirvió para visitar el planeta más alejado del Sol, y para dejar más de una pregunta en el aire. Las observaciones mostrraron grandes columnas oscuras, de material congelado, procedentes de la superficie del satélite. En las imágenes se podía apreciar que la superficie de Tritón es joven y que se renueva constantemente con material fresco. Pero, ¿cómo es posible?

Trident: una posible misión de la NASA a Tritón
Concepto artístico de la superficie de Tritón. Crédito: ESO

¿De dónde procede ese material? ¿Cómo podría un satélite, seis veces más lejos del Sol que Júpiter, seguir mostrando actividad? Quizá haya algo en su interior que sea lo suficientemente cálido como para provocar esa actividad. Pero solo fue una posibilidad que se quedó sin respuesta, porque ninguna nave volvió a aventurarse en el sistema de Neptuno. Ahora, décadas después de aquella visita, el panorama podría cambiar. Hay una nueva misión, llamada Trident, que busca responder a estos enigmas, y que es parte del programa Discovery de la NASA.

Es una de las cuatro misiones que están en pleno proceso de desarrollo y que esperan convertirse en una de las próximas misiones de la agencia espacial estadounidense. Hasta dos de estas misiones serán seleccionadas, en el verano de 2021, para convertirse en campañas de pleno derecho. Su lanzamiento se podría producir solo unos años después, todavía en esta década. La posibilidad de estudiar Tritón, y ver cómo ha cambiado con el paso de las décadas, sería de lo más interesante. Permitiría ayudar a entender cómo evolucionan los objetos del Sistema Solar.

Las muchas particularidades de Tritón

No se puede ignorar, tampoco, que Tritón resulta de lo más misterioso por sí mismo. El satélite orbita en la dirección opuesta a la rotación del planeta. No hay ningún gran satélite del Sistema Solar que muestre ese mismo comportamiento. Además, su órbita está extremadamente inclinada, respecto al ecuador del planeta. Es una desviación de 23º. Además, no se encuentra en el lugar en el que se formó. Se cree que originalmente se formó en el cinturón de Kuiper. En algún momento, en la infancia del Sistema Solar, fue capturado por la gravedad del planeta.

Además, su ionosfera, una región repleta de partículas cargadas, es 10 veces más activa que la de cualquier otro satélite. Es algo desconcertante. La ionosfera, por lo general, se carga por la energía solar. Sin embargo, Neptuno y Tritón están muy lejos del Sol. 30 veces más lejos que la Tierra, tardando 165 años en completar una órbita. Por lo que debe haber alguna otra fuente provocando ese comportamiento. Además, sus condiciones cambian constantemente. Hay un constante flujo de material orgánico. Probablemente nitrógeno, que nieva en la superficie.

Son motivos más que suficientes para justificar una visita a esta luna tan remota. Las columnas observadas por Voyager 2 son intrigantes. En el caso de Encélado y Europa, indican que bajo su superficie podría haber un océano. Si Tritón también ocultase uno bajo su superficie, sería una pista para entender cómo se forman. Además, a diferencia del resto de satélites, el océano que podría ocultar el satélite apareció después de su formación. Seguramente solo pudo aparecer una vez fue capturado por la gravedad de Neptuno, tras abandonar el cinturón de Kuiper.

Trident tiene varios objetivos ya definidos

Aunque todavía es una misión en proyecto, Trident ya tiene sus objetivos bien definidos. El primero es, precisamente, entender dónde se puede encontrar agua. Intentará descubrir qué factores permiten que un objeto del Sistema Solar tenga los requisitos para ser habitable. La nave podría llevar un instrumento para analizar el campo magnético del satélite. Así, se podría determinar si realmente tiene un océano bajo su superficie. Otros instrumentos podrían estudiar la ionosfera, la presencia de material orgánico y las particularidades de su superficie.

Neptuno y Tritón, vistos por la sonda Voyager 2. Crédito: NASA

Otro objetivo es, precisamente, explorar la superficie del satélite: Tritón tiene la superficie sólida inexplorada más grande del Sistema Solar. Todo lo que se conoce del satélite procede únicamente de los datos de Voyager 2. Solo se ha observado el 40% de la superficie de la luna. Trident se encargaría de crear un mapa del resto. Con ayuda de su cámara, podría observar la misma región en la que Voyager 2 detectó las columnas de vapor. Así, podrían ver qué cambios se han producido desde la última vez y hasta qué punto es una región activa.

Su tercer objetivo es entender cómo se renueva la superficie. Es muy joven, en términos geológicos. Se estima que tiene apenas 10 millones de años, muy poco en un sistema de 4500 millones de años. Además, apenas tiene cráteres visibles. También hay que preguntarse por qué su aspecto es tan diferente al resto de satélites helados. Todo ello podría ayudar a entender cómo se desarrolla la superficie de otros objetos similares. En definitiva, Tritón es un satélite lo suficientemente misterioso como para querer volver a visitarlo.

La misión a Tritón tardaría unos cuantos años en llegar…

No es ninguna sorpresa, teniendo en cuenta todo lo mencionado anteriormente, que Tritón sea un objetivo de lo más interesante desde el punto de vista científico. Podría ofrecer muchas respuestas. Además, se trata de un objeto capturado del cinturón de Kuiper, por lo que su origen también resulta de lo más enigmático. No se formó junto a Neptuno. Además, supondría volver a visitar Neptuno. Junto a Urano, son los únicos planetas que han visitado la visita de una única sonda. ¿Cuándo podríamos ver su lanzamiento si se selecciona?

Neptuno, fotografiado por la sonda Voyager 2. Crédito: NASA

La fecha propuesta es octubre de 2025. Si fuese imposible, podría retrasarse a octubre de 2026, aprovechando una oportunidad, que sucede cada 13 años, en el que la Tierra está alineada con Júpiter. La nave aprovecharía el tirón gravitacoinal de Júpiter para acelerar, continuando su viaje hasta Tritón. Llegaría a la luna de Neptuno 13 años después, en 2038. Permanecería a su alrededor durante 13 días, analizando sus características. La misión permitirá que la nave se acerque al borde superior de la tenue atmósfera que posee el satélite.

Si la misión no fuese seleccionada, habrá que esperar mucho tiempo para volver a estudiar la región de columnas de material congelado. Si no se llega antes de 2040, el Sol estará demasiado al norte de esa región, durante los próximos 100 años. Sea como fuere, Trident es una misión muy atractiva. Urano y Neptuno siguen siendo dos grandes desconocidos, y Tritón es un satélite demasiado interesante como para dejar que caiga en el olvido. Es cierto que la distancia es enorme, pero las respuestas que podría dar también lo son…

Referencias: NASA