El universo está repleto de objetos espectaculares y conceptos que la ciencia ha puesto a nuestro alcance. Tenemos la suerte de haber nacido en una época en la que, aunque aún con muchas preguntas, podemos observar el firmamento y sentir que formamos parte de algo vasto e inabarcable, muchísimo más grande que nosotros. Sin embargo, algunos dicen que esta época que nos ha tocado vivir es una época intrascendente, en la que es demasiado tarde para explorar el planeta, demasiado pronto para explorar las estrellas… Sinceramente, yo no lo veo así.
Un poco de reflexión
Cada noche, cuando observas el firmamento (incluso en zonas muy contaminadas) puedes ver algunos de los planetas del Sistema Solar, estrellas distantes y, si tienes algún equipo aficionado (y vives en una zona con cielo suficientemente oscuro) hasta puedes observar cúmulos y galaxias. No sólo tenemos la suerte de vivir en una época en la que cualquiera puede observar (con bastante facilidad) objetos que están a años-luz de distancia de nosotros. Es que además, conocemos mucho mejor cómo es el universo (púlsares, que son un tipo de estrellas de neutrones) y hasta hemos dado nuestros primeros pasos en explorar el Sistema Solar, y también hemos visitado nuestro satélite: La Luna (aunque algunos duden que fuese así).
Tampoco podemos olvidarnos de que hoy en día manejamos conceptos como el espacio-tiempo (aunque sean algo difíciles de comprender al inicio). Puede parecer poco importante, pero gracias a ello podemos utilizar sistemas como el GPS.
Bajo esta premisa, quizá pienses, como yo, que vivimos en una época apasionante. Me aventuraría a decir que no es muy diferente a lo que debieron sentir los contemporáneos de Isaac Newton (por ejemplo) al comprender el funcionamiento de la gravedad, o a lo que experimentaron los primeros marineros que llegaron a América, al descubrir un mundo completamente nuevo… podría seguir (como cuando nuestros ancestros entendieron que el mundo era redondo, etcétera)…
Al final, la astronomía es, simplemente, una expresión más de una cualidad innata en todos los seres humanos: la curiosidad, sumada con el espíritu de exploración (que no es más que otra forma de curiosidad). Es el ansia por comprender (e imaginar) cómo son mundos a los que, al menos hoy por hoy, no podemos llegar de ninguna manera durante el tiempo que dura una vida humana. Es cierto que es demasiado pronto para explorar las estrellas, pero ya hemos elucubrado sobre cómo colonizar la Luna, Marte e incluso el propio espacio.
Caminamos a hombros de gigantes
Que sea demasiado pronto para explorar las estrellas no quiere decir que este tiempo que nos ha tocado vivir no sea fascinante. En realidad, estamos poniendo los ladrillos que permitirán que nuestros descendientes puedan mirar todavía más allá, exactamente del mismo modo que nosotros aprovechamos los conocimientos que descubrieron nuestros antepasados para poder seguir avanzando.
Por ejemplo, hoy en día sabemos cómo identificar en qué fase de su vida se encuentra una estrella, y eso nos ayuda para saber qué estrellas observar en busca de posibles planetas en los que pudiera haber vida. Sin ello, aunque tuviésemos la tecnología como para viajar hasta allí, no sabríamos a dónde ir (se calcula que hay unos 400.000 millones de estrellas en la Vía Láctea, y creemos que muchas de esas estrellas tienen planetas), así que lo que estamos haciendo (y descubriendo) es muy importante. ¿Puedes imaginarte cómo cambiaría nuestra sociedad, y nuestra percepción del Universo, si mañana encontrásemos, sin ningún genero de duda, una civilización extraterrestre en algún planeta distante?
Además, seguimos explorando el Sistema Solar (ahora mismo estamos explorando Ceres, hemos explorado Plutón, y también tenemos a Rosetta en un cometa, aunque parece que de ese proyecto no podemos esperar mucho más), y seguimos mejorando nuestra comprensión del universo, y teorizando sobre qué puede pasar en lugares como los agujeros negros, o incluso si podrían existir esos agujeros de gusano (que tanto nos gustan a los amantes de la ciencia-ficción) que nos permitirían cubrir grandes distancias a través del espacio en muy poco tiempo.
El Universo es fascinante
La galaxia de Andrómeda, la Nebulosa del Cangrejo, los Pilares de la Creación, las lluvias de estrellas, los eclipses solares… Son formaciones celestes que, al menos yo, encuentro fascinantes. Hay algo difícil de expresar al ver la majestuosidad de la Galaxia Remolino, o al ver el cinturón de Orión en el cielo, o al oír hablar del futuro de Betelgeuse. O al cerrar los ojos y pensar que, quizá en este momento, en este preciso instante, en algún mundo lejano, un ser, probablemente muy diferente a ti y a mi, está observando su firmamento con nuestra misma fascinación.
¿Por qué me gusta la astronomía? Porque todos estamos hechos de polvo de estrellas (literalmente, estamos formados por elementos que proceden de las explosiones de supernovas y otros fenómenos cósmicos) y, cuando nos sentimos maravillados por el universo, o sentimos curiosidad por entenderlo, por explorarlo, o simplemente porque nos permite sentir una conexión con todos los que nos precedieron y los que nos sucederán estamos experimentando esa conexión con nuestros orígenes. Cuando nuestros descendientes levanten la vista al cielo, verán las mismas estrellas que vemos nosotros. Las mismas que vieron nuestros antepasados.
¿Por qué me gusta la astronomía? Porque es una conexión con todo lo que nos rodea, y con todos. Los que vinieron, los que están, y los que vendrán.
Leído. Apología de la astronomía.
Rescato este fragmento de un diálogo en «Interestelar»:
– El corazón de la oscuridad. Literalmente – dijo Doyle mirando el oscuro interior de Gargantúa (el agujero negro de la película).
– Si pudiéramos ver la estrella colapsada en el interior – dijo Romilly desde el Endurance – la singularidad, resolveríamos la gravedad.
«y también hemos visitado nuestro satélite: La Luna (aunque algunos duden que fuese así)». Soy uno, y mi razón particular es el haber reflexionado para hacerme la siguiente pregunta: ¿Por qué pudieron hacerlo en 1969, con la misma ciencia de una lavadora, y hoy no lo han repetido con tanta tecnología más avanzada que ha surgido? No es por llevar la contra, pero es no deja de pasearse por mi cerebro. No le encuentro respuesta lógica.
En lo otro, de «los contemporáneos de Isaac Newton (…) al comprender el funcionamiento de la gravedad», sólo tengo una corrección según lo que he leído previamente: la ciencia dice que aún no entendemos dicha fuerza en detalle, en profundidad, si bien sabemos que «atrae las cosas» y demás. O sea, seguimos sin desmenuzarla, descifrarla, etc.
Simples y humildes acotaciones que deseaba hacer. Me ha gustado mucho ver este artículo y te agradezco la reflexión compartida. ¡Un abrazo!
Pareces la versión española de Carl Sagan, jeje
Ya quisiera yo 🙂