Hay un nuevo objeto de gran interés en el Sistema Solar. Se trata de C/2019 Q4 (Borisov), un nuevo cometa que, como Oumuamua, tiene su origen más allá del Sistema Solar. Y, en esta ocasión, se va a poder estudiar con todo lujo de detalles…

C/2019 Q4 (Borisov) todavía está acercándose

El objeto se llama C/2019 Q4 (Borisov), el nombre hace referencia a su descubridor, Gennady Borisov, un astrónomo de Crimea que lo observó por primera vez y dio la voz de alarma. Es el segundo objeto interestelar que se detecta, y el primero desde la visita de Oumuamua, a finales de 2017. Lo más interesante es que, en esta ocasión, la comunidad científica está preparada para lanzarse a su estudio. La detección se ha producido con el cometa adentrándose en el Sistema Solar. Esa es la primera gran diferencia y el aspecto más positivo.

C/2019 Q4 (Borisov), el segundo cometa interestelar
Concepto artístico de Oumuamua abandonando el Sistema Solar. Crédito: NASA/ESA

Porque con Oumuamua, la detección se produjo con el cometa ya alejándose de nosotros. Eso dificultó las observaciones y provocó que fuese complicado llegar a analizarlo con todo el detalle que habría sido deseable. En esta ocasión, será posible conseguir mucha más información. Se calcula que, hasta octubre de 2020, el cometa estará lo suficientemente cerca de la Tierra como para poder observarlo y estudiarlo. Así que, también, podemos esperar un montón de noticias relacionadas con este nuevo visitante en los próximos meses.

Con Oumuamua, aproximadamente, apenas hubo una semana de observaciones. En esta ocasión, la historia va a ser muy diferente. De hecho, se está estudiando desde el pasado 30 de agosto. Aunque, por ahora, los telescopios más grandes no pueden participar en la búsqueda. El cometa C/2019 Q4 (Borisov) se encuentra demasiado cerca del horizonte. Para los grandes observatorios, habrá que esperar a unas condiciones de visibilidad mejores, algo que sucederá hacia mediados de octubre. Hasta enero de 2020, el hemisferio norte estará al mando.

Un cometa que podría dar muchas respuestas… ¿y muchas preguntas?

El primer paso, en realidad, ya se ha dado. Tras descubrir el objeto, era necesario confirmar su órbita. Los datos muestran que no se quedará en el Sistema Solar y que su origen está en algún otro lugar de la Vía Láctea. Aunque todavía es una observación preliminar, cuando se confirme por completo, el nombre del cometa cambiará para incluir la nomenclatura 2I, indicando que se trata del segundo objeto interestelar. Además, no hay dudas de que se trata de un cometa. Con Oumuamua se planteó que podría tratarse de un asteroide.

Movimiento de C/2019 Q4 (Borisov) a través del Sistema Solar. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Con C/2019 Q4 (Borisov) la situación va a ser muy diferente. Los científicos podrán analizar el entorno del cometa. Se podrá analizar, por ejemplo, su composición y se podrá determinar si su sistema estelar natal tiene una proporción de elementos químicos similar a la del Sistema Solar. Algo que mostrará hasta qué punto es similar. Aunque hay otras preguntas esenciales que tendrán que ser respondidas. Por ejemplo, no se sabe cuál es su tamaño exacto. Sí se ha determinado, sin embargo, que su cola mide unos 150 000 kilómetros.

Las primeras estimaciones del tamaño del cometa en sí, basándose en su brillo y el entorno en que se encuentra, apuntan a que podría medir entre 2 y 16 kilómetros. Habrá que esperar a que se realicen más observaciones para tener detalles mucho más exactos. Lo cierto es que, en estos momentos, las observaciones apenas están comenzando y queda mucho camino por recorrer. Un año de estudio dará para mucho. Por ejemplo, se ha supuesto que el cometa refleja la misma cantidad de luz que los que se han formado aquí. Quizá no sea así.

C/2019 Q4 (Borisov) no es una excepción

Hay que destacar, asimismo, que el descubrimiento de C/2019 Q4 (Borisov) viene a confirmar algo que ya se mencionó cuando se descubrió a Oumuamua. En cualquier momento dado, en el Sistema Solar, se calcula que puede haber miles de objetos llegados de otros lugares de la galaxia. Sin embargo, en muchos casos, no pasan lo suficientemente cerca del Sol como para que su brillo los haga detectables. Pero, del mismo modo, debería ser cuestión de tiempo que se produjese el hallazgo de otros objetos cuyo origen no sea nuestro entorno.

Comparación entre las trayectorias de C/2019 Q4 (Borisov) y Oumuamua. Crédito: Wikimedia Commons/Tony873004

Esto permite anticipar que C/2019 Q4 (Borisov) no será el último objeto interestelar que se descubra. En los próximos años, sin duda, habrá nuevos hallazgos. Permitirán obtener mucha información. En este caso, se intentará entender cómo es su sistema de origen, su composición, las particularidades del propio cometa y un largo etcétera. A medida que la lista crezca, con objetos de otros sistemas, se podrá tener una imagen más precisa de cómo podrían ser sus respectivos sistemas de origen, en cuanto a, por ejemplo, composición química.

Eso permitirá saber qué parecidos y diferencias guardan con el Sistema Solar. Será muy interesante ver, por ejemplo, cuál es la forma de este cometa. Tanto si su aspecto es parecido al de Oumuamua, o más similar al de un cometa del Sistema Solar, permitirá deducir cuál ha podido ser su origen y cómo ha sido su viaje a través de la galaxia hasta llegar a nosotros. Estamos en los primeros pasos, pero ha comenzado un período de observaciones que promete ser muy interesante. ¿Qué sabremos de C/2019 Q4 (Borisov) dentro de un año?

Referencias: Space