Suponiendo que haya vida inteligente más allá de la Tierra, ¿cómo podríamos hablar con los extraterrestres? La idea ha sido explorada, desde ángulos muy diferentes, en el cine de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Pero ¿cómo se enfoca el asunto desde la ciencia?

La dificultad de imaginar cómo hablar con posibles extraterrestres

El mundo del cine nos ha dejado muchos ejemplos de cómo imaginamos la comunicación con extraterrestres. En Encuentros en la tercera fase (1977), de Steven Spielberg, los extraterrestres se comunicaban con una secuencia de cinco notas. En E.T. (1982), del mismo director, un pequeño alienígena aprende inglés a través de un programa infantil de televisión. Ya en tiempos más modernos, La llegada (2016) nos muestra a extraterrestres, con una forma similar a la de un calamar, que utilizan pictogramas para comunicarse.

La dificultad de hablar con los extraterrestres (si existen)
Una civilización de nivel III en la escala de Kardashov podría utilizar la energía de toda una galaxia. Crédito: Medium.com

Como ejemplos para dejar volar nuestra imaginación, son perfectamente válidos. Pero ¿qué pasaría si contactásemos, de verdad, con una civilización extraterrestre? ¿cómo reconocemos o interpretamos su inteligencia? ¿qué les diremos? Estas, y otras preguntas, han sido planteadas en una charla que tuvo lugar recientemente, en la que participaron Jesse Snedeker (profesor de psicología y experto en la comprensión del lenguaje) y Abraham Loeb, astrofísico. De él hemos hablado en más de una ocasión en los últimos tiempos

Ambos, utilizando La llegada como punto de partida, hablan de los posibles desafíos a los que nos enfrentamos. A lo largo del año, Abraham Loeb ha planteado que la búsqueda de vida extraterrestre debería tomarse mucho más en serio en el ámbito científico. Plantea que hay diferentes factores a tener en cuenta, en caso de que nos encontremos con una civilización extraterrestre. Hay que recordar que el propio Loeb sigue defendiendo que Oumuamua, descubierto en 2017, podría ser, en realidad, una reliquia de tecnología extraterrestre…

¿Cuál es el lugar del ser humano?

En primer lugar, Loeb explicaba que el ser humano necesita superar la percepción de que está en «la cima de la creación» y, en su lugar, suponer que, seguramente, estará en algún lugar en el medio de la distribución de diferentes inteligencias presentes en la Vía Láctea. Los habitantes de la Tierra también deben ser conscientes de la brecha tecnológica que, con toda seguridad, existirá entre la Humanidad y el mensajero de esa civilización. Ese mensajero, plantea Loeb, seguramente llegue en forma de objeto artificial, capaz de viajar durante mucho tiempo.

Teniendo en cuenta esa brecha tecnológica, deberíamos estar preparados para la posibilidad de que los extraterrestres no quieran hablar con nosotros. Del mismo modo que nosotros no pensamos en hablar con las hormigas que nos encontramos en el campo. Pero, si tuviésemos la oportunidad de hablar directamente con esos extraterrestres, como sucede en La llegada, la pregunta es automáticamente otra. ¿Cómo podríamos hacerlo? El proceso es muy diferente a la búsqueda de vida extraterrestre. El propio Loeb lo explicaba con un ejemplo simple.

Durante mucho tiempo, se ha planteado que el contacto podría llegar en forma de ondas de radio, enviadas por esa civilizaciones, y que recibiríamos después de miles de años de viaje. Sin embargo, si llegase una sonda a nuestro sistema, será necesario saber qué estamos haciendo. Dicho de otra manera, el astrofísico plantea que podríamos necesitar recurrir a nuestros sistemas de inteligencia artificial para poder interpretar su funcionamiento. En realidad, ese es solo un primer paso en la comunicación con posibles extraterrestres.

El ejemplo de la comunicación con los niños

Jesse Snedeker plantea un ejemplo muy interesante, sobre cómo los niños aprenden el lenguaje. Cuando un niño, explica, oye una frase como «el gato está en la alfombra», tendrán conceptos cercanos a los de gatos, alfombras y las relaciones espaciales. En La llegada, la actriz Amy Adams interpreta a una lingüista, que intenta recrear una situación muy similar con los alienígenas. Lo hace ofreciendo palabras básicas para describir a las personas y sus acciones. En todo momento, suponiendo que su capacidad de conceptualización es similar a la nuestra.

«La Ciudadela», una colonia espacial de la saga de videojuegos de ciencia ficción Mass Effect. Crédito: Bioware / Electronic Arts

Pero, si esos conceptos no existen para esa civilización extraterrestre, es difícil saber con qué conceptos asociarían esas palabras. Aun así, Snedeker se muestra optimista en cuanto a que sí sea posible compartir algunos conceptos a niveles generales con civilizaciones extraterrestre. Siempre que sean producto de una evolución biológica. Incluso una comprensión incompleta es suficiente para entenderse. Si tenemos conceptos ligeramente diferentes, o incluso muy diferentes, puede ser posible, de todos modos, comunicarse.

Abraham Loeb, que está trabajando en un documental con el productor de La llegada, dice que deberíamos prestar más atención a la búsqueda de vida extraterrestre lejos del Sistema Solar. Plantea que hay estrellas mucho más viejas que el Sol. Pueden ser lugares donde la vida haya aparecido. Pero para poder encontrar esos indicios, hará falta una financiación mucho mayor. Algo que considera que debería suceder tarde o temprano. A fin de cuentas, el público, en términos generales, está interesado en este asunto. Pero… ¿veremos algún gran proyecto así?

Referencias: Phys