En lo que queda de 2024, hasta septiembre, tendrá lugar una nova. Es una explosión masiva que sucederá a miles de años-luz de nuestro planeta y que podremos ver en nuestro firmamento. Algo que, además, sucede cada 80 años, por lo que será una oportunidad única para estudiar un fenómeno muy interesante…
Una nova que podremos ver en 2024 y que es muy esperada
A 3000 años-luz del Sistema Solar, en algún momento entre ahora y septiembre de 2024, tendrá lugar una nova que podremos ver en el cielo nocturno. Será una oportunidad única para observar un fenómeno poco frecuente. Se trata de un sistema binario en la constelación de Corona Boreal que, en condiciones normales, es demasiado tenue para observarlo a simple vista. Sin embargo, cada 80 años, el intercambio de material entre las dos estrellas, que se encuentran en una espiral mortal, provoca una explosión nuclear desbocada.
La luz de esa explosión recorre el universo y hace que, en nuestro planeta, parezca que ha surgido una nueva estrella en el firmamento, tan brillante como la estrella polar (Polaris) y se mantendrá visible durante unos días. Cuando esto suceda, será la tercera ocasión en la que el ser humano la observa. Fue descubierta por primera vez por el polímata irlandés John Birmingham, en 1866. Esa estrella volvió a aparecer 80 años después, en 1946. Ahora, hay muchos ojos puestos en esa próxima nova, como el caso de Sumner Starrfield.
Este astrónomo, de la Universidad Estatal de Arizona, lleva trabajando en el estudio de T Coronae Borealis (así se llama el sistema en cuestión) desde los años 60. Ahora mismo, está terminando un estudio que predice lo que podremos observar cuando esta nova vuelva a aparecer en los próximos meses. En estos momentos, se conoce la existencia de apenas 10 novas recurrentes en la Vía Láctea y en galaxias cercanas. Generalmente, estas novas tardan muchísimo más tiempo en repetirse que la que sucede en T Coronae Borealis.
Un fenómeno que ofrece una oportunidad única
La mayoría de novas se repiten con una frecuencia de 100 000 años, según explica el propio Starrfield. Esta nova recurrente de T Coronae Borealis, sin embargo, se repite en una escala mucho más apta para los seres humanos debido a una relación muy peculiar entre las dos estrellas que componen el sistema. Una de las estrellas es una gigante roja. Es decir, una estrella que está en la recta final de su vida y que ya ha consumido el hidrógeno en su interior, expandiéndose enormemente. Es el destino que le espera al Sol en unos 5000 millones de años.
La otra estrella es una enana blanca. O lo que es lo mismo, el cadáver de una estrella similar al Sol. Es una fase posterior, por tanto, a la de gigante roja. En este escenario, nos encontramos con una estrella de la que ya solo permanece el núcleo (y tiene un tamaño similar al de un planeta como la Tierra). La diferencia de tamaño entre ambos astros es muy grande, provocando que la enana blanca del sistema tarde 227 días en orbitar alrededor de la gigante roja. Las dos están muy cerca entre sí y esto provoca que haya un intercambio de material.
O, más correctamente, que el material expulsado por la gigante roja vaya acumulándose en la superficie de la enana blanca. Cuando se acumula la suficiente masa (en este caso, similar a la de la Tierra) en la enana blanca, se calienta hasta el punto de desencadenar una reacción termonuclear desbocada. El proceso, como quizá podamos sospechar, tarda unos 80 años en completarse. Todo esto termina con una gran explosión y, en apenas unos segundos, la temperatura de la enana blanca se eleva hasta los 100 o 200 millones de grados Celsius.
La nova de 2024 va a ser estudiada con muchos instrumentos
Naturalmente, una oportunidad así no se puede pasar por alto. Por ello, no resulta sorprendente saber que el telescopio James Webb será uno de los muchos que centrará su vista en la explosión de T Coronae Borealis cuando comience. Lo más atractivo de todo esto es que, en realidad, ni siquiera es necesario tener tecnología avanzada para poder observar el fenómeno. El brillo de la explosión será lo suficientemente intenso como para que, cuando suceda, podamos salir a la calle y, simplemente, levantar la vista al cielo en la dirección apropiada.
Tendremos que observar en la dirección de la constelación Corona Boreal. Aunque solo durará unos días, será una de las estrellas más brillantes del firmamento. Si nos pica la curiosidad, podemos hacernos una idea sobre qué brillo mostrará si nos fijamos en Polaris. La estrella polar tiene un brillo similar al que se espera que alcance la nova. Es fácilmente visible en la inmensa mayoría de condiciones. Si bien es cierto que, en zonas con mucha contaminación lumínica, puede ser algo más complicado distinguir Polaris (aunque es visible).
En cualquier caso, de momento solo podemos esperar a que tenga lugar la nova. Aunque sí se puede predecir que tendrá lugar en 2024, no es posible llegar a acotarlo hasta el punto de saber la fecha exacta. Una vez suceda, si estamos suficientemente familiarizados con el firmamento nocturno, la reconoceremos al instante, al ver una estrella que no debería estar ahí en Corona Boreal. Si no estamos tan familiarizados, tendremos que esperar a saberlo por las noticias, y no debemos dejar escapar la oportunidad, porque solo la veremos durante unos días…
Referencias: Phys