Un grupo de investigadores ha anunciado la posible detección de un FRB (una ráfaga rápida de radio) procedente de la Vía Láctea. Si se confirma, sería la primera vez que se detecta uno de estos fenómenos con origen en nuestra propia galaxia, y podría permitir resolver el misterio…
Un FRB provocado por un magnetar en la Vía Láctea
El causante de esta ráfaga rápida de radio habría sido el magnetar SGR 1935+2154, ubicado a unos 30 000 años-luz del Sistema Solar. El fenómeno fue captado el pasado 28 de abril y fue registrado en diferentes radiotelescopios de todo el mundo. El magnetar se iluminó con una fuerte ráfaga rápida de radio, de tan solo un milisegundo de duración. Un fenómeno que podría ser detectado en otras galaxias del universo. Además, la gran novedad es que, en este caso, también se ha observado un equivalente en el espectro de rayos X.
Todavía es pronto para asegurar que realmente estamos ante una fuente de ráfagas rápidas de radio. Pero hay motivos para pensar que los magnetares podrían ser los responsables de este fenómeno. Hay que recordar que estamos ante uno de los fenómenos más interesantes de los últimos años. Se trata de señales de radio extremadamente potentes, procedente de galaxias a millones de años-luz. En algunos casos, se ha llegado a medir una cantidad de energía liberada equivalente a la producida por 500 millones de estrellas como el Sol.
Toda esa energía se libera en apenas unos milisegundos y, en la mayoría de casos, la fuente nunca vuelve a repetirse. Eso dificulta enormemente la capacidad de predecir cuándo sucederá la siguiente, así como de investigar sus orígenes y determinar qué podría provocarlo. Las explicaciones más plausibles han girado siempre en torno a las supernovas, aunque se ha llegado a plantear, como posibilidad exótica, que pudiera tratarse de algún tipo de señal provocada por civilizaciones extraterrestres (que serían muy avanzadas).
La fuerza de un magnetar
De un tiempo a esta parte, se ha empezado a plantear la posibilidad de que, los causantes de estas ráfagas, fuesen los magnetares. Se trata de una variante extrema de las estrellas de neutrones. A su vez, cabe recordar que las estrellas de neutrones son los restos de estrellas más masivas que el Sol (aunque no tanto como para terminar convirtiéndose en agujeros negros). Los magnetares, sin embargo, tienen la particularidad de poseer un campo magnético 1000 veces más potente que el de una estrella de neutrones tradicional.
No está muy claro cuál es el mecanismo que provoca que lleguen a tener una intensidad tan elevada, pero provoca que la estrella tenga un comportamiento extremo. Por un lado, se ve afectada por su propia gravedad, que intenta atraer todo al centro. Por otro, el campo magnético es tan intenso que deforma el aspecto de la estrella. Esto, según han explicado los investigadores, provoca una tensión constante entre ambas fuerzas, provocando la emisión de gigantescos sismos estelares y llamaradas de magnetares.
Así llegamos al 27 de abril de 2020, cuando se detectó la actividad del magnetar SGR 1935+2154. Fue observado a través de diferentes instrumentos, que dieron la voz de alarma. Inicialmente, sin embargo, pareció tratarse de un aviso más, rutinario, de la actividad de un magnetar. El 28 de abril, el radiotelescopio CHIME fue el que destacó el aspecto excepcional de esta observación. Captó una señal tan potente que no podía medirla con exactitud. Lo que nos lleva al proyecto STARE2, diseñado para captar ráfagas rápidas en nuestra galaxia.
Una ráfaga rápida de radio relativamente débil
STARE2 está formado por tres antenas de radio dipolo, separadas por varios cientos de kilómetros aparte, que permiten descartar las señales locales (es decir, producidas por la actividad humana en la Tierra) y que permite, además, triangular el origen de la señal. Fue este proyecto el que captó la señal con una gran intensidad, muy superior a la captada en ráfagas rápidas de radio procedentes de otras galaxias.
Al corregir la señal, para deducir qué intensidad hubiese tenido si se produjese en otra galaxia, los investigadores han indicado que estaría en la parte más débil de ráfagas registradas. Pero sería, en cualquier caso, según han explicado, una ráfaga rápida de radio. La mayor novedad es que, además, y a diferencia de esas señales procedentes de otras galaxias, en este caso había un equivalente en rayos X. Es común observar emisiones de rayos X durante una llamarada de un magnetar. De hecho, lo habitual es que emitan rayos X y gamma, más que señales de radio.
Según han explicado, la señal en rayos X de SGR 1935+2154 no fue particularmente intensa. Pero podría ser una pista para deducir más aspectos de las ráfagas rápidas de radio. En el caso de las ráfagas extragalácticas, nunca se ha detectado una emisión de rayos X o gamma. En el caso de una ráfaga que tuviese la luminosidad observada en este magnetar, pero producido en otra galaxia, esa radiación habría sido indetectable. La señal de radio, sin embargo, habría sido detectada sin ninguna ambigüedad.
El posible FRB de la Vía Láctea es solo eso, una sospecha
En el caso de SGR 1935+2154, se ha explicado que fue una llamarada de poca energía, para un magnetar. Podría producir llamaradas hasta mil veces más intensas. Algo que resulta intrigante porque, lógicamente, en ese caso la señal equivalente, si procediese de otra galaxia, sería más fuerte. Sea como fuere, de momento es pronto para poder asegurar que se trate de un FRB procedente de la Vía Láctea. Lo que está claro es que estamos ante un hallazgo que es, como mínimo, intrigante. Quizá sea la solución a un misterio muy interesante.
Pero queda mucho trabajo por delante. Los investigadores tienen que analizar el espectro de la ráfaga, para ver si es comparable al de los FRBs detectados con origen en otras galaxias. Si no encajase, la hipótesis tendría que ser descartada. Si resultase encajar, sin embargo, no quiere decir que los magnetares sean las únicas fuentes posibles para la emisión de ráfagas rápidas de radio. A fin de cuentas, no todas las señales se comportan de la misma manera. Algunas de esas ráfagas se han producido una sola vez.
Otras se repiten, pero lo hacen de forma irregular. Finalmente, también se ha detectado una con una periodicidad de 16 días (de la que hablé en el vídeo que acompaña a este artículo). Es decir, no es descabellado suponer que podría haber diferentes fuentes capaces de provocar las ráfagas rápidas de radio. Pero, en cualquier caso, tener al menos un candidato para explicar qué las provoca es un gran paso. Desde el principio se dijo que un FRB procedente de la Vía Láctea sería una gran ayuda. Y ahora parece que por fin se ha detectado…
Referencias: Science Alert