Ya está disponible Astrobitácora 1×06, la nueva entrega del podcast, que, en esta ocasión, pone toda la atención en las enanas rojas y su importancia en la búsqueda de vida en la galaxia. De entender si podrían ser habitables, o no, dependerá nuestra percepción de la vida en el universo…
Astrobitácora 1×06: La importancia de la zona habitable de las enanas rojas
Las enanas rojas son las estrellas más longevas del universo. Superan, muy de largo, a estrellas como el Sol. Nuestro astro vivirá, de principio a fin, unos 10 000 millones de años. Una enana roja como Próxima Centauri (la estrella más cercana al Sistema Solar), por contra, vivirá billones de años. Esa longevidad indica que, para la vida, habrá muchas más oportunidades de desarrollarse. Al menos sobre el papel, porque es necesario entender cómo es el entorno que ofrecen estos astros a los planetas que se encuentren a su alrededor.
Son, además, los astros más abundantes que podemos encontrar. Aproximadamente las tres cuartas partes de estrellas de la Vía Láctea son enanas rojas. Por extensión, su abundancia es aproximadamente la misma en lo ancho y largo del universo. Así que, de determinar que las enanas rojas pueden ofrecer condiciones habitables en su entorno, querría decir que la vida podría tener muchas oportunidades para aparecer y desarrollarse en todo el universo. Quizá, incluso, se concluya que podría ser muy abundante.
Pero, si sucede lo contrario y se determina que las enanas rojas no son buenos objetivos, el panorama cambia rápidamente. Querría decir que la mayoría de las estrellas del universo son incapaces de albergar vida a su alrededor. Para saber cuál de las dos respuestas es la correcta, es necesario entender cómo son las condiciones en los sistemas de las enanas rojas. Con ejemplos de estrellas muy activas, como Próxima Centauri o TRAPPIST-1, y de otras estrellas más tranquilas. Esto, y mucho más, te espera en el podcast, en iVoox, Spotify, iTunes y aquí mismo:
YouTube: ¿Cómo podemos terraformar Marte y Venus?
En mi canal de YouTube, además, también he hablado de cómo podríamos terraformar las superficies de Marte y Venus. La idea es muy recurrente en la ciencia ficción y, curiosamente, podría ser llevada a cabo en la realidad. Sin embargo, hay que tener presente que no tenemos la tecnología para ello en la actualidad. Aunque una civilización más avanzada que la nuestra (o nosotros mismos en un futuro lejano) podríamos llevar a cabo los pasos necesarios para conseguirlo. Ambos planetas, a grandes rasgos, nos obligan a realizar operaciones opuestas.
En el caso del planeta rojo, es necesario engordar su atmósfera (apenas tiene el 1% de volumen en comparación a la de nuestro planeta), así como elevar su temperatura y, también reducir la cantidad de radiación que alcanza la superficie. En el caso de Venus, es necesario adelgazar su atmósfera, que tiene 90 veces la presión de la de la Tierra, y reducir su temperatura. Es tan elevada que, en su superficie, el plomo se funde. A lo largo de las décadas, se han propuesto diferentes maneras de llevar a cabo una transformación muy profunda.
Es algo que no solo se ha tratado desde el punto de vista de la ficción. Científicos como Carl Sagan, o la propia NASA, solo por poner algunos ejemplos, han jugado con la idea. Lo más evidente es que, incluso si todo se hiciese a la medida, hablamos de un proceso que necesitaría, en el mejor de los casos, siglos o milenios. Pero bien podría necesitar una cantidad de tiempo incluso superior, del orden de millones de años. Si se llevase a cabo, sería un proyecto de muchas generaciones. Puedes ver el vídeo tanto en YouTube como al principio de este artículo.