Aunque es un planeta muy similar a la Tierra, Venus es un mundo infernal. El planeta ha sido dominado por el efecto invernadero de su atmósfera y no reúne las condiciones para permitir el desarrollo de la vida tal y como la conocemos. Seguimos sin tener claro qué provocó que el planeta tomase un rumbo tan diferente al nuestro, pero un nuevo estudio intenta darle respuesta…

Pudo ser un mundo como la Tierra

Venus.

Venus.

Es posible que, hace mucho tiempo, Venus fuese un lugar mucho más agradable. Si el agua llegó a los dos planetas de la misma manera (principalmente a través de meteoritos y cometas), no es descabellado pensar que pudiera haber albergado océanos en su superficie. Sin embargo, algo provocó que su atmósfera entrase en un efecto invernadero que elevó las temperaturas de su superficie hasta convertirlo en un planeta tan cálido que es capaz de derretir plomo. Los científicos planetarios están intentando averiguar qué sucedió en Venus para que se produjese una transformación tan dramática. Ahora, varias simulaciones nos ofrecen una teoría interesante (aunque todavía un tanto prematura): Venus desarrolló su actual atmósfera tras el choque con un objeto de un tamaño considerable, de al menos varios cientos de kilómetros.

Cedric Gillman y sus compañeros, del Observatorio Real de Bélgica, han simulado qué pasaría si objetos de diferentes tamaños chocasen contra Venus. Descubrieron que los efectos más inmediatos, como la expulsión de parte de la atmósfera al espacio, sólo producían pequeños cambios de los que se podía recuperar rápidamente. También vieron que un impacto significativo podría provocar cambios en las capas profundas del manto que habrían modificado la geología y la atmósfera del planeta a lo largo de cientos de millones de años, especialmente si sucedió cuando Venus era relativamente joven.

Los mapas por radar de Venus muestran que están dominados por las estructuras volcánicas. Crédito: NASA/JPL

Los mapas por radar de Venus muestran que están dominados por las estructuras volcánicas.
Crédito: NASA/JPL

Según sus modelos, si un objeto esférico de entre 800 y 1.600 kilómetros chocase con Venus, la energía liberada por el objeto que colisionase con el planeta habría calentado la capa superior del manto hasta derretirla. Esa porción derretida se habría abierto paso hasta la superficie, extendiéndose en una capa larga y fina debajo de la corteza. El agua y el dióxido de carbono contenidos en el manto se habrían liberado en la superficie en forma de gas y habrían provocado un cambio muy significativo en la atmósfera del planeta.

Si Venus sufrió un impacto en una etapa muy temprana de su existencia, el agua liberada del manto podría haber sido arrancada por el viento solar más intenso que procedía de un Sol más joven, provocando que el planeta fuese más seco. Con la mayor parte del agua del planeta arrancada del manto en un punto tan temprano de su existencia, sólo una pequeña parte habría quedado atrapada en la atmósfera después de que se redujese la actividad solar, dando como resultado una atmósfera bastante más densa, rica en dióxido de carbono, que habría ayudado a calentar el planeta de manera dramática. El equipo presenta esta información en la edición de abril de la revista Icarus.

Impactos poco frecuentes

Los puntos luminosos de Ceres. En esta imagen sólo aparecen dos, pero ya hay, al menos, ocho. El primero fue descubierto por el Hubble allá por 2003.

El objeto que chocó con Venus podría tener un tamaño similar al de Ceres, que aparece en esta imagen.

Las colisiones entre objetos de estos tamaños no son frecuentes. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un objeto que tendría un tamaño similar al de un planeta enano como Ceres (que tiene 1.000 kilómetros). Este tipo de colisiones suceden, de media, una vez a lo largo de la existencia de los planetas. Si nos vamos a objetos de tamaños todavía más grande, el porcentaje se reduce aun más. No tenemos constancia de que se hayan producido colisiones entre objetos de grandes dimensiones en los últimos 3.000 millones de años.

Sabemos que el Sistema Solar, durante su juventud, pasó por un período de actividad muy intensa. Es lo que conocemos como el bombardeo pesado tardío, en el que los fragmentos de protoplanetas chocaron con los planetas rocosos cercanos al Sol, dejándolos inundados de cráteres. Hay muchas evidencias de que la Tierra sufrió una colisión de gran magnitud durante su juventud. Los científicos creen que un objeto del tamaño de Marte chocó contra nuestro planeta, expulsando el material que dio lugar a la formación de la Luna.

Recreación artística de la superficie de Venus. Crédito: ESA

Recreación artística de la superficie de Venus.
Crédito: ESA

Así que, ¿por qué no le pasó lo mismo a la Tierra? Especialmente si tenemos en cuenta que, por lo que sabemos, el objeto que chocó con nuestro mundo debía ser considerablemente más grande (unos 6.500 kilómetros de diámetro). Una colisión así habría eliminado y reformado la superficie de la Tierra permitiendo, básicamente, que volviese a empezar de cero. En Venus, sin embargo, la corteza habría permanecido intacta, permitiendo sólo que una pequeña porción del manto escapase a la atmósfera del planeta.

Si damos por hecho que Venus sufrió una colisión tan gigantesca como para cambiar su atmósfera, lo cierto es que el resto de efectos que se podrían derivar de un impacto así no son fáciles de apreciar. La superficie del planeta es relativamente joven, cubierta de lava que podría haber procedido del impacto o de sus volcanes, que estuvieron activos en el pasado. Pero también hay pistas indirectas. El planeta tiene una rotación extrañamente lenta (un día es más largo que su año) y rota en sentido contrario al resto del planetas del Sistema Solar.

Hay estudios anteriores a éste que sugieren que la extraña rotación de Venus podría haber sido provocada por un impacto con un objeto de grandes dimensiones. Aun así, una colisión no es la única manera de calentar la atmósfera. Los volcanes, si están en erupción a lo largo de miles de millones de años, podrían haber dirigido el dióxido de carbono desde el manto a la superficie, calentando el planeta a lo largo de su historia.

Nos falta información

Venus brilla con tanta intensidad que, bajo las condiciones adecuadas, puede proyectar sombras en nuestro planeta. Crédito: Brockeninaglory

Venus brilla con tanta intensidad que, bajo las condiciones adecuadas, puede proyectar sombras en nuestro planeta.
Crédito: Brockeninaglory

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que por ahora no hay mucha información sobre Venus. Por ejemplo, no tenemos las cantidades de gases que habrían sido expulsados en las colisiones que hubiera podido sufrir, y son factores que dependerían de en qué punto de la historia del planeta tuvo lugar el impacto. Es un proceso fundamental para todos los planetas terrestres.

Una de las mayores dificultades para crear un modelo detallado es que no tenemos muchos datos con los que trabajar. Marte ha sido visitado por diferentes sondas y vehículos a lo largo de 40 años, mientras que el hermano malvado de la Tierra ha recibido mucha menos atención. Por ahora no sabemos gran cosa sobre la historia de Venus, que podría ayudarnos a encontrar las evidencias de un impacto. Esperemos que las próximas misiones y observaciones nos permitan comprender mejor por qué el planeta que más podría parecerse a la Tierra es el infierno que conocemos hoy en día…

Referencias: Smithsonian