No hace mucho escribí un artículo sobre Eris, uno de los planetas enanos más grandes del Sistema Solar, en el que mencioné de pasada que de no haber sido por la redefinición del término planeta en 2.005, ahora tendríamos algunos más en el Sistema Solar. Sin embargo, no fue así, y fue precisamente Eris uno de los grandes culpables. Aunque no nos engañemos, el gran perjudicado fue Plutón, pero… ¿cuál es la diferencia entre un planeta enano y un planeta?

El sueño de una noche de verano…

Concepto artístico de Plutón y Caronte visto desde uno de los satélites de Plutón. Crédito: NASA

Concepto artístico de Plutón y Caronte visto desde uno de los satélites de Plutón.
Crédito: NASA

Para poder entender cómo hemos llegado aquí, primero situémonos… 24 de agosto de 2.006. Plutón, que había sido conocido como el noveno planeta desde su descubrimiento en 1.930, fue degradado a una nueva categoría, la de planeta enano. Fue una decisión muy controvertida, que en un principio sirvió para confundir a muchas personas, y que todavía hoy sigue siendo motivo de debate para muchos astrónomos y aficionados a la astronomía.

En el fondo, hay que reconocer que el cambio de clasificación sirvió para demostrar que nuestro conocimiento del mundo que nos rodea está en cambio constante, y quizá sirviera para evitar que, con el paso de los años y la llegada de nuevas y mejores tecnologías y métodos de detección, tuviésemos que aprender listas de planetas cada vez más y más largas (si eso es positivo o no es un tema completamente diferente).

Plutón no está solo

Recreación artística de Eris.  Su superficie es muy brillante (refleja un 96% de la luz que recibe). Crédito: ESO/L. Calçada y Nick Risinger (skysurvey.org)

Recreación artística de Eris. Su superficie es muy brillante (refleja un 96% de la luz que recibe).
Crédito: ESO/L. Calçada y Nick Risinger (skysurvey.org)

Durante décadas, Plutón fue visto como un caso excepcional. Es mucho más pequeño que los ocho planetas clásicos, y su órbita, además de ser muy elíptica, está muy inclinada respecto a la del resto de planetas que orbitan alrededor del Sol. Ahí terminaban sus peculiaridades. No era como el resto de planetas, pero no había nada que nos hiciera dudar de que no fuese parte de la gran familia que muchos habíamos estudiado en las escuelas durante aquellas décadas.

En honor a la verdad, miento, en la década de los 90 ya comenzaba a haber ciertas dudas sobre si realmente Plutón estaba en una situación excepcional. Si la memoria no me falla (es posible que esto sucediese a principios de los 2.000), por aquellos años también se comenzó a discutir sobre si Caronte era su satélite, en lugar de considerar a ambos como planetas binarios, porque orbitan en torno a un punto en el espacio que no está dentro de la masa de ninguno de ellos. Esa misma definición la utilizamos para poder identificar estrellas binarias.

Lo que definitivamente sí sucedió en la década de los 90 fue que los astrónomos comenzaron a descubrir muchos objetos en la misma región de Plutón (como por ejemplo, Folo, que fue descubierto en 1.992), en esa zona hay multitud de cuerpos helados y lo conocemos como el Cinturón de Kuiper. Eventualmente, en 2.005, el astrónomo Mike Brown anunció el descubrimiento de Eris, un objeto del Cinturón de Kuiper que, en aquel momento, parecía que podía ser incluso más grande que Plutón. Ahí fue cuando la Unión Astronómica Internacional decidió meterse en el asunto…

La definición de planeta enano

Recreación de Haumea (un planeta enano) y sus dos satélites. Crédito: A. Feild (Space Telescope Science Institute)

Recreación de Haumea (un planeta enano) y sus dos satélites.
Crédito: A. Feild (Space Telescope Science Institute)

Al año siguiente, en 2.006, la UAI creó la definición de planeta (por extraño que pueda parecer, no había una definición establecida antes de esa fecha), en la que se reunían tres requisitos indispensables para poder considerar como tal a un objeto celeste: que orbite alrededor del Sol sin ser el satélite de otro objeto, que sea lo suficientemente grande como para ser esférico por su propia gravedad (pero no tan grande como para poder provocar fusión nuclear en su interior, como es el caso de las estrellas) y que «haya limpiado su vecindario) de la mayor parte de objetos orbitales.

Plutón cumplía la primera definición y la segunda, pero no la tercera: el Cinturón de Kuiper está lleno de objetos similares. Así que la UAI creó la categoría de planeta enano para encuadrarlo en ella junto a Eris, y con el paso del tiempo esa categoría ha ido creciendo (en ella también se incluyen otros objetos celestes que reúnen las mismas condiciones, como Ceres, Makemake, Haumea, Sedna…), nutriéndose de los objetos celestes que vamos descubriendo y que no reúnen alguno de los tres requisitos previos.

Algunos científicos no estaban (ni están) de acuerdo

Concepto artístico de las nubes en Plutón (si es que las hay). Crédito: NASA / JHUAPL

Concepto artístico de las nubes en Plutón (si es que las hay).
Crédito: NASA / JHUAPL

Para muchos científicos, la decisión fue acertada. A fin de cuentas, a su modo de verlo, es más fácil entender que el Sistema Solar tiene ocho planetas y miles de pequeños planetas enanos, que entender que hay miles de planetas girando alrededor del Sol y que ocho de ellos son mucho más grandes que todos los demás. Sinceramente, visto así… tiene sentido, ¿no?

Por otro lado, también los hay que no están de acuerdo y consideran que se trata de un error monumental. Para algunos astrónomos (como Alan Stern, que participa en la dirección de la misión de la sonda New Horizons que recientemente visitó Plutón), la definición de la UAI es muy problemática, y muy atípica si se compara con otras ramas de la ciencia. Bueno, en realidad no toda la definición…

Todos podemos estar de acuerdo en que es imprescindible que el objeto en cuestión orbite alrededor del Sol (de hecho Ganímedes no es considerado un planeta precisamente porque rota alrededor de Júpiter), y que sea lo suficientemente masivo como para poseer una forma esférica también es algo fácil de entender. La parte de «haber limpiado su vecindario», sin embargo, es mucho más difusa.

Los puntos luminosos de Ceres. En esta imagen sólo aparecen dos, pero ya hay, al menos, ocho. El primero fue descubierto por el Hubble allá por 2003.

Ceres, ubicado en el cinturón de Asteroides. Crédito: NASA

En palabras del propio Stern, no hay ninguna otra rama de la ciencia en la que se dé algo así. Un río es un río, independientemente de que haya otros ríos cerca, y no tenemos una definición diferente para un río por mucho que sea afluente de otro con un caudal superior (como los afluentes del río Ebro, por ejemplo, que siguen siendo ríos). En el caso de los planetas es más problemático porque implica que la definición de planeta depende de su distancia al Sol.

Para que te hagas una idea, la Tierra es 1,7 millones de veces la masa de cualquier otro objeto en su vecindario, mientras que Plutón tiene sólo el 0,07 de la masa de todo el Cinturón de Kuiper. ¿Cuál es el problema si los números son tan grandes? Pues que a mayor distancia del Sol, mayor tiene que ser el planeta para poder limpiar su vecindario. Si pusiésemos a la Tierra en la órbita de Plutón, no podríamos considerarlo un planeta…

Stern dice que, a su parecer, cualquier definición que produzca un resultado en el que nuestro planeta no pueda ser considerado planeta debería ser considerada absurda de manera inmediata. Aun así, reconoce que no es el término planeta enano lo que le molesta, si no que, en su opinión (y  la de otros científicos) los planetas enanos deberían ser considerados planetas, exactamente igual que hacemos con los planetas terrestres y los gigantes gaseosos.

Podría haber hasta 20.000 planetas enanos

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Recreación artística de un objeto del Cinturón de Kuiper

Tanto si estás de acuerdo con la definición de la UAI, como si estás de acuerdo con el punto de vista que defienden astrónomos como Alan Stern, lo cierto es que sabemos que, a día de hoy, es posible que entre el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort haya más de 20.000 planetas enanos (de hecho muchos astrónomos creen que Sedna, un distante planeta enano que tarda 11.000 años en completar una órbita alrededor del Sistema Solar, es el primer objeto celeste que conocemos de esa zona del Sistema Solar), y puede que haya objetos aun más grandes que Plutón y Eris más lejos.

Si nos atenemos al concepto original, hoy en día el Sistema Solar probablemente tendría, como mínimo, una docena de planetas. La lista vendría a ser algo así: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Ceres, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, Eris, Sedna. Y, sin ninguna duda, crecería con el paso de los años (aquí no se incluyen otros planetas enanos como Quaoar, Makemake, Ixion…). Aun así, quién sabe si en algún momento en el futuro no descubriremos un nuevo planeta en las afueras del Sistema Solar (hay algunos indicios que hacen pensar que quizá, pero sólo quizá, podría haber algún objeto celeste de un tamaño considerable en la nube de Oort).

El tiempo dirá…

Referencias: Space, Wikipedia