Un grupo de investigadores ha concluido que Mercurio tiene un núcleo sólido con un tamaño nada despreciable. Es comparable al de la Tierra. Algo que podría ayudar a entender, también, cómo podría evolucionar el propio núcleo de nuestro planeta…
Mercurio tiene un núcleo sólido similar al de la Tierra
Vale la pena recordar, antes de contar la noticia, que en este caso, el estudio de Mercurio se ha hecho desde la órbita. Para ello, se ha recurrido a los datos que la misión MESSENGER, de la NASA, recopiló hace unos años, cuando estuvo en órbita alrededor del planeta más cercano al Sol. Así que la pregunta es lógica, ¿cómo es posible conocer su interior si no hemos perforado la superficie del planeta? La rotación del planeta y la propia órbita de la nave son herramientas que permiten obtener mucha información en este aspecto.
Dicho esto, ya se sabía que Mercurio tiene un núcleo metálico. Exactamente igual que sucede como en la Tierra. Además, y al igual que en nuestro planeta, el núcleo exterior está compuesto de metal en stado líquido. Pero, hasta ahora, solo había indicios de que su núcleo interno podría ser sólido. Ahora, un grupo de investigadores tiene motivos para creer que, efectivamente, Mercurio tiene un núcleo sólido. No solo eso, es extremadamente grande (en comparación al planeta) y tiene un tamaño similar al de la Tierra.
Mercurio tiene un núcleo realmente grande. Supone alrededor del 85% del volumen del planeta. Es desproporcionadamente grande, en comparación a su tamaño total, si lo enfrentamos a la proporción que supone el núcleo del resto de planetas rocosos. Algo que, por otro lado, es intrigante. ¿Por qué tiene un núcleo tan sumamente grande? En el estudio que han publicado los investigadores, hay observaciones muy interesantes. Concluyen que el interior del planeta está activo. El núcleo fundido es el motor del débil campo magnético que tiene…
Los hallazgos del interior de Mercurio
Concluyen, sin embargo, que el interior del planeta se ha enfriado mucho más rápido que el de la Tierra. Algo que puede resultar muy interesante para entender cómo se pudieron formar los planetas rocosos y, especialmente, cómo cambian con el paso del tiempo. Más concretamente, ayudar a entender cómo cambiará el campo magnético de la Tierra a medida que el núcleo se enfríe (un proceso que tendrá lugar en escalas de tiempo muy superiores a la de una vida humana). Todo esto, gracias a las observaciones de la sonda MESSENGER.
Esta misión de la NASA entró en la órbita de Mercurio en marzo de 2011. Permaneció en funcionamiento hasta abril de 2015, cuando fue estrellada, intencionadamente, contra la superficie del planeta. Las observaciones de MESSENGER han permitido determinar las regiones en las que hay anomalías gravitacionales. Es decir, lugares en los que hay una cantidad mayor o menor de masa. Así como el lugar en el que se encuentra el polo de rotación. Algo que permite entender cuál es la orientación del planeta y su rotación.
Todos los planetas giran sobre su eje. Mercurio lo hace mucho más lentamente que la Tierra. Un día allí es, aproximadamente, 58 días terrestres. Las pequeñas variaciones en esa rotación pueden dar pistas sobre cómo es el interior del planeta. En 2007, por medio de observaciones de radar, hechas desde la Tierra, ya se observaron pequeños cambios en esa rotación. Algo conocido como libración. Una pista de que el núcleo debe tener metal fundido líquido. Aunque no eran observaciones suficientes para saber cómo era el núcleo interno.
La gravedad al rescate para saber que Mercurio tiene un núcleo sólido
Es decir, debajo de esa capa líquida, de metal fundido, ¿podría haber un núcleo sólido? Para saberlo, los investigadores recurrieron a la gravedad. Porque es una herramienta perfecta para analizar el interior de un planeta. En función de su estructura interna, la gravedad es ligeramente diferente. Eso afectaba al comportamiento de la sonda MESSENGER a lo largo de su misión. Su movimiento iba cambiando ligeramente. Además, en sus últimas etapas, se encontró cada vez más cerca de la superficie, aportando mucha más información.
En las últimas etapas, orbitó a unos 200 kilómetros de altura. En su último año, lo hizo a menos de 100 kilómetros. Es de estos momentos cuando, según los investigadores, se han obtenido los mejores datos para poder hacer mediciones muy precisas de cómo es la estructura interna del planeta más cercano al Sol. Algo que ha permitido entender que Mercurio tiene un núcleo sólido. Para ello, los datos que obtuvo MESSENGER han sido procesados con la ayuda de simuladores, para ver cómo sería el comportamiento de la nave en cada caso.
Así, se pueden ajustar los parámetros hasta que los resultados de esas simulaciones encajan con los datos que recogió la sonda a medida que orbitaba alrededor del planeta. Los resultados muestran que, para que encaje, el mejor escenario es que Mercurio tiene un núcleo sólido muy grande. Su diámetro es, aproximadamente, de 2 000 kilómetros. Es la mitad de todo el núcleo que, a su vez, tiene unos 4 000 kilómetros de diámetro. Hay que recordar que el planeta tiene un diámetro de 4 879 kilómetros…
Un planeta muy diferente a la Tierra
Como comparación, el núcleo interno, sólido, de la Tierra tiene un diámetro en torno a 2 400 kilómetros. El núcleo externo, líquido, tiene un diámetro de unos 4 500 kilómetros. En total, por tanto, casi 7 000 kilómetros de núcleo (de un diámetro total de 12 740 kilómetros). El núcleo interno, en el caso de nuestro planeta, es la tercera parte del total del núcleo. Así que Mercurio tiene una estructura interna muy diferente (en tamaños) a lo que podemos encontrar en nuestro planeta. Conseguir estas mediciones no ha sido nada sencillo.
Porque, según cuentan los investigadores, han necesitado recurrir a diferentes campos científicos: geodesia, geoquímica, mecánica orbital y la gravedad. Todo ello ha permitido comprender cómo es la estructura interna de Mercurio. Algo que, por otro lado, permite destacar la importancia que tienen las misiones a diferentes lugares del Sistema Solar. Porque, sin los datos de la sonda MESSENGER en el recorrido de su órbita alrededor del planeta, faltaría una información vital para llegar a la conclusión de que Mercurio tiene un núcleo sólido inmenso.
Esas observaciones no se podían hacer desde la Tierra. Igual que muchas otras que se están realizando en diferentes lugares del Sistema Solar en estos momentos. Con cada una de esas observaciones, poco a poco, seguimos avanzando para entender mejor muchos aspectos del lugar en el que vivimos. No sólo cómo pudo formarse el Sistema Solar o los planetas. También cómo podrían evolucionar (especialmente la Tierra), o incluso la posibilidad de que haya, o haya habido, algún tipo de vida en otros lugares como Marte o bajo la capa de hielo de Encélado…
Estudio
El estudio es A. Genova, S. Goossens, E. Mazarico et al.; «Geodetic Evidence That Mercury Has A Solid Inner Core». Publicado en la revista Geophysical Research Letters el 15 de marzo de 2019. Puede ser consultado en este enlace.
Referencias: Phys
Leído, tío!