La NASA ha informado de que la misión del telescopio Kepler ha terminado. Apenas unos meses antes de cumplir su décimo aniversario, ha llegado el momento de poner el punto final a un telescopio que nos ha ayudado a entender la abundancia de los mundos en otros lugares de la galaxia…

La misión del telescopio Kepler ha sido una revolución

La misión del telescopio Kepler llega a su fin

Ilustración del telescopio Kepler observando exoplanetas.
Crédito: NASA/Wendy Stenzel

La misión del telescopio Kepler ha tenido un impacto muy profundo en nuestra comprensión de las estrellas de la Vía Láctea. Entró en funcionamiento el 12 de mayo de 2009 con una previsión original de operación de 3,5 años. Ha llegado casi a la década. La falta de combustible para seguir realizando operaciones científicas ha llevado al final de la misión. Es momento de echar la vista atrás y ver el impacto que ha tenido en nuestro conocimiento.

El objetivo inicial de la misión del telescopio Kepler era principalmente estadística. Se buscaba analizar tantas estrellas como fuese posible en una región del firmamento. El objetivo era obtener información sobre la distribución de planetas en ese lugar. Así, por extensión, se podría deducir las condiciones más probables en toda la galaxia. En 2009, ni siquiera existía la certeza de que hubiese un planeta por cada estrella.

Por supuesto, ni siquiera se podía imaginar la variedad de mundos que Kepler iba a descubrir. Hay que recordar que este telescopio es responsable del descubrimiento de más de 2 600 exoplanetas. No podemos olvidarnos, tampoco, de la misión K2. En 2012 se decidió extender la misión del telescopio Kepler más allá de su objetivo inicial. Pero los ingenieros tuvo que hacer frente a los problemas con los giroscopios del telescopio…

La misión K2, una nueva vida para el telescopio Kepler.

Concepto artístico del telescopio espacial Kepler en el espacio.
Crédito: NASA

Los giroscopios son responsables de la estabilidad del telescopio. Para poder maniobrar la nave, aprovecharon la presión ejercida por los fotones procedentes del Sol. De esta manera, se podría mantener al telescopio apuntando en la dirección correcta. En esta misión, K2, se abandonó el estudio de una única región. No era posible mantenerlo. En su lugar, se optó por estudiar 19 regiones diferentes del firmamento, produciendo una montaña de datos completamente nuevos.

La cantidad de información acumulada es enorme. Veremos estudios publicados, apoyándose en los datos del telescopio Kepler, durante décadas. Inicialmente, el telescopio iba a estudiar 156 000 estrellas. Con K2, esa cifra se disparó a más de 500 000 estrellas observadas. Una cifra nada despreciable que ha permitido realizar diferentes deducciones. Por ejemplo, a día de hoy se cree que del 20 al 50% de estrellas visibles tienen planetas rocosos en su zona habitable.

De todos los exoplanetas, la supertierra se ha convertido en el tipo más común. Se trata de planetas a medio camino, en tamaño, entre la Tierra y Neptuno. Algo que resulta llamativo porque nuestro Sistema Solar no parece tener ninguno. Algo que, sin embargo, podría cambiar en un futuro próximo. Todo depende de si finalmente se descubre el Planeta Nueve. Si existiese, por sus características, se trataría de una supertierra.

Sistemas planetarios de bolsillo

Recreación artística de Kepler-16b y su sistema estelar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle

Pero, si en algo ha destacado también la misión del telescopio Kepler es ayudarnos a descubrir que los sistemas planetarios pueden ser mucho más compactos que el nuestro. Kepler ha descubierto sistemas con órbitas realmente pequeñas. Es el caso de KOI-961. Está a 130 años-luz, en la constelación del Cisne. Es una enana roja un 70% más grande que Júpiter. A su alrededor, tiene tres planetas, probablemente rocosos. Todos tardan menos de dos días en completar una órbita alrededor de su estrella.

Otro ejemplo es Kepler-11, a 2 000 años-luz de distancia. Tiene seis planetas. El más lejano está el doble de cerca que la Tierra lo está del Sol. De hecho, los cinco planetas restantes están más cerca que Mercurio del Sol. Son solo algunos de los ejemplos que podemos mencionar. Kepler-32 es otra enana roja con cinco mundos descubiertos. En una distancia que es apenas la tercera parte de la que separa al Sol de Mercurio.

Todos estos sistemas plantean diferentes preguntas. Por ejemplo, cómo se forman. Así como, por supuesto, descubrir cuales son sus condiciones y si podrían ofrecer condiciones habitables a sus planetas. ¿Podríamos encontrar vida en los mundos en torno a este tipo de estrellas? Irónicamente, son TRAPPIST-1 y Próxima b los que más atención han recibido y ninguno de los dos lugares fueron descubiertos por la misión del telescopio Kepler.

El descubrimiento de mundos extraños

Póster artístico de Kepler-16b.
Crédito: NASA

Tampoco han faltado los descubrimientos de exoplanetas poco habituales. Kepler-10b, por ejemplo, tarda menos de un día en dar una vuelta alrededor de su estrella. Su densidad apunta a que está formado por hierro y roca. Es decir, un mundo de lava. También descubrió un mundo alrededor de una enana blanca, WD 1145+017. Kepler-16b saltó a la fama por ser un planeta alrededor de un sistema doble, similar al popular Tatooine de Star Wars.

O Kepler-444, que tiene cinco planetas de 11 000 millones de años. Eso, por supuesto, sin mencionar la estrella de Tabby. Una estrella con un comportamiento poco habitual, perdiendo brillo y recuperándolo de forma irregular. Su descubrimiento ha propiciado todo tipo de estudios para intentar explicar su extraño comportamiento. Todavía no parece haber un consenso absoluto sobre cuál es el causante de sus caídas de brillo.

Se mire por donde se mire, la misión del telescopio Kepler fue todo un éxito. A lo largo de sus más de 9 años de operación, el telescopio acumuló 678 GB de datos científicos. Esos datos han propiciado, hasta ahora, la publicación de 2 946 estudios científicos. El telescopio estuvo enviando datos hasta el último momento. Kepler es, sin ningún tipo de duda, una misión que ya forma parte de los grandes logros de la ciencia.

TESS, su sucesor, ya está en marcha

Concepto artístico del telescopio TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite).
Crédito: MIT

La misión del telescopio Kepler ha concluido, pero la búsqueda de exoplanetas no. El nuevo telescopio destinado a buscar exoplanetas ya está en funcionamiento. Se trata de TESS (siglas de Transiting Exoplanet Survey Satellite) que fue lanzado a principios de 2018. El objetivo de TESS es continuar el trabajo de Kepler y recoger nuevos datos. Su centro de observación está muy bien definido y promete ser, como mínimo, intrigante.

El telescopio analizará las 200 000 estrellas más cercanas a la Tierra. Una región 400 veces mayor que la observada por Kepler. Se espera que pueda descubrir hasta 20 000 exoplanetas a lo largo de los dos años de operación. TESS será capaz de intentar determinar la masa, tamaño, densidad y órbita de muchos planetas pequeños. Algo que, a su vez, permitirá que telescopio James Webb tenga objetivos que estudiar cuando entre en funcionamiento.

Al igual que Kepler, TESS podría funcionar durante mucho tiempo. Por delante están los dos años de su operación principal. Sin embargo, las estimaciones de su equipo es que podría funcionar sin grandes complicaciones durante 10 años. Se espera que TESS pueda descubrir de 500 a 1 000 exoplanetas con un tamaño similar al de la Tierra. El telescopio Kepler ha terminado su búsqueda, pero queda mucho camino por recorrer…

Referencias: Centauri Dreams