A primeros de abril, el cielo de Noruega mostró algo atípico. Eran luces extrañas que no tenían nada que ver con las bonitas auroras. Pero su origen no es ni extraterrestre ni misterioso. Al contrario, se trata de una prueba llevada a cabo por la NASA…
Auroras y luces extrañas
Las auroras son uno de los fenómenos más espectaculares que podemos observar en las latitudes cercanas a los polos de la Tierra. Lo que pocos esperaban, seguramente, fue observar luces extrañas en el firmamento. Regiones de luces moradas, azules y amarillas, que aparecieron en el firmamento sin previo aviso. No es de extrañar, ante tal espectáculo, que hubiese quien se preguntase si los extraterrestres no estarían detrás de algo tan misterioso. Pero su origen es de este mundo y mucho más fácil de explicar. Fue una prueba de la NASA.
La agencia norteamericana lanzó un sistema de cohetes desde Noruega. Su objetivo es estudiar el flujo del viento en las capas más altas de la atmósfera. En la noche del 5 de abril, apareció una aurora. Poco después, se vio acompañada por la presencia de las espectaculares luces creadas por diferentes compuestos químicos. Habían sido expulsados por el Auroral Zone Upwelling Rocket Experiment (AZURE). Es el primer lanzamiento de ocho que se realizará desde las bases noruegas en Andøya y Svalbard para este estudio.
Su misión es analizar las interacciones del campo magnético de la Tierra y las partículas, procedentes del Sol, que bombardean constantemente nuestro planeta. AZURE se centró en la ionosfera, una capa de la atmósfera, cargada eléctricamente, que se encuentra a entre 75 y 1 000 kilómetros de altura sobre la Tierra. Durante el lanzamiento, los cohetes liberaron varios marcadores químicos. Mezclas de compuestos químicos que se ionizan con la luz del Sol. Así, permiten a los investigadores observar el movimiento de las partículas, tanto neutrales como cargadas eléctricamente.
Observando el comportamiento de las partículas de la atmósfera
Esas luces extrañas, por tanto, permiten analizar cómo se comportan las partículas cargadas y la energía a través de la atmósfera, midiendo la densidad del viento y su temperatura. Estos elementos se liberaron a una altura de entre 114 y 249 kilómetros. La propia NASA explicó que no supusieron ningún peligro para los residentes en la zona. Ambos cohetes fueron lanzados casi a la vez desde el centro espacial de Andøya. El fotógrafo Michael Theusner, a 180 kilómetros de distancia, hacia el sur, ya estaba preparado.
Pero no para capturar las espectaculares imágenes del vídeo que abre este artículo. Sino para observar el firmamento. Al principio, parece que no sabía que era. Bromeó con la posibilidad de que pudiese tratarse de un ataque extraterrestre. Sin embargo, una búsqueda rápida le permitió entender que lo que estaba viendo eran los resultados de una misión de la NASA. Esas luces extrañas eran muy llamativas. Pero, a pesar de todo, tenían un origen muy cercano a nuestro planeta. No tenía nada que ver con extraterrestres.
Con la ayuda de los instrumentos de esos cohetes, y los instrumentos en la superficie, los investigadores pueden analizar el movimiento de esas nubes en tres dimensiones. El análisis les permite obtener información muy importante sobre cómo se mueven las partículas en la ionosfera. Algo que permitirá a los científicos comprender mejor cómo funciona la energía que produce la aparición de las auroras polares. Probablemente, no será la única vez en la que se podrá observar este resultado tan espectacular en el cielo noruego.
Las fascinantes auroras polares
Las auroras son un buen recordatorio de que el Sistema Solar es mucho más dinámico de lo que podría parecer. La atmósfera de nuestro planeta interactúa con las partículas procedentes del Sol. El resultado es un espectacular conjunto de luces que se puede observar tanto en el hemisferio norte como en el sur. Es una imagen muy familiar para los habitantes de las regiones más cercanas a los polos. Pero las auroras pueden producirse también mucho más cerca del ecuador si las condiciones son las apropiadas.
Sucedió, por ejemplo, durante el Evento Carrington. Es la tormenta solar más potente de la que tenemos constancia. En aquella ocasión, se llegaron a producir auroras boreales que fueron visibles incluso en lugares como España o Cuba. No solo eso, también hemos observado este fenómeno en otros lugares del Sistema Solar. Es el caso, por ejemplo, de Saturno. Sus auroras también están alimentadas, principalmente, por la interacción con el viento solar. En Júpiter también hay auroras, pero su mecanismo depende de más factores.
En definitiva, las auroras no son solo un fenómeno muy vistoso que podemos observar de cuando en cuando. Su estudio permite comprender mejor cómo se comporta la atmósfera. Así como comprender cuál es la interacción entre la ionosfera y el viento solar de nuestra estrella. Probablemente, veremos más noticias hablando de luces extrañas sobre Noruega. Pero si es así, ya sabéis que su origen no tiene nada que ver con posibles extraterrestres…
Referencias: Space