¿Qué sucederá en el futuro con los discos de oro de las sondas Voyager? Aunque, desde hace décadas, se tiene una idea general. Dos investigadores han querido analizar cómo podrían cambiar (y cuánto perdurarán) en una escala de tiempo tremendamente grande, mayor que la vida de la Vía Láctea…

El futuro de los discos de oro de las Voyager

Los discos de oro de las sondas Voyager son, sin duda, uno de los objetos más fascinantes de la astronomía. A fin de cuentas, no hay que olvidar que contienen información sobre nuestra civilización, el Sistema Solar, nuestro planeta… Por eso, no resulta sorprendente que mucha gente se pregunte qué pasará con ellos en el futuro. Dos investigadores han presentado su trabajo en una reunión de la Sociedad Astronómica Americana. Su objetivo: ver qué estrellas podrían visitar las sondas en un futuro tremendamente lejano.

El futuro de los discos de oro de las sondas Voyager
En este concepto artístico, la sonda Voyager 1 observa el Sistema Solar a vista de pájaro. Crédito: NASA, ESA, y J. Zachary y S. Redfield (Wesleyan University); Crédito de la ilustración artística: NASA, ESA, y G. Bacon (STScI).

Lo interesante es que los modelos les han permitido ir mucho más allá de lo que podríamos pensar. Han combinado el movimiento de las sondas Voyager con los entornos por los que viajarán en el futuro. Así, buscaban calcular la posibilidad de que los discos de oro sobrevivan y sigan siendo legibles. El resultado es una predicción que resulta muy curiosa y que, seguramente, pocas personas imaginan hasta qué fecha nos lleva. El futuro de los discos de oro de las sondas Voyager podría llegar más allá, incluso, de la vida de la mayoría de estrellas.

En realidad, no buscaban llegar tan lejos. Su investigación está inspirada por la publicación de datos de la sonda Gaia. Querían determinar, con la máxima precisión posible, que estrellas podrían encontrarse en el camino de ambas Voyager. No sorprende que la información referente a los próximos miles de años no sea nueva. Las sondas tardarán, al menos, unos 20 000 años en atravesar la nube de Oort, la región más alejada del Sistema Solar. Solo en ese momento comenzarán a sentir la atracción gravitacional del resto de estrellas de la Vía Láctea.

Millones de años… y pocos encuentros

En unos 30 000 años, desde ahora, la nave pasará cerca de la enana roja Ross 248. En unos 500 millones de años, el Sistema Solar y las sondas Voyager habrán completado una órbita alrededor del centro de la Vía Láctea. Aunque no se sabe cómo estará la Tierra en ese momento, es un período tan grande como el necesario para la destrucción y formación de un supercontinente como Pangea, por ejemplo. En su órbita alrededor del centro de la galaxia, las sondas Voyager oscilarán hacia arriba y abajo. Voyager 1 lo hará de una manera más marcada que Voyager 2.

Según los modelos, Voyager 1 viajará muy por encima del disco principal. Hasta el punto de que verá estrellas con la mitad de frecuencia que desde la Tierra. Esa diferencia en movimiento vertical también afectará a la posibilidad de supervivencia, en el futuro, de los discos de oro de las Voyager. Bajo una cubierta de oro, se encuentra una protección de aluminio y, finalmente, en su interior están los discos de cobre. Fueron diseñados para sobrevivir, quizá, unos 1000 millones de años en el espacio. Pero para saber si será así, hay que saber qué les espera.

Por lo que hace falta saber en qué lugares estarán. Más concretamente, según han explicado los investigadores, cuánto tiempo estarán en las nubes de polvo interestelar. Uno de los pocos fenómenos, explican, que podrían dañar las naves. En su interior, las partículas de polvo chocarán con las sondas a una velocidad de varios kilómetros por segundo. Como una especie de lluvia que, poco a poco, arranca la piel de la nave. Por lo que simularon los efectos de miles de pasos de las naves a través de las nubes interestelares de la galaxia.

Los discos de oro podrían durar mucho tiempo

Es necesario tener en cuenta que calcular el movimiento de una nave, en una escala de tiempo tan sumamente grande, es muy difícil. Como explican los propios investigadores, alguna de las nubes interestelares, por ejemplo, podría alterar el rumbo de las naves y lanzarlas hacia el centro de la galaxia. Sea como fuere, parece que los discos podrían ser legibles durante mucho tiempo. Los lados grabados están orientados hacia la nave. La superficie exterior del disco de Voyager 1 es más probable que se erosione. Para Voyager 2, el lado de la información.

Reverso del disco de oro de las sondas Voyager. Crédito: NASA

El motivo se debe a que, en las simulaciones, la órbita de Voyager 2 es más caótica. Es mucho más difícil entender por qué entornos pasará. Pero, de una forma u otra, los investigadores explican que los discos de oro tienen posibilidades muy altas de sobrevivir, al menos, durante unos 5000 millones de años. Es decir, hasta la colisión de la Vía Láctea y Andrómeda. A partir de ahí, es mucho más difícil entender qué sucederá. Todo dependerá de cómo se vean afectadas por la fusión de las galaxias. Algo que no se puede predecir con tanta antelación.

En esos 5000 millones de años, los investigadores calculan que ambas sondas Voyager pasarán a 150 UAs (unidades astronómicas) de una estrella. Una UA es la distancia media entre la Tierra y el Sol. O lo que es lo mismo, a unas tres veces la distancia a la que Plutón está del Sol. ¿Qué estrella podría ser la visitada? Quizá una que ni siquiera exista todavía. Es una posibilidad que resulta llamativa. Puede que nuestras sondas visiten una estrella que todavía no se ha formado. Si bien hay que tener claro que solo se trata de una hipótesis.

El futuro muy lejano de los discos de oro de las sondas Voyager

Sea como fuere, tras la fusión de la Vía Láctea y Andrómeda, todo depende de cómo se desarrolle el proceso. Es posible que la colisión expulse a alguna de las dos naves. Algo para lo que calculan que existe una posibilidad entre cinco. En ese caso, la mayor amenaza sería las colisiones con rayos cósmicos y con moléculas de gas caliente. Ambos impactos serían menos frecuentes que los de las nubes de polvo interestelar (y las naves seguirían cerca de nuestra galaxia). En el interior de la nueva galaxia, todo depende de varios factores.

En unos 3.750 millones de años, la Vía Láctea y Andrómeda comenzarán a distorsionarse mutuamente por la acción de la gravedad. Crédito: NASA

Por ejemplo, cuánto polvo quede. Puede que sea una cantidad mínima. Si es así, las sondas Voyager podrían perdurar durante escalas de tiempo extremadamente largas. Tanto que bien podrían llegar a seguir existiendo en un futuro muy lejano. Un momento en el que el universo ya no formará estrellas. Quizá incluso cuando ya solo queden agujeros negros, enanas blancas y estrellas de neutrones. En ese futuro tan lejano, la única fuente de iluminación será la de las supernovas. Serán un fenómeno tremendamente raro.

Sucederán, quizá, una vez cada billón de años, cuando choquen algunos cadáveres de viejas estrellas. En ese momento tan remoto, puede que las creaciones del ser humano sigan vagando por el cosmos. Aunque para ello, parece, haría falta que se cumplan las mejores condiciones en muchos aspectos. No deja de ser curioso, aun así, pensar que las sondas Voyager, realmente, podrían ser nuestro legado. No para una civilización venidera. Ni para habitantes de algún otro lugar de la galaxia. Sino un testigo de nuestra existencia para el propio universo…

Referencias: Space