Aunque puede parecer algo exclusivo de la ciencia ficción, hemos hablado en muchas ocasiones de la terraformación, ese proceso que nos permitiría transformar un planeta inhabitable en un lugar que sea acogedor para la vida, tal y como la conocemos en la Tierra, ahora, un proyecto teórico nos permite acercar esa idea un poco más a la realidad…

Un proyecto teórico

Este concepto artístico muestra uno de los posibles aspectos del planeta Kepler-452b. Crédito: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle

Este concepto artístico muestra uno de los posibles aspectos del planeta Kepler-452b, un planeta similar a la Tierra, en la zona habitable de su estrella.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle

Hay que tener claro que de momento esto es sólo un proyecto teórico, pero, si hacemos caso de lo planteado, nos permitiría hacer que planetas que ya sean mínimamente habitables (es decir, nos podemos olvidar de lugares como Mercurio, que no cumplen con ese requisito) se conviertan en ricos entornos que sean capaces de permitir la supervivencia de microbios. Al menos, según se plantea en un estudio reciente.

Aunque su parecido es mera coincidencia (al menos según cuentan los chicos de Space.com al ponerse en contacto con Claudius Gros, el autor del estudio del que hablamos), recuerda al dispositivo Génesis de Star Trek, que apareció en dos películas de la década de los 80. En la película La ira de Khan (1982), este artefacto era utilizado de manera accidental y creaba un planeta completo en sólo unos pocos días o semanas. El dispositivo que se construiría en la realidad funcionaría de manera diferente. Su función sería diseminar formas de vidas terrestres en un planeta que tenga algunos ingredientes de la habitabilidad, pero no todos.

El proyecto Génesis (el real, el planteado por Gros) sugiere que sería posible terraformar planetas (haciendo que sean más parecidos a la Tierra), con la ayuda de sondas robóticas que llevarían organismos terrestres y los depositarían en la superficie del planeta elegido. Sin embargo, la tecnología que necesitaríamos utilizar para esas sondas ni siquiera está en fase de diseño, así que es imposible ponerle fecha. De momento ni siquiera se está trabajando en la tecnología necesaria.

Evolución natural

Esta imagen muestra la Tierra (a la derecha del todo) y las impresiones artísticas de Kepler-22b, Kepler-69c, Kepler-452b, Kepler-62f y Kepler-186f.  Crédito: NASA/Ames/JPL-Caltech

Esta imagen muestra la Tierra (a la derecha del todo) y las impresiones artísticas de Kepler-22b, Kepler-69c, Kepler-452b, Kepler-62f y Kepler-186f.
Crédito: NASA/Ames/JPL-Caltech

El proyecto Génesis buscaría dar a la vida la posibilidad de evolucionar, por su propia cuenta, en otros planetas. Sólo tendría la influencia robótica en la fase inicial, cuando las semillas fuesen transportadas hasta su destino por las sondas. El resto, sin embargo, dependería exclusivamente de la capacidad de supervivencia y de transformación del planeta por parte de los organismos que fuesen enviados allí.

Tras su llegada al planeta de destino, una sonda enviaría cápsulas de reentrada microscópicas, que llevarían consigo una amplia variedad de organismos terrestres. Antes de su lanzamiento, los científicos tendrían que determinar qué organismos son los más apropiados para el entorno del planeta que se haya elegido. Con el paso del tiempo, sería posible ver cómo reacciona y cambia el planeta tras la llegada de los organismos.

Si descubriesen que el planeta es generalmente habitable para la vida y lo siembran con los organismos apropiados, es muy probable que en las primeras etapas se pudiesen producir desastres ecológicos a escala global (por ejemplo, el crecimiento descontrolado de algas unicelulares). Sin embargo, no sería una tragedia, el planeta sólo tardaría unos miles de años en estabilizarse. La supervivencia de las formas de vidas enviadas al destino, e incluso su capacidad de reproducción, dependerán de varios factores, como la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmósfera, su temperatura media, y cuanta luz de su estrella llega a la superficie (o si las formas de vida dependen de otra fuente de energía, como la actividad hidrotermal).

Un proceso lento

Concepto artístico de la superficie de Próxima B. En el horizonte se puede ver a Próxima Centauri y, en la lejanía, al sistema binario que forman Alfa Centauri A y B. Crédito: ESO/M. Kornmesser

Concepto artístico de la superficie de Próxima B. En el horizonte se puede ver a Próxima Centauri y, en la lejanía, al sistema binario que forman Alfa Centauri A y B.
Crédito:
ESO/M. Kornmesser

A diferencia de lo que sucedía en la película En busca de Spock (1984), donde la vida evoluciona rápidamente, en un planeta real las cosas irían con mucha más calma. No en vano, tenemos evidencias de que la vida en nuestro planeta no apareció hasta unos 1.200 millones de años después de su formación, aunque hay algunas pistas que nos hacen pensar que podrían haber aparecido mucho antes, sólo quinientos millones de años después del nacimiento del Sistema Solar.

Los animales multicelulares y las plantas sólo aparecieron en la explosión cámbrica, hace unos 550 millones de años. Aunque algo como el proyecto Génesis sería capaz de darle un buen empujón a este proceso en otro planeta, todo dependería de sus características. Es posible que fuesen necesarios de 10 a 100 millones de años para que los organismos terrestres produjesen oxígeno y se acumulase en la atmósfera, propiciando la aparición de formas de vida mucho más avanzadas.

Según Gros, el autor del estudio, la tecnología necesaria para enviar estas sondas a otros planetas podría estar disponible en los próximos 50 o 100 años, aunque esa estimación va a depender en gran medida del ambicioso proyecto Breakthrough Starshot, que tiene como objetivo enviar sondas microscópicas a Alfa Centauri, el sistema estelar más próximo al Sol, donde también descubrimos, hace muy poco tiempo, que se encuentra el planeta más cercano al Sistema Solar: Próxima b.

Un proyecto un tanto difuso

Concepto artístico de Breakthrough Starshot: Crédito: Breakthrough Initiatives

Concepto artístico de Breakthrough Starshot.
Crédito: Breakthrough Initiatives

Génesis es un proyecto difícil de ubicar. No ofrece ningún beneficio tangible para la humanidad, especialmente a corto plazo, pero es realizable tanto científica como económicamente. Aunque un dispositivo como el propuesto podría ser posible en algún momento en el futuro, lo cierto es que es difícil especificar en qué momento exacto podríamos esperarlo porque el trabajo en las áreas más interesadas (búsqueda de exoplanetas habitables y viajes interestelares) todavía está comenzando a andar.

Además, también se abrirán dilemas éticos. ¿Qué sucede si enviamos una sonda con microorganismos a un planeta sin que los científicos hayan detectado que ya estaba habitado por formas de vida unicelulares? Es muy probable que en ese caso, la forma de vida invasora pueda acabar con la autóctona… ¿En qué casos es aceptable que pueda destruirse la vida autóctona del planeta, si la hubiera? ¿En qué casos no? Es un asunto mucho más complejo de lo que parece.

El estudio ha sido aceptado para su publicación en la revista Astrophysics and Space Science, está disponible en arXiv.

Referencias: Space