Marte ha estado recibiendo visitas de los seres humanos desde hace décadas. Desde naves que han estado en su órbita, observándolo desde el espacio, hasta sondas y rovers (vehículos robóticos) que se han posado en su superficie. ¿Cómo podemos evitar que Marte se vea contaminado por los microbios de la Tierra?

Una misión complicada

El rover Curiosity haciéndose un autorretrato sobre la superficie de Marte. Crédito: NASA

El rover Curiosity haciéndose un autorretrato sobre la superficie de Marte.
Crédito: NASA

Hasta el momento, seis sondas se han posado en la superficie de Marte para recoger datos y cuatro rovers están recorriendo, o han recorrido, el suelo del planeta rojo. Además, tenemos otra nave y otro rover en camino. Por si fuera poco, en los próximos cinco años, otros tres vehículos, dos naves que se posarán en el planeta y otras dos que entrarán en su órbita están siendo desarrolladas con propuestas para misiones tripuladas e, incluso, asentamientos permanentes que llegarían poco tiempo después.

En este contexto, evitar que Marte se pueda ver contaminado por algún microorganismo terrestre es una misión que, cada vez se está volviendo más compleja. No en vano, las empresas privadas espaciales comienzan a expandir su actividad y nos acercamos al momento de enviar humanos. Si cometemos errores, no sólo estaremos poniendo en peligro las posibles formas de vida que pudiera haber allí, también podemos exponernos al proceso inverso: que haya algún tipo de organismo marciano que pueda aguantar el viaje de vuelta a la Tierra y contaminar nuestros ecosistemas.

La nave Viking 1, que se posó en Marte. Crédito: Mark Pelligrino/Wikipedia

La nave Viking 1, que se posó en Marte.
Crédito: Mark Pelligrino/Wikipedia

Para poder comprender mejor todo este proceso, algunos investigadores de protección planetaria están poniendo su atención en las especies invasoras aquí, en la Tierra, desde el virus Zika a las serpientes pitón que proliferan en el parque nacional de los Everglades, en Florida (Estados Unidos). Son ejemplos perfectos para comprender y evaluar el posible impacto que podría tener en un ecosistema la introducción de algo que era desconocido para ese entorno.

Sabemos que algunos entornos extraterrestres, como los gigantes gasesosos o los asteroides, seguramente son incapaces de permitir la presencia de la vida tal y como la conocemos en la Tierra, por lo que es menos probable que la contaminación biológica sea un problema. Sin embargo, en lugares con un parecido mucho mayor con nuestro planeta, como es el caso de Marte, hay regiones que pueden ser especialmente favorables a la contaminación de vida llegada desde otro lugar.

Evitando la contaminación

La sala limpia dentro de la instalación de construcción de naves del laboratorio de propulsión a chorro de la NASA, en Pasadena, California (EEUU). Crédito: NASA/JPL

La sala limpia dentro de la instalación de construcción de naves del laboratorio de propulsión a chorro de la NASA, en Pasadena, California (EEUU).
Crédito: NASA/JPL

Ya estamos tomando medidas para evitarlo. Todas las naves son sometidas a un exhaustivo proceso de limpieza para garantizar que no llevan microbios a bordo. Son construidas en salas limpias, por trabajadores en uniformes de sala limpia y con máscaras de cirugía. Muchas partes son limpiadas con disolventes, bañadas en vapor de peróxido de hidrógeno y calentadas a diferentes temperaturas en función de su composición y de cómo vayan a entrar en contacto con el mundo exterior. Aunque es imposible hacer que los robots sean completamente estériles, estos procedimientos implican que terminen llevando decenas, o cientos, de miles de microbios en lugar de miles de millones.

A pesar de estas medidas, no consideramos que los rovers que hemos enviado hasta la fecha sean lo suficientemente estériles para entrar en aquellas zonas de Marte que podrían tener agua. De hecho, existe la posibilidad de que Curiosity tengan que desviarse de su rumbo actual porque podría acercarse al agua salada que parece aflorar de cuando en cuando en algunos lugares de la superficie del planeta. Si introdujésemos una invasión de microbios de la Tierra que pudiesen crecer y multiplicarse allí, puede que nunca seamos capaces de saber si llegó a existir vida nativa en algún momento.

Los astronautas

Encélado Crédito: Cassini Imaging Team, SSI, JPL, ESA, NASA

Encélado
Crédito: Cassini Imaging Team, SSI, JPL, ESA, NASA

Próximamente, tendremos otro reto al que enfrentarnos. Las personas. No podemos ser calentados a temperaturas altas para limpiarnos, y bañarnos en disolventes o en vapor de peróxido de hidrógeno no es una idea especialmente brillante. Somos sacos enormes de microbios, y mantenernos aislados del entorno de Marte, una vez que nuestros astronautas lleguen allí, seguramente será algo imposible.

En su lugar, los especialistas en protección planetaria esperan que los científicos puedan descubrir lo suficiente sobre el entorno del planeta antes de que enviemos seres humanos allí, para protegerlo o para que dejemos de preocuparnos por contaminarlo. Todavía nos falta información básica para poder comprender si es aceptable, o no, introducir organismos en el entorno en función del nivel de riesgo. Puede que, al final, resulte que en el caso de Marte no sea demasiado importante, pero en mundos como Encélado o Europa, donde la vida terrestre podría florecer con sencillez por la presencia de grandes cantidades de agua en estado líquido, sería algo de importancia vital.

En terreno desconocido

Esta imagen, tomada por la Mars Orbiter, muestra capas de roca en el sistema de cañones de Valle Marineris. En ella se pueden apreciar tramos de silicio opalino, como el fotografiado por el rover Spirit en el Cráter Gusev. Crédito: NASA/JPL-Caltech/Univ. of Arizona

Esta imagen, tomada por la Mars Orbiter, muestra el sistema de cañones de Valle Marineris, en Marte.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/Univ. of Arizona

El principal inconveniente es que es muy difícil (por no decir imposible) saber si disponemos de información suficiente. Nunca podremos decir que tenemos un cien por cien de seguridad, por ejemplo, de que no hay vida en Marte. Incluso en la Tierra, los científicos siguen haciendo descubrimientos inesperados sobre la vida. A pesar de toda la tecnología que tenemos, no haber encontrado formas de vida en el planeta rojo no quiere decir que no exista, si no que simplemente puede ser un síntoma de que hasta ahora no hemos sido demasiado exitosos en nuestra búsqueda.

Si tuviésemos científicos humanos en otros planetas, serían capaces de hacer más experimentos que los permitidos por el limitado conjunto de instrumentos que podemos incorporar en un explorador robótico pero, al mismo tiempo, podrían llevar tanta contaminación terrestre consigo mismos que serían incapaces de detectar vida nativa. Es uno de los muchos asuntos en los que la protección planetaria necesita encontrar una respuesta que nos permita avanzar.

Estamos ante un campo de la ciencia que está en constante evolución con información nueva. Cada año, el Comité de Investigación Espacial (COSPAR, por sus siglas en inglés), celebra un simposio en el que se reúnen miles de científicos para hablar, entre otras cosas, de cómo mantener otros mundos tan limpios como sea necesario. COSPAR aconseja a las Naciones Unidas que, a su vez, puede incorporar esas recomendaciones en el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes de 1967 (y al que también conocemos, simplemente, como el tratado sobre el espacio ultraterrestre), proporcionando una base legal para la protección planetaria. Hasta el momento, 104 estados lo han ratificado, convirtiéndose en responsables de la protección planetaria tanto para sus agencias espaciales como para cualquier empresa ubicada en sus fronteras.

Un desafío conjunto

Concepto artístico de una colonia en Marte. Crédito: NASA/Pat Rawlings

Concepto artístico de una colonia en Marte.
Crédito: NASA/Pat Rawlings

El ser humano no siempre ha sido demasiado bueno a la hora de colaborar. Por suerte, la protección planetaria se cuenta entre las excepciones. Hasta la fecha ha habido un consenso por el que todo el mundo se compromete a seguir las mismas normas, y es algo digno de mención. Es la primera vez que la humanidad, como sociedad global, ha tomado este tipo de decisión y en los últimos 50 años han seguido y respetado esas normas.

Los próximos 50 años traerán más desafíos a la protección planetaria. A medida que más países desarrollen su capacidad de vuelo espacial y exploración espacial privada por medio de empresas como SpaceX, que ya ha anunciado su intención de enviar la primera misión a Marte en 2018. Cuantos más países viajen al espacio, y más empresas privadas pongan su atención en otros objetos celestes, más posibilidades habrá de contaminar otros lugares. Puede que sea un mal necesario, una consecuencia inevitable de dar el paso para expandirnos más allá de la Tierra, pero no por ello hay que renunciar a proteger otros mundos para poder encontrar sus formas de vida nativa, si es que las tuvieran.

Referencias: Smithsonian Magazine