Las ráfagas rápidas de radio son un fenómeno que todavía no comprendemos demasiado bien. Ahora, en un nuevo estudio se plantea la posibilidad de que su origen no sea natural, si no que procedan de tecnología alienígena. Aunque no es imposible, parece una respuesta poco probable…

Las ráfagas rápidas de radio

Concepto artístico de una vela solar impulsada por un haz de radio generado en la superficie de un planeta.
Crédito: M. Weiss/CfA.

Hay mucho por aprender sobre las ráfagas rápidas de radio (abreviada FRB por sus siglas en inglés). La primera de ellas, la ráfaga de Lorimer (FRB 010724) fue detectada hace sólo una década. Desde entonces, hemos encontrado un total de 16 emisiones. Creemos que todas proceden de distancias cosmológicas. Es decir, más allá de la Vía Láctea.  En 2015 se detectó la ráfaga FRB 150418, que ha sido rastreada hasta un núcleo galáctico activo, alimentado por un agujero negro supermasivo.

Hay otras ráfagas, y una de ellas (FRB 121102) incluso se ha repetido varias veces. En todos los casos, las distancias y el brillo nos hace pensar que sus orígenes deben estar en los rayos gamma y en las estrellas de neutrones masivas. Sin embargo, Avi Loeb y Masnavi Lingam, dos investigadores de la Universidad de Harvard, sugieren que su origen podría ser artificial. Podríamos estar ante un producto de la ingeniería alienígena, en lugar de un fenómeno natural.

Los investigadores sugieren que las ráfagas rápidas de radio podrían ser haces artificiales. De hecho, van un poco más allá y sugieren que podrían ser parte de una infraestructura para impulsar velas solares…

Un posible origen artificial

Un concepto artístico que muestra un FRB pasando a través del radiotelescopio de Arecibo.
Crédito: Danielle Futselaar

Aunque puede sonar descabellado, no es absurdo sugerir que las ráfagas rápidas de radio podrían tener un origen artificial. Las teorías más populares las relacionan con procesos naturales muy energéticos (como los rayos gamma y estrellas de neutrones que ya he mencionado). Pero, por sus parámetros, los investigadores creen que también podemos relacionarlos con ciertas estructuras artificiales que producirían un resultado similar.

Eso sí, estamos hablando de una estructura gigantesca. Pongámonos en situación. Imaginemos una civilización extraterrestre que esté utilizando la energía de una estrella para alimentar esos haces de luz. De paso, supondremos que utilizan agua como refrigerante. Los emisores de esos haces, aunque gigantescos, no violarían las leyes de la física tal y como la conocemos. En el estudio, se plantea que el diámetro mínimo de apertura de la estructura que emitiría esos haces sería del doble del diámetro de la Tierra.

Es decir, el supuesto emisor de haces de energía, con el que una civilización podría estar impulsando sus naves, tendría el tamaño de un planeta de un tamaño considerable. O bien una supertierra, o bien un mini-Neptuno. Es posible que podamos ir incluso un poco más allá. Los investigadores creen que la estructura que impulsaría a esas naves podría tener la forma de una esfera de Dyson, envolviendo a su estrella. La potencia de un emisor de estas dimensiones sería suficiente para empujar una carga de millones de toneladas. En el estudio, se plantea que, si se utilizase para impulsar una nave espacial, sería una muy grande. Probablemente, algo que se asemejaría mucho a algunas colonias espaciales imaginadas en la ciencia ficción.

¿Cuál es el origen de las ráfagas rápidas de radio?

La galaxia de Andrómeda.
Crédito: Adam Evans

Supongamos, por un momento, que realmente hubiese una civilización alienígena ahí fuera. Supongamos, además, que realmente han construido un emisor de haces de luz gigantesco para poder impulsar sus naves. ¿Qué veríamos desde la Tierra? A medida que la nave se alejase de su origen, el movimiento de la estructura emisora iría cambiando visto desde nuestra perspectiva. Es decir, sólo detectaríamos una breve ráfaga en el lapso de tiempo que estuviese apuntando hacia nuestro planeta.

Es una especulación muy interesante, pero, ¿cómo podemos saber si el origen de las ráfagas rápidas de radio es natural o artificial? Según los investigadores, debería ser posible hacer esa distinción entre un origen natural y artificial. Dependería de la forma que tuviese el pulso a medida que el haz de luz se mueve para impulsar a la vela solar. Dicho así es posible que suene a chino (y la verdad es que todavía puede sonar peor…).

Lo que los investigadores plantean, es que la propia nave emitiría una sombra sobre ese haz, de manera que su curva de luz, lo que veríamos en la Tierra, mostraría un patrón muy específico que podríamos observar en nuestro planeta. De hecho, sugieren que buscar ese tipo de patrones en las ráfagas rápidas de radio nos podrían ayuda a averiguar si su origen es natural o, por el contrario, se trata de la tecnología de una civilización extragaláctica.

Un objetivo al que escuchar…

El Allen Array Telescope, en California (Estados Unidos).
Crédito: SETI Institute

Al principio del artículo he mencionado la ráfaga FRB 121102. Es la única que conocemos que se repite. Loeb y Lingam sugieren que el instituto SETI, y otras iniciativas como Breakthrough Listen centren su atención en ella. No es una mala idea. A fin de cuentas, algunos científicos han sugerido que el origen natural de estas ráfagas estaría en explosiones astrofísicas. Es decir, en eventos que sucederían una única vez. Sin embargo, si la fuente fuese artificial, y se tratase de un transmisor de algún tipo, cabe esperar que esa señal se repita durante su funcionamiento normal.

Hay muchos modelos que intentan explicar qué podría provocar estas ráfagas rápidas de radio. De hecho, y no es ninguna broma, podría decirse que tenemos más modelos que ráfagas detectadas. Algunos de ellos, plantean que las ráfagas rápidas de radio son fenómenos naturales. Por ejemplo, podrían ser ráfagas de rayos gamma. De ser así, el ritmo al que suceden vendría dictado por el ritmo de formación de las estrellas masivas que producirían esos haces.

Pero, si las ráfagas tienen un origen artificial (y por tanto planetario) su ritmo podría venir definido por la cantidad de planetas que tengan civilizaciones avanzadas. En ese punto, el estudio plantea que podríamos establecer un limite superior a la existencia de civilizaciones extraterrestres. En una galaxia como la nuestra, habría menos de 10.000 civilizaciones capaces de emitir ráfagas rápidas de radio. Sin embargo, el origen de las ráfagas complica el cálculo. Quizá solo las ráfagas que se repiten (es decir, FRB 121102) sean de origen artificial…

Una posibilidad interesante, pero poco probable

Concepto artístico de una esfera de Dyson.
Crédito: Adam Burn

Los propios investigadores sugieren que una civilización podría tener más de un transmisor. Especialmente si hablamos de una civilización que haya alcanzado el tipo II o III de la escala de Kardashov. La lectura más interesante, es que creen que en la Vía Láctea podría producirse una ráfaga rápida aproximadamente cada 300 años. Si sucediese a menos de 20 kilopársecs (menos de 65.000 años-luz de distancia) podríamos saber exactamente cuál sería su origen.

En cualquier caso, es una discusión interesante porque, una vez más, se vuelve a plantear la posibilidad de que el origen de algo que observamos en el universo no sea natural. Sin embargo, es poco probable que el origen de las ráfagas rápidas de radio esté en civilizaciones extragalácticas muy avanzadas. Si tenemos en cuenta que no hemos detectado señales de vida inteligente en el universo. En cualquier caso, uno de los investigadores, Avi Loeb, parece haber tenido ese mismo hilo de pensamiento en mente. En su estudio, recoge la siguiente frase: La ciencia no es una cuestión de creencias, es una cuestión de evidencias. Decidir qué es lo más probable por adelantado limita las posibilidades. Vale la pena exponer ideas y dejar que sean los datos los que actúen como juez.

El estudio es Loeb and Lingam, «Fast Radio Bursts from Extragalactic Light Sails,” que será publicado en The Astrophysical Journal Letters. Puede consultarse en arXiv.

Referencias: Centauri Dreams