Esta semana, en Astrobitácora 3×18, hablamos de las ventajas de utilizar el Sol como una lente gravitacional, colocando un telescopio a la distancia adecuada. En YouTube, además, de cómo las bacterias pueden ayudar a construir bases en Marte y La Luna…
Astrobitácora 3×18: El Sol como lente gravitacional
Aunque puede parecer un concepto sacado de la ciencia ficción, el Sol puede ser una herramienta fantástica para estudiar mundos lejanos. Se calcula que podríamos tener imágenes detalladas (de, por ejemplo, 1000×1000 píxeles) de exoplanetas hasta a 100 años-luz del Sistema Solar. Algo que sería completamente inviable con los telescopios tradicionales, porque necesitaríamos, por ejemplo, que un telescopio óptico tuviese un espejo principal de 90 kilómetros de diámetro, para poder alcanzar la resolución necesaria para esa tarea.
No solo eso, la recolección de datos, y producción de la imagen del exoplaneta en cuestión, tardaría entre cientos de miles y millones de años. No es una misión nada práctica. Pero hay una forma más interesante de conseguir esa observación. Podemos utilizar la gravedad del Sol para que amplifique la luz de objetos lejanos. Es decir, que actúe como lente gravitacional, del mismo modo que se hace con otros objetos al observar el universo. Es lo que permite que podamos ver objetos lejanos que, de otra manera, serían invisibles.
Así, por ejemplo, se logró la observación de la estrella Earendel. Fue una lente gravitacional (en esta ocasión, un cúmulo de galaxias a medio camino) la que permitió que pudiese observarse. En este caso, lo que se plantea, y se viene trabajando en ello desde hace unos años, es cómo podríamos utilizar el Sol como lente gravitacional. Los retos son enormes, porque habría que enviar la nave a 550 UAs del Sol… De esto, y de mucho más, hablamos en Astrobitácora 3×18, disponible en iVoox, en su web, en las apps de iOS y Android y, por supuesto, aquí mismo:
YouTube: Las bacterias como herramienta de construcción de bases en Marte
Además, en YouTube, hablamos de un nuevo tema. En esta ocasión, un grupo de investigadores ha desarrollado algo a lo que denominan ladrillos espaciales. Se trata de un compuesto en el que la participación de las bacterias resulta esencial para poder obtener un material sólido y robusto. Es un primer paso, ya que todavía quedan pruebas pendientes para comprender su viabilidad. El procedimiento resulta muy importante porque podría permitir fabricar esos ladrillos espaciales directamente en el planeta rojo.
A pesar de que todavía estamos lejos de pensar en tener asentamientos permanentes, las investigaciones se vienen sucediendo desde hace unos años. En realidad no hay cambios, la primera misión tripulada a Marte sigue prevista para algún momento de la década de 2030. La fecha que se maneja es 2035, pero podría variar según cómo se desarrollen las cosas a medida que vayamos acercándonos a ese año. Eso, sin embargo, no impide que se pueda trabajar en cómo enfrentarse a la construcción de asentamientos en otros lugares.
A fin de cuentas, es algo que se está planteando como un paso natural. Es mucho más cercano, también, en la Luna, donde se espera que empiece a haber bases a partir de la década de 2030. En solo unos años, podríamos tener presencia humana permanente en otros objetos del Sistema Solar, comenzando por nuestro único satélite natural. Sea como fuere, de estos y otros temas hablamos en el vídeo de esta semana, en el canal de YouTube. Puedes verlo en este enlace, o, si lo prefieres, al principio de este artículo.