Cerca de la superficie de Europa, el satélite de Júpiter, podría haber condiciones apropiadas para la vida microbiana. Es un hallazgo que, curiosamente, ha sido posible gracias al estudio de nuestro propio planeta. Groenlandia alberga características parecidas a las de la superficie del satélite joviano…

Las crestas dobles de la superficie de Europa

Europa es, sin duda, uno de los lugares más atractivos en la búsqueda de vida en el Sistema Solar. El océano en su interior ha sido objeto de atención durante décadas. El inconveniente es que está rodeado por un caparazón de hielo que podría tener desde unos pocos a decenas de kilómetros de espesor. Es decir, recoger muestras de ese océano es tremendamente complicado. Sin embargo, cada vez hay más indicios que apuntan a que ese caparazón podría ser algo más que un obstáculo. Es posible que, en sí misma, sea un lugar con buena habitabilidad.

La superficie de Europa y la vida microbiana
Concepto artístico de las crestas dobles de Europa y las bolsas de agua que podrían ocultar. Crédito: Justice Blaine Wainwright

En Groenlandia, en la Tierra, las observaciones de radar, que atraviesan el hielo, capturaron la formación de algo denominado cresta doble (double ridge, en inglés). Su presencia sugiere que en el hielo de Europa podrían abundar las bolsas de agua, que estarían presentes bajo características similares, que son abundantes en su superficie. El estudio que detalla el hallazgo es interesante porque puede permitir detectar entornos potencialmente habitables en el exterior del satélite joviano. Al estar más cerca de la superficie, es muy atractivo.

Como explican los propios investigadores, cerca de la superficie llegan los compuestos químicos interesantes del espacio, de otros satélites de Júpiter y, por supuesto, de los volcanes de Ío. Cabe la posibilidad de que la vida, en esas bolsas de agua, pueda tener una posibilidad de aparecer. Si el mecanismo que han observado en Groenlandia, añaden, es el que provoca que aparezcan esas características en la superficie de Europa, apuntaría a que el agua debería estar presente en muchos lugares del satélite. No solo en ese océano interior.

Groenlandia como caso de estudio

En la Tierra, los investigadores analizan las regiones polares con la ayuda de instrumentos geofísicos aéreos. Así pueden entender cómo el crecimiento, y retirada, de las placas de hielo puede afectar a la subida del nivel del mar. Mucho de ese estudio tiene lugar en tierra firme, donde el flujo de las capas de hielo se ve sujeto a una hidrología compleja. A cosas como los lagos subglaciales, estanques de deshielo en la superficie y conductos de desagüe estacionales. Todos esos factores contribuyen a la incertidumbre al realizar predicciones sobre la subida del nivel del mar.

Un subsuelo terrestre es muy diferente al subsuelo oceánico, de agua líquida, de Europa. Por lo que los investigadores se vieron muy sorprendidos cuando asistían a una presentación de grupo sobre el satélite. Se dieron cuenta de que las formaciones que recorren su superficie son muy similares a una pequeña característica de las capas de hielo de Groenlandia. Una cobertura de hielo que el grupo ha estudiado con mucho detalle. En realidad, como explican, estaban buscando algo totalmente diferente, relacionado con el calentamiento global.

Buscaban entender su impacto en la superficie de Groenlandia y, en ese trabajo, vieron esas pequeñas crestas dobles. Fueron capaces, además, de ver cómo esas crestas pasaban de formarse a desaparecer (y viceversa). Tras un examen más detenido, vieron que la cresta en forma de M, en Groenlandia, conocida como una cresta doble, podría ser una versión en miniatura de lo que se observa en Europa. Las crestas dobles en Europa son visibles como franjas oscuras muy marcadas en la superficie de Europa. Se conoce su existencia desde la década de los 90.

Las crestas dobles de Groenlandia y la superficie de Europa

Esas crestas en Europa pueden llegar a tener unos 300 metros de altura y están separadas por valles de casi un kilómetro de ancho. La cresta doble en el noroeste de Groenlandia fue estudiada a través de datos de análisis de elevación de la superficie y de radar. Fueron recogidos entre 2015 y 2017 como parte de la Operation IceBridge de la NASA. La región se produjo cuando el hielo se fracturó alrededor de una bolsa de agua a presión, que estaba congelándose en el interior de la capa de hielo, provocando la aparición de dos picos.

El cráter Pwyll, de Europa, observado por la sonda Galileo. Crédito: NASA/Jet Propulsion Lab

En Groenlandia, la cresta doble se formó en un lugar en el que el agua de lagos y corrientes en superficie se drena cerca de la superficie y se vuelve a congelar, según cuentan los investigadores. En Europa, esas bolsas de agua podrían formarse a través del agua del océano, que se vea forzada a desplazarse por el caparazón de hielo, a través de las fracturas. Eso sugiere que habría un intercambio razonable de material en el interior del caparazón de hielo. Esa coraza parece que no es simplemente un bloque de hielo que esté inerte.

Parece que experimenta diferentes procesos geológicos e hidrológicos, algo que se ve reflejado en este y otros estudios. Hay señales de fenómenos como columnas de agua, que alcanzan la superficie. Una coraza de hielo dinámica es un punto positivo para la habitabilidad. Facilita el intercambio entre ese océano en el subsuelo y los nutrientes que llegan desde los objetos celestes en su alrededor, y que se acumulan en la superficie. Es la primera vez, en unos 20 años de estudio, según los investigadores, que se logra observar algo parecido en la Tierra.

La Tierra ha sido una pieza esencial

A pesar de dos décadas de estudio, de esas crestas dobles de Europa, hasta ahora no se había observado algo parecido en la Tierra. La ventaja es que, en nuestro planeta, es posible ver cómo funciona. Es un paso importante en la dirección de comprender qué procesos dominan la física y las interacciones de la coraza de hielo de Europa. Los autores dicen, además, que su explicación para la formación de estas crestas dobles es muy compleja. Tanto que no podrían haberla llegado a imaginar sin la presencia de esa cresta doble en Groenlandia.

Concepto artístico de una columna de agua en Europa, con Júpiter y el Sol en el cielo. Crédito: NASA/ESA/K. Retherford/SWRI

Este hallazgo resulta una herramienta muy útil. Proporciona una firma de radar, que permitirá detectar rápidamente el proceso de formación de crestas dobles en Europa. Algo que se puede detectar con un radar y que está entre los instrumentos que se planea utilizar para explorar el satélite joviano próximamente. En realidad, se trata de otra hipótesis sobre esas crestas, pero como dicen los investigadores, tienen la ventaja de que su hipótesis se apoya en observaciones de algo muy similar que se encuentra en nuestro planeta.

Lo más interesante es que presenta un escenario que resulta muy interesante. Puede que las condiciones habitables en Europa vayan más allá de ese océano bajo la superficie. Las bolsas de agua, en la densa capa de hielo del satélite, podrían ser igual de atractivas para el desarrollo de la vida. Al estar más cerca de la superficie, además, será más sencillo su estudio y, quizá, llegar a determinar si realmente Europa podría tener condiciones habitables. En los próximos años, con más datos sobre el satélite, tendremos una imagen mejor…

Estudio

El estudio es R. Culberg, D. Schroeder y G. Steinbrügge; «Double ridge formation over shallow water sills on Jupiter’s moon Europa«. Publicado en la revista Nature Communications el 19 de abril de 2022. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Phys