Un grupo de investigadores plantea que la vida de la Tierra podría esparcirse a otros lugares de la Vía Láctea gracias a los cometas y los objetos interestelares. Es un enfoque nuevo para una hipótesis que ya es una vieja conocida: la panspermia.
El interesante papel de la panspermia
Hay que recordar que todavía no se sabe cómo apareció la vida en La Tierra. Una de las hipótesis más populares plantea que, quizá, llegase hasta nuestro mundo gracias al impacto de asteroides, y cometas, que la transportasen desde algún otro lugar. Quizá en forma de los bloques básicos para permitir la aparición de la vida. O, tal vez, en forma de pequeños microbios capaces de sobrevivir al viaje en el vacío del espacio hasta llegar a su nuevo hogar. Con el tiempo, la panspermia ha ido evolucionando hacia otros escenarios.
Inicialmente, se pensaba en la posibilidad de que un pequeño fragmento, de la superficie de un planeta, fuese expulsado al espacio y cayese en otro lugar, llevando consigo alguna forma de vida básica o los componentes necesarios para su aparición. Ese sistema podría explicar cómo la vida podría distribuirse de un planeta a otro dentro de un mismo sistema estelar. No solo eso, permitiría jugar con la idea de que la vida apareciese en Marte y llegase a la Tierra tiempo después. O, por supuesto, que fuese al revés y la vida viajase desde aquí.
En tiempos más recientes, también se ha sugerido que los cometas y los objetos interestelares podrían llevar la vida a otros lugares de la galaxia, en algo que podríamos denominar panspermia interestelar. Incluso se ha sugerido que la vida podría viajar entre galaxias, en una forma de panspermia intergaláctica. Quizá, por sugerir un escenario, viajando en un planeta que haya sido expulsado desde su galaxia. Son solo hipótesis, pero apuntan a un escenario que resulta muy intrigante por todas las posibilidades que conlleva.
La vida de la Tierra podría esparcirse a bordo de cometas y objetos interestelares
En una escala de tiempo suficientemente grande, podría implicar que la vida se extendiese con mucha facilidad a otros lugares de la galaxia (suponiendo que el número de mundos habitables sea lo suficientemente elevada como para que la vida pueda ser abundante en una escala galáctica). Ahora, un grupo de investigadores, ha planteado que uno de los puntos de origen de esa vida bien podría ser nuestro propio planeta. La vida de la Tierra podría esparcirse a otros lugares de la galaxia gracias a los objetos interestelares.
El estudio ha sido llevado a cabo por Amir Siraj y Abraham Loeb. Ambos explican que la litopanspermia, la versión que plantea que un pequeño fragmento de la superficie sea expulsado al espacio, plantea varios problemas. Por un lado, al ser fragmentos pequeños, proporcionan poca protección frente a la radiación. Por otro, es necesario que el fragmento sea expulsado a la velocidad necesaria para escapar del planeta y que, ademas, los microbios sean capaces de sobrevivir a ese impacto. No es una receta nada sencilla.
Sin embargo, Siraj y Loeb se han preguntado si un cometa de largo período (con órbitas de miles de años alrededor del Sol), o un objeto interestelar (como Oumuamua o 2I/Borisov) podrían pasar muy cerca de la Tierra, a unos 77 kilómetros de altura (donde se han detectado microbios), atraparlos y ser expulsados del Sistema Solar. Un sistema que presenta más ventajas, partiendo de su tamaño, mucho mayor que el de los fragmentos expulsados, y más protección frente a la radiación. Los microbios podrían sobrevivir a viajes largos.
Muchas oportunidades para que la vida pudiese esparcirse de la Tierra a otros sitios
Pero, para saber si realmente había algo de lógica en su razonamiento, decidieron calcular diferentes escenarios. Después de determinar los impactos de la fricción atmosférica, y el efecto de la gravedad de planeta para impulsar el objeto, se fijaron en la frecuencia de los cometas de largo período y de objetos interestelares. De esta manera se podría intentar calcular cuántas veces podría haber sucedido ya. Así, estimaron que en los 4500 millones de años de la Tierra, entre 1 y 10 cometas de largo período, y 1 y 50 objetos interestelares pudieron hacerlo.
Sin embargo, si la vida microbiana existiese a mayor altura, por encima de los 100 kilómetros, esas cifras se disparan. A lo largo de la vida de la Tierra, en este último escenario, unos 100 000 objetos podrían haber exportado la vida de nuestro planeta a otros lugares de la galaxia. El estudio enlaza muy bien, además, con los objetos interestelares que, últimamente, se están poniendo de moda. Se cree que, en cualquier momento, puede haber multitud de objetos de otras estrellas en el Sistema Solar. Lo mismo puede aplicarse a otros sistemas estelares.
Algo que hace pensar en que, si los investigadores están en lo correcto, la vida podría esparcirse gracias, precisamente, a los visitantes de otras estrellas. No solo la vida de la Tierra, también de otros mundos habitados (si es que los hay). Pero, de momento, la búsqueda de vida en la Vía Láctea continúa. Así como esa misión para intentar entender cómo surgió la vida en nuestro planeta. Ambos caminos nos darán, cuando se obtengan las respuestas, una idea mucho más acertada sobre si este planteamiento podría ser correcto…
Estudio
El estudio es A. Siraj y A. Loeb; «Exporting Terrestrial Life Out of the Solar System with Gravitational Slingshots ofEarthgrazing Bodies», y puede ser consultado en arXiv.
Referencias: Universe Today