La exploración espacial debería ser pacífica, en lugar de pensar en la guerra o en la competencia. Es el planteamiento de un interesante artículo, que nos invita a pensar en qué tipo de exploración, y carrera, espacial deberíamos ver en los próximos años y décadas…

Nota: Este artículo es una traducción casi íntegra del artículo original de The Conversation, que se puede encontrar enlazado al final del todo.

Una exploración espacial pacífica… ¿o armamentística?

Cuando la Unión Soviética lanzó el satélite Sputnik 1, en 1957, supuso el primer avance de la Humanidad hacia el cosmos. Nuestra imaginación se abrió a las maravillas y encanto del espacio para el ser humano. La ciencia ficción, al menos en algunos casos, de repente se convirtió en ciencia. En aquella época, sin embargo, prevalecía una mentalidad de Guerra Fría. Algo que contribuyó a las sospechas y miedo sobre qué significaba estar en el espacio. El resultado fue las raíces militares de la tecnología espacial y las aplicaciones en ese sentido.

La exploración espacial pacífica por encima de todo
La cuenca Aitken, en el polo sur de la Luna, fotografiada por la nave Apolo 8. Crédito: Apollo Flight Journal, Apollo 8

John F. Kennedy dijo, en aquel entonces, que, si los soviéticos controlan el espacio, controlan la Tierra; como en siglos pasados, la nación que controlaba lo mares dominaba los continentes. La carrera espacial, tal y como se la denominó con el tiempo, se caracterizó principalmente por la feroz competencia entre la Unión Soviética y Estados Unidos en busca de la superioridad espacial. La tecnología espacial, y las aplicaciones, han evolucionado rápidamente desde los tiempos de Sputnik 1. Siete décadas de exploración y uso del espacio han sido una revolución.

Han cambiado la forma en la que el mundo se comunica. Han mejorado la navegación por aire, tierra y mar. La ciencia espacial ha permitido observar los patrones meteorológicos, mejorar el uso de la superficie terrestre, y avanzar en la comprensión de nuestro planeta y de nuestro lugar en el cosmos. En los últimos tiempos, parece haber regresado ese deseo por contrarrestar las ambiciones espaciales de otros, así como de conseguir la superioridad espacial. A nivel mundial hay un aumento preocupante de la capacidad de contrarrestar actividades en el espacio.

Un espacio cada vez más habitado

Esto, a pesar de la proliferación y comercialización de las actividades espaciales. Así como del reconocimiento del espacio como una parte esencial del progreso científico, social y económico de cualquier país del mundo. En estos momentos, los ciudadanos pueden embarcarse en misiones espaciales. Al mismo tiempo, los estrategas militares están avisando de la naturaleza competitiva y saturada del espacio. Avisan de que podría provocarse un conflicto en el espacio. Las tensiones en nuestro planeta podrían desencadenar en algún tipo de conflicto espacial.

Algo que, en consecuencia, podría provocar la destrucción de economías y de infraestructuras críticas, tanto militares como civiles, que se hayan vuelto muy dependientes del espacio. En abril de 2021, el Comité Internacional de la Cruz Roja avisaba a la comunidad internacional. El coste humano del uso de armas, decían, en el espacio exterior que podría interrumpir, dañar, destruir o incapacitar el uso del espacio, tanto con uso civil como con otros fines, seguramente sea muy importante. En otras palabras, si hubiese una guerra espacial, los efectos podrían ser devastadores a largo plazo.

Aunque se ha dicho que un conflicto espacial es inevitable. la percepción es la contraria. Esa sensación de que el espacio es un nuevo territorio bélico choca frontalmente con lo experimentado en las últimas seis décadas. El espacio es una zona compartida, gobernada por la ley internacional, donde los intereses globales convergen para garantizar que su exploración, y uso, es por el bien de todos los países. Sin importar el grado de desarrollo económico, o científico, de esa nación. La primera Asamblea General de la ONU mencionó la necesidad de evitar llevar esos conflictos al espacio.

El tratado del espacio ultraterrestre y la necesidad de que la exploración espacial sea pacífica

En 1967, una década después de Sputnik 1, los diplomáticos se reunieron, en lo más alto de la Guerra Fría, para firmar el tratado del espacio ultraterrestre. En la actualidad, 111 países son parte de ese fantástico tratado de diplomacia internacional. Ahí se destaca el interés común de toda la humanidad por explorar y usar el espacio exterior con fines pacíficos. El tratado también afirma que el espacio, incluyendo la Luna y los objetos celestes, puede ser explorados y utilizados libremente por todas las naciones. Siempre que sea de acuerdo con la ley internacional.

Una réplica del satélite Sputnik 1. Crédito: NSSDC, NASA

Al alejarse de la naturaleza tradicional de las leyes internacionales, el Tratado del espacio ultraterrestre fue un paso muy importante para destacar el interés común del espacio por parte de todos. Fue un principio significativo para evitar las posibles ambiciones de colonización del espacio. Al declarar que el espacio exterior no está sujeto a la apropiación nacional, se establecieron los cimientos de un sistema de gobierno basado en la comprensión mutua y en las relaciones amistosas. En los años posteriores hemos visto algo similar.

Desde la década de los 80, la Asamblea General de la ONU ha aprobado, cada año, una resolución sobre la prevención de una carrera armamentística en el espacio exterior. En la última se recuerda a la comunidad internacional la importancia, y urgencia, de evitar una carrera armamentística. Solicitaba a los estados, además, que se abstuviesen de llevar a cabo acciones que fuesen contrarias a ese objetivo. Evitar una carrera armamentística en el espacio es vital. Sin embargo, puede legitimar un mayor uso militar del cosmos.

Un uso pacífico por encima de todo

El énfasis en la humanidad del espacio, y la conservación de su seguridad, estabilidad y sostenibilidad es el principal argumento para destacar la necesidad de la paz en el espacio exterior. Durante décadas, el Tratado de espacio ultraterrestre, y el diálogo multilateral en las Naciones Unidas, ha sido un ancla para mantener al espacio libre de conflictos. No hay motivo por el que este marco de trabajo institucional, y legal, por la paz no pueda seguir protegiéndonos de actitudes irresponsables en el espacio. El lenguaje diplomático está cambiando en esa dirección.

Yuri Gagarin, durante una conferencia de prensa en Finlandia. Crédito: Arto Jousi/Suomen valokuvataiteen museo/Alma Media/Uuden Suomen kokoelma/Adam Cuerden

También las iniciativas para aclarar la ley internacional y cómo se aplica a los usos militares del espacio exterior. Los gobiernos, actores de la industria, la sociedad civil y las generaciones más jóvenes tienen un papel que jugar. Son clave para promover los beneficios e intereses comunes del espacio y por qué la exploración espacial debe ser pacífica. Podemos buscar la inspiración en las palabras del primer ser humano en viajar al espacio, Yuri Gagarin. En el espacio hay lugar para todo el mundo. En una era en la que, además, no podemos olvidar todas las dificultades que nos encontramos.

Nos enfrentamos al calentamiento global, a una pandemia mundial y a un agotamiento rápido de los recursos. En un escenario así, no hay espacio para afirmaciones sobre el dominio y la superioridad. En su lugar, es mucho más importante el interés común, por la paz, que todos compartimos. Tanto en la Tierra como en el espacio exterior.

Referencias: The Conversation