El pasado viernes, después de más de una década de planificación y diseño de la misión, la sonda Rosetta se estrelló contra el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, poniendo fin a una de las aventuras más interesantes de los últimos tiempos…

Una nave con mucha historia

Recreación artística de Rosetta alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Crédito: ESA / ATG medialab / Rosetta / Navcam

Recreación artística de Rosetta alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Crédito: ESA / ATG medialab / Rosetta / Navcam

El 30 de septiembre marcó el final de las operaciones de la Agencia Espacial Europea en la misión Rosetta, que muchos ya consideran histórica. Después de estar en el espacio durante 12,5 años, y sobrevolar el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko durante algo más de dos años, hacia la una y media de la tarde, los jefes del proyecto recibieron la última señal procedente de la sonda. Se produjo justo antes de que impactase con la superficie del cometa de manera controlada. En realidad, el impacto no fue demasiado rápido, a una velocidad de un metro por segundo, pero Rosetta no había sido diseñada para poder posarse en la superficie.

La nave fue lanzada en marzo de 2004, llevando consigo un equipo de 11 experimentos científicos y un pequeño módulo de aterrizaje destinado a posarse en la superficie del cometa, llamado Philae. Pero, en realidad, el origen de esta misión se remonta a muchos años atrás, a la década de 1980. En aquella época fue cuando, por primera vez, los científicos llegaron a la conclusión de que había que visitar algún cometa.

La misión no fue aprobada formalmente por la Agencia Espacial Europea hasta 1993. Ya en 1996, comenzó una larga fase de preparación y construcción de la nave. Inicialmente, el lanzamiento de Rosetta estaba previsto para el año 2003, y el objetivo era encontrarse con el cometa 64P/Wirtanen. Sin embargo, el cohete destinado a llevar a la sonda al espacio explotó en la plataforma de lanzamiento, provocando que la misión tuviese que ser revisada por el retraso. Finalmente, la nave se lanzó en 2004, con un nuevo objetivo: el cometa 67P, que todos hemos podido ver en diferentes imágenes.

Una misión que tenía fecha de caducidad

El lugar del descenso de Rosetta, fotografíado a una altura de 5,7 kilómetros. Crédito: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA

El lugar del descenso de Rosetta, fotografíado a una altura de 5,7 kilómetros.
Crédito: ESA/Rosetta/MPS for OSIRIS Team MPS/UPD/LAM/IAA/SSO/INTA/UPM/DASP/IDA

En estos 12,5 años de viaje por el espacio, la sonda ha logrado muchos hitos, viajó más allá de Marte y dos asteroides y, en 2014, se convirtió en la primera nave en orbitar alrededor de un cometa, acompañándolo en su viaje alrededor del Sol y desplegando un módulo de aterrizaje para posarse en su superficie. Por desgracia, el contacto de Philae con la superficie fue bastante más accidentado de lo esperado. Debido a un error inesperado, la sonda no se posó si no que, más bien, reboto y salió despedida por el aire, tardando varias horas en volver a aterrizar. La fortuna (o falta de) quiso que terminase cayendo en una zona del cometa en la que no recibía la suficiente luz para poder alimentar sus paneles.

A medida que Rosetta y el cometa se alejaban de nuestra estrella, la nave, también alimentada por luz solar, veía como iba disminuyendo la cantidad de energía disponible para su funcionamiento. Por eso, la ESA decidió terminar la misión en el lado del cometa iluminado, aprovechando la oportunidad para tomar imágenes de alta resolución y analizar el polvo y gas presente en el descenso hacia la superficie. Como seguramente sepas, los cometas son los restos intactos del material de la formación del Sistema Solar, hace 4.600 millones de años.

No será nuestra única visita a un cometa

Recreación artística de la sonda Philae sobre la superficie del cometa. Crédito: DLR (Wikipedia)

Recreación artística de la sonda Philae sobre la superficie del cometa.
Crédito: DLR (Wikipedia)

Las observaciones realizadas por la nave han dado a los científicos una oportunidad única de examinarlos de cerca, proporcionando mucha información y dejando un legado científico que, sólo ahora, estamos comenzando a comprender y, aunque el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko dejará de ser un foco de atención, en 2018 veremos dos misiones que llegarán a asteroides. Por un lado, la nave OSIRIS-REx, de la NASA, que fue lanzada a principios del mes de septiembre al asteroide Bennu, y la sonda Hayabusa 2, de Japón.

Ambas tienen como objetivo aterrizar en las superficies de sus respectivos asteroides, recoger muestras de su material y devolverlas a la Tierra. Así que queda mucha ciencia por delante. Además, puede que hayamos dicho adiós a una de las sondas que más atención ha generado en los últimos años, pero el cometa 67P continuará orbitando al Sol durante millones de años, por lo que tanto Rosetta como Philae deberían permanecer en su superficie durante mucho tiempo. Quién sabe, algún día podamos volver a hacerles una visita (tiene un período orbital de 6,55 años).

Referencias: Space, New Scientist