Un grupo de astrónomos ha observado las evidencias de un posible agujero negro intermedio. Es un capítulo más en la incansable búsqueda de un tipo de agujero negro que, por el momento, no ha logrado hallarse, aunque hay motivos para creer que deberían existir…

Las nubes de gas que apuntan a un posible agujero negro intermedio

El hallazgo se debe a la detección del movimiento de varias nubes de gas cerca del centro de la Vía Láctea. Al analizar su comportamiento, han llegado a la conclusión de que se encuentran en torno a un objeto con 10 000 veces la masa del Sol. Sin embargo, al observar la región, no hay señal de objeto alguno. En estos casos, la conclusión más lógica es que se trata de un agujero negro tranquilo. Es decir, no se encuentra en fase de absorción de material y, por tanto, no emite ningún tipo de radiación y no puede detectarse.

Detectan un posible agujero negro intermedio
Concepto artístico de un agujero negro intermedio. Crédito: Tomoharu Oka/Keio University

No es la primera vez que aparece un posible agujero negro intermedio. De hecho, incluyendo este, ya hay cinco candidatos. Pero ninguno ha sido confirmado. Las evidencias, sin embargo, apuntan a que este tipo de agujeros negros existe y que, además, podrían ser abundantes cerca del centro de la galaxia. Si se confirmase su presencia, estaríamos ante lo que se puede calificar como un eslabón perdido en el mundo de los agujeros negros. El paso entre los agujeros negros de masa estelar y los supermasivos.

El razonamiento es tan sencillo como convincente. Los agujeros negros de masa estelar, el producto de la muerte de estrellas más masivas que el Sol, están muy lejos de la masa de sus hermanos mayores. El más masivo observado hasta la fecha tiene 62 veces la masa de nuestra estrella. Fue detectado gracias a las ondas gravitacionales. En el otro extremo, en el mundo de los agujeros supermasivos, nos encontramos objetos mucho más masivos. Están en el centro de las galaxias grandes y tienen millones (o más) de veces la masa del Sol.

El agujero negro intermedio es un nexo posible en el paso de un tipo a otro

Los agujeros negros supermasivos pueden comenzar en un rango de 100 000 masas solares, si bien Sagitario A*, el agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia, tiene más de 4 millones de masas solares. Los hay incluso más masivos. Pero, sea como fuere, tenemos un gran vacío entre ambos extremos. Los agujeros negros intermedios, de existir, tendrían entre 1000 y 100 000 veces la masa del Sol. Sin embargo, su ausencia ha hecho que se dude de si realmente existen, aunque no se ha dejado de buscarlos.

El inconveniente es que los agujeros negros no emiten radiación. Para buscarlos es necesario recurrir a metodos indirectos. Como en este caso, en el que se han fijado en el movimiento de diferentes nubes de gas en el centro de la galaxia. Este método ya ha sido utilizado con anterioridad para detectar un posible agujero negro intermedio de 32 000 masas solares. En este caso, se ha observado uno más pequeño, de 10 000 masas solares, gracias al comportamiento de una nube diferente, dividida en tres componentes.

Por ponerlo en perspectiva, el horizonte de sucesos (la región a partir de la que la luz no puede escapar), en el caso del agujero negro intermedio de 32 000 masas solares, sería comparable al diámetro de Júpiter. En el del descubierto ahora, de existir, tendría un horizonte de sucesos con un diámetro ligeramente superior a Urano o Neptuno. También se ha recurrido a las observaciones de estrellas para detectar estos posibles agujeros negros. Por ejemplo, la velocidad de un astro apuntó a la existencia de otro candidato.

¿Cómo se forman los agujeros negros intermedios?

El aumento de velocidad de esa estrella no fue menor. De hecho, está escapando de la galaxia. En 2003, también se produjo una tremenda llamarada que fue apagándose en el transcurso de una década. La distribución de la radiación (que fue visible en diferentes partes del espectro electromagnético) sugieren que el responsable fue, también, un posible agujero negro intermedio con decenas de miles de veces la masa del Sol. Sin embargo, se produjo en una galaxia lejana, a 740 millones de años-luz.

Ilustración de un joven agujero negro. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Por eso, el último detectado ahora es mucho más interesante. El centro de nuestra propia galaxia es un lugar mucho más accesible para el estudio de posibles agujeros negros intermedios. Si se logra confirmar su existencia, las preguntas se sucederán una tras otra. ¿Cómo se forman? ¿y los agujeros negros supermasivos? ¿cómo encajan exactamente en la familia de agujeros negros? ¿Son un paso intermedio de los de masa estelar a los supermasivos? Y, por supuesto, ¿hasta qué punto son comunes?

De momento son preguntas sin respuesta, pero parece que la observación del centro de la galaxia es una buena manera de intentar encontrar candidatos a agujeros negros intermedios. Todavía no se ha confirmado la existencia de ninguno. Pero, si realmente se encuentran en algún lugar del universo, es cuestión de tiempo que se terminen encontrando. Mientras tanto, los agujeros negros de masa estelar y los agujeros negros supermasivos siguen estando completamente separados y con evoluciones diferentes…

Estudio

El estudio es S. Takekawa, T. Oka, Y. Iwata et al.; «The Fifth Candidate for an Intermediate-mass Black Hole in the Galactic Center». Ha sido aceptado para su publicación en la revista The Astrophysical Journal. Puede ser consultado en arXiv.

Referencias: Science Alert