La visión del telescopio Euclid vuelve a ser tan nítida como antes. Ha sido posible gracias a un nuevo procedimiento, pensado para descongelar el sistema óptico del telescopio y que, de hecho, ha funcionado mucho mejor de lo que se esperaba. Euclid podrá trabajar sin grandes complicaciones.

La visión de Euclid vuelve a ser nítida gracias a un procedimiento fácil

La luz que llegaba a Euclid en el espectro visible (en su instrumento VIS) de las estrellas lejanas estaba degradándose poco a poco. El motivo era la acumulación de pequeñas cantidades de agua en su sistema óptico. Los equipos de la misión han pasado meses ideando un procedimiento para calentar los espejos, individualmente, en el complejo sistema óptico del instrumento. Esto permite llevarlo a cabo sin interferir con la precisa calibración de la misión ni sin provocar más contaminación. Bastó calentar el primer espejo en 34º para restaurar la visión de Euclid.

La visión de Euclid ha sido restaurada con éxito
El cúmulo globular NGC 6397 visto por Euclid. Crédito: ESA/Euclid/Euclid Consortium/NASA

El telescopio de la Agencia Espacial Europea tiene una gran misión por delante. Busca ayudar a comprender mejor la materia y la energía oscura. Se calcula que ambos suponen el 95% de la composición del universo y, a pesar de su abundancia, no se pueden observar de manera directa. Un puñado de nanómetros de hielo (apenas el ancho de una molécula grande) se ha estado acumulando en el sistema óptico del telescopio cada mes, provocando una caída de la luz procedente de galaxias lejanas. Los equipos de la agencia han trabajado muy intensamente.

Han pasado meses investigando y tratando de encontrar una posible solución. Han necesitado planear, ejecutar y analizar el calentamiento de ciertos espejos a bordo de Euclid. Los resultados han sido muy positivos. En cualquier caso, seguirán vigilando la cantidad de luz que llega a VIS. Los resultados de esta primera prueba serán analizados, ya que este experimento se convertirá en una parte central del funcionamiento y vuelo de Euclid. El objetivo original era calentar los espejos, primero uno a uno y posteriormente grupo a grupo.

Los secretos del universo están esperando ser descubiertos

De esta manera, podrían probar el efecto de la luz que llegaba a VIS. Tenían motivos para creer, aunque no podían estar seguros, que el primer espejo que iban a calentar era el responsable de la mayoría de los problemas. Así que decidieron calentar dos espejos en primer lugar. Fueron muy cuidadosos con el momento, garantizando que había un contacto constante entre la nave y la estación terrestre (en Malargüe, Argentina). Así, podrían reaccionar en tiempo real en caso de detectar alguna anomalía. Afortunadamente, todo salió como planeaban.

Al ver el primer análisis de los expertos, observaron que los resultados eran mucho mejores de lo esperado. El principal sospechoso era el espejo más frío, detrás del sistema óptico principal. Lo calentaron de los -147ºC a los -113ºC. No era necesario que estuviese a mayor temperatura porque, en el vacío del espacio, esta temperatura es suficiente para evaporar el hielo rápidamente. De manera casi inmediata, el telescopio recibió un 15% más de luz del universo. Era una mejora muy por encima de lo que esperaban captar.

Lo mejor de todo es que, con la visión de Euclid ya restaurada en la primera fase, los científicos e ingenieros podían determinar de manera precisa dónde se había formado el hielo. También dónde esperan que vuelva a formarse. Así que ahora la visión de Euclid está limpia de nuevo. Puede volver a captar la tenue luz de las galaxias más lejanas. En mayor cantidad, además, de lo que hubiera sido posible sin realizar esta operación. La parte negativa, sin embargo, es que se espera que este problema vuelva a surgir en el instrumento VIS en el futuro.

Una operación que será rutinaria en el futuro

La parte positiva es que, en principio, bastará con repetir esta misma operación de descontaminación selectiva cada seis o doce meses. El coste en cuanto a tiempo de observación (u otros aspectos de la misión) será mínimo. Es el mejor desenlace posible. En un principio, se temía que este calentamiento selectivo no fuese suficiente. En ese caso, hubiera sido necesario calentar todo el telescopio, con el problema añadido de tener que volver a calibrarlo. Al calentarse y, posteriormente enfriarse, el sistema óptico quedaría desalineado.

La galaxia IC 342 vista por el telescopio Euclid. Crédito: ESA/Euclid/Euclid Consortium/NASA

La estimación, llegado a ese punto, era que Euclid podría estar fuera de funcionamiento durante un mes, entre operaciones de descongelación y recalibración, repitiéndola cada año. La misión principal del telescopio se desarrollará a lo largo de 6 años. Por lo que se perderían seis meses de observaciones. Esto afectaría a la capacidad de Euclid para poder completar su misión. Por suerte, las peores previsiones no se van a cumplir. Después de meses de trabajo, los científicos e ingenieros de Europa han logrado resolverlo con tan solo 100 minutos de calor concentrado.

La visión de Euclid está protegida y los estudios que han llevado a cabo van a resultar tremendamente útiles. Hasta la llegada de Euclid, nunca se había lanzado un sistema tan sensible como para que una capa de hielo, de apenas nanómetros de espesor, pudiese afectar a su sistema de visión. Por lo que había muy pocos estudios al respecto. Lo aprendido por el equipo de Euclid va a ayudar a futuros satélites. A fin de cuentas, es cuestión de tiempo que algún observatorio futuro se tenga que enfrentar a este mismo problema…

Referencias: Phys