Parece que tras el descubrimiento del misterioso comportamiento de la estrella KIC 8462852, y los intentos de determinar qué es lo que provoca esa reducción de brillo tan pronunciada, se ha puesto el foco de atención en la conocida Paradoja de Fermi. Quizá en un intento de explicar que, al menos de momento, no hayamos detectado vida inteligente en la Vía Láctea… Pero, ¿realmente es la respuesta?
La ausencia de megaestructuras en KIC 8462852 no nos dice nada nuevo
He hablado largo y tendido de la paradoja de Fermi y el Gran Filtro (por cierto, Pepe Cervera habla del Gran Filtro en más detalle aquí), y he escrito artículos relacionados con el tema, como el auténtico origen de la paradoja (que no es de Fermi) o por qué no hemos hallado vida en el universo (por ahora). No haber hallado vida inteligente en la estrella de nombre impronunciable (a la que algunos llaman Estrella de Tabby en honor al jefe de proyecto que desveló lo que sucedía) no nos deja ni más cerca ni más lejos de lo que estábamos ayer de encontrar vida en el universo.
En realidad, la paradoja de Fermi no es más que una proyección, a escala cósmica, del comportamiento de nuestra especie. Como no vemos lo que, creemos, haría nuestra especie, en su momento actual, si tuviese los medios necesarios, concluimos que tiene que haber algún tipo de explicación. No tenemos otro patrón que seguir porque sólo conocemos una especie inteligente que sea consciente de su propia existencia: la nuestra. Es una base insignificante para intentar designar ningún tipo de criterio por el que podamos esperar identificar la presencia de otras civilizaciones en la galaxia.
Supongamos, por un momento, que esa hipotética civilización trabaja a un ritmo diferente. Lo que nosotros construimos en cinco años, ellos lo hacen en doscientos. O al revés. Lo que nosotros hacemos en 5 años, ellos lo hacen en seis meses. Supongamos, del mismo modo, que esa hipotética civilización nunca tuvo que recurrir a la caza para sobrevivir. Es más, de hecho, en las placas de las sondas Pioneer hay una señal. Una flecha que indica desde qué planeta fueron lanzadas.
Cualquier humano puede entender esa señal. De hecho, quizá cualquier criatura inteligente que tenga como herencia cultural la de una sociedad de cazadores y recolectores puede que sea capaz de llegar a la conclusión de que ese símbolo indica el origen de la nave. Sin embargo, en una civilización que no tenga esa herencia cultural, que provenga de un origen completamente diferente, esa flecha que a nosotros nos parece elemental podría resultarle totalmente insignificante.
Ese mismo ejemplo es extrapolable a prácticamente todo lo demás en cuanto a vida inteligente se refiere. Hablamos de las esferas de Dyson y la escala de Kardashov porque, creemos, una sociedad mucho más avanzada que la nuestra debería tener una demanda de energía tan sumamente alta que necesitaría idear alguna forma de capturar más energía de su estrella que la que puede recibir todo su planeta.
Buscando otros enfoques
Sin embargo, ¿y si no es así? ¿Y si esa sociedad altamente avanzada ha ideado algún sistema que le permite mantener sus requisitos energéticos en un máximo que es imposible (por bajo) de detectar para nosotros con nuestras herramientas actuales? Quizá no sea descabellado pensar que mucho antes de llegar a ese punto de necesidad energética, en el que ni toda la energía irradiada sobre el planeta sería suficiente, una hipotética civilización avanzada buscaría formas de reducir la cantidad de energía que necesita. Nosotros mismos nos estamos volviendo más eficientes con cada año que pasa.
Consideremos lo siguiente, en el hipotético caso de una civilización como la nuestra, con un satélite a su disposición. Si la superpoblación es un problema al que todas las civilizaciones deben enfrentarse, ¿qué sucede si llegan a ese punto antes de tener la tecnología como para asentarse rápidamente en otros planetas habitables? O peor aún, ¿y si el mundo habitable más cercano está a años-luz de su planeta?
Es posible que se lancen a la única posibilidad que parecería realista desde nuestra perspectiva: construir bases (o ciudades) en su satélite. Para dar cobijo a todo ese exceso de población (y aquí no hablamos de otras consideraciones, como proporcionar los alimentos que pudiesen necesitar estas formas de vida). De hecho, puede que después de haber colonizado su(s) satélite(s), se lanzasen a la construcción de colonias espaciales en torno a los puntos de Lagrange de ambos, para poder expandirse con más facilidad.
Eventualmente llegarían a otros planetas, sin duda. Pero ¿hasta qué punto es razonable pensar que una civilización avanzada, por mucha tecnología que pueda tener a su disposición, no se vería atada por lazos sentimentales como los que podemos sentir nosotros? Si tu familia viviese en una colonia espacial en la órbita de la Tierra y te dan la opción de irte a Marte, o a una estación espacial vecina, que te permitiría visitarles con sólo unas horas de viaje espacial, ¿cuál elegirías?. Habría quién elegiría la primera opción, a fin de cuentas, la nuestra es una sociedad de exploradores, pero muchos otros elegirían la segunda para poder mantenerse en contacto con sus seres queridos.
No sabemos qué estamos buscando
Podríamos seguir rizando el rizo. Si esa civilización avanzada no está formada principalmente por exploradores, ¿realmente sentirían la necesidad de colonizar toda la galaxia? Quizá hayan aprendido que la forma de perdurar es la contraria, mantener un perfil bajo (es decir, ser difíciles de detectar) y expandirse a nuevos sistemas solares sólo cuando sea imperativo (porque sus estrellas lleguen al final de su vida, o porque ya no haya espacio como para crear más estaciones espaciales sin que sean detectados).
Todo esto sigue un mismo prisma. Uno del que, al menos por ahora, no podemos escapar. Estamos limitados por los parámetros de nuestra propia existencia. Sólo sabemos comunicarnos de ciertas maneras (gestos, sonido, etc) por lo que no podemos imaginar ningún otro tipo de comunicación. No somos capaces de concebirlo porque no somos capaces de hacerlo (al menos todavía no). Es como intentar explicarle a una hormiga cómo hablar.
Podríamos seguir así, pero como se planteaba en La Pizarra de Yuri, en el fondo, lo que queremos es encontrar lo que nosotros estamos haciendo sólo que a lo bestia (que por otro lado, para qué engañarnos, sería muy conveniente), y esperamos que el tiempo, y la edad del Universo, jueguen de nuestra parte y nos permitan encontrar civilizaciones que, hace 130.000 años (el diámetro de la Vía Láctea según algunas estimaciones) ya estuviesen pululando por nuestro vecindario cósmico.
El tiempo es también un gran inconveniente
No necesitamos salir de nuestra galaxia para encontrarnos con que el tiempo es un factor que no podemos ignorar. La Vía Láctea tiene un diámetro de entre 100.000 y 130.000 años-luz. Un planeta a sólo 2.000 años-luz de distancia, que estuviese habitado (y tuviese la tecnología necesaria), vería nuestro planeta tal y como era en la época de los romanos. Aun si pudiesen detectar nuestra presencia, ¿pensarían en enviarnos un mensaje? Supongamos que es así.
Tienen que dar por hecho que, en 2.000 años, nos habríamos desarrollado lo suficiente como para poder captar su mensaje, y además, estar escuchando en su dirección en el momento en el que nos llegase. Eso ya supone unos cuantos desafíos. ¿Todos los seres inteligentes conscientes de su propia existencia sienten la esperanza? Porque ese sería, probablemente, el primer factor para decidir que vale la pena intentar mandar un mensaje en nuestra dirección (sin entrar a considerar que esperasen que nuestra civilización se desarrollase lo suficiente y escuchase en su dirección en el momento en que llegase su comunicación).
En definitiva, que por muchas noticias que nos lleguen desmintiendo la existencia de vida extraterrestre avanzada (y muchas más que están por venir, sin ninguna duda), no estaremos más lejos de la posibilidad de que haya civilizaciones inteligentes ahí fuera. Otra cosa es si algún día llegaremos a poder comunicarnos con alguna civilización. Si es que están lo suficientemente cerca de nuestro planeta…
Actualmente estoy jugando Mass Effect 2 (juego al que hacen referencia en una de sus imágenes) y vaya que me he sentido identificado con el mismo. Es increíble los temas a tratar y cómo de alguna manera hemos llegado tecnológicamente a un nivel de exploración en el que la distancia no importa.
El toque de las civilzaciones son tales que las hay de todo tipo, desde seres superinteligentes, hasta seres básicos. Videojuego super recomendado.
Saludos
Perdonadme si no he leído suficiente ciencia.
Me baso en el concepto de Thad Roberts y sus 11 dimensiones, y concretamente cuando intenta explicar el efecto túnel. Según esta hipótesis la materia salta entre cuantos, a través de espacios «vacíos» entre ellos, logrando a veces desplazamientos que serían imposibles, dado que los cuantos no estarían organizados de forma simétrica. Dada mi falta de ciencia os recomiendo alguno de sus vídeos para que se exprese mejor él que yo. Mi conclusión es que si la materia salta entre los cuantos es porque viaja a través de ellos, por lo que sigue existiendo fuera de los cuantos, o sea, fuera de las tres dimensiones, o si lo prefieres, a través de un «espacio» en el que nuestras tres dimensiones no predominan.
Sé que todo esto es hablar de cambiar de fase es algo totalmente absurdo y sinsentido para nosotros. Sin embargo no quiero entrar en si la explicación que me he formado tiene o no tiene lógica dado que esa no era mi intención ni mi nivel de conocimiento me lo permite, quería sobre todo señalar que las cosas más absurdas y sinsentido que nos podamos imaginar, la «magia» que nos queda por descubrir (en el sentido en el que «magia» seria un holograma o una simple tablet para un romano en la antigüedad) hacen que existan nuevas posibilidades a la paradoja de Fermi que no están descritas. Y si un simple yo fuera capaz de pensar en una explicación diferente entonces estoy seguro de que existen muchísimas nuevas opciones aún por descubrir.
Y repito, puede ser divertido e interesante especular sobre si existen otras civilizaciones ahí fuera, pero pensar que se comportan igual que nosotros, que usan las mismas tecnologías que nosotros, que sus intenciones de vida, de contacto con otras especies, de… son iguales a las nuestras me parece antropocéntrico y totalmente desacertado. Para mí imaginar un duendecillo en una nave espacial construyendo una esfera de Dyson porque al ser humano no se le ha ocurrido pensar en el aprovechamiento de otras energías mucho más poderosas como puedan ser la energía oscura (porque aun no poseemos esos conocimientos) o de otras energías que aun son «magia» para nosotros, me parece que es haber visto demasiadas películas de ciencia ficción.
Me queda mucho que leer pero una gran parte, de hecho, la inmensa mayoría está aún por escribir.
Mi definición de magia es «ciencia que no se sabe cómo funciona aún» 🙂
Muy buenas Alex. Hace tiempo que leí sobre la paradoja de Fermi y que me tiene intrigado. He leído sobre ella en varios artículos y blogs como el tuyo y aun no he leído ninguno que hable de otra posibilidad. Un cambio de fase. En los últimos años se viene discutiendo sobre la posibilidad de dimensiones desconocidas hasta ahora. Si existiesen esas otras dimensiones, y nosotros que aun no hemos llegado ser una civilización tipo I ya somos conscientes de que existen, ¿no sería posible que hayan trascendido a otras dimensiones? Ya sé que es ciencia ficción, pero si has vivido en los últimos 30 años conmigo no sólo has visto ciencia ficción convertirse en realidad sino que probablemente tu capacidad de decir «eso es imposible» se ha visto reducida drásticamente.
Si fuera así, si controláramos otras dimensiones, quizá no nos haría falta comunicarnos en el espacio, puesto que podríamos dar saltos en el espacio, o enviar mensajes a través de un medio mucho más rápido que aquel en el que nada es más veloz que la luz, algo bastante lento a escala universal.
Ya no marcamos con orina los árboles para comunicarnos con seres de nuestra especie. No tiene sentido si somos capaces de hablar, de tener radio, o de tener internet.
El problema que he visto siempre en la paradoja es que se basan en nuestra ciencia y nuestro conocimiento, como es lógico, y no introducimos en la mezcla «magias» por que no las entendemos ni las conocemos ni las podemos explicar.
Es divertido, eso sí, pero algo irracional.
¿Querrías comunicarte con una hormiga? ¿Para decirle qué exactamente? ¿Si pudiera pensar, se preguntaría la hormiga porqué no intentas hablar con ella, que tiene tantas ganas de hablar contigo?¿Se preguntaría cómo es posible que sepas dónde está el hormiguero y qué hay en él si no sigues el rastro de olor ni conoces los túneles debajo de tierra?
Cambiar de dimensión es un concepto absurdo que carece de sentido.
Seguramente te haga falta leer más ciencia y menos ficción para comprender el significado físico de las dimensiones, así entenderías porqué eso no tiene ningún sentido.
Paco, cambiar de dimensión no es tan absurdo como parece, al menos desde el punto de vista abstracto.
Carl Sagan lo menciona en Cosmos al hablar sobre la cuarta dimensión:
https://www.youtube.com/watch?v=UBw9mLoEu80
En cualquier caso, Mauro, trascender a otras dimensiones en el sentido en el que lo planteas no es posible. Somos seres de tres dimensiones. No podemos manifestarnos físicamente ni en dos dimensiones, ni en cuatro. Si de algún modo una persona llegase a aparecer físicamente, en la cuarta dimensión, moriría en el acto. Sería bastante desagradable (porque todo lo que está en el interior de su cuerpo, de repente, estaría en el exterior), y sin embargo, si hubiese algún tipo de vida de cuatro dimensiones, ni siquiera se darían cuenta de lo que ha sucedido…
Lo que dices puede ir más en el sentido de los agujeros de gusano. Es un modelo meramente teórico, pero vendría a ser una especie de túnel a través de la cuarta dimensión que nos permitiría recorrer grandes distancias en el espacio sin viajar más rápido que la luz: https://www.astrobitacora.com/existen-los-agujeros-de-gusano/
Hola Alex. Comentas la posibilidad de que una civilización no haya sido cazadora recolectora.
Se hace un poco difícil, aunque todo puede ser, pensar en una civilización de esas características, pues creo que para llegar a tener cierto grado de conciencia como la nuestra (que al fin de cuentas es la que nos da habilidad de prever el futuro) se necesita curiosidad…y ésta hasta donde nosotros sabemos, es típica de aquellos que necesita buscar su sustento, por lo que como mínimo, habrían de ser recolectores.
Sea como fuere nunca digas nunca jamás… 🙂
En Doctor Who se inventaron una raza, los Oods, que no es nada violenta, ya que tienen «el corazón» en el exterior del cuerpo (lo llevan en la mano), por tanto es sumamente fácil para ellos morir si tienen cualquier tipo de encontronazo físico con algo/alguien)…
Así que puestos a imaginar razas que no sean cazadoras, por poder puede ser 😛
Hola Pedro. Es difícil pensar en cosas así, desde luego, pero eso no quiere decir que haya que tomarlas como imposibles. Si el día de mañana encontramos otra civilización que sea cazadora-recolectora, como la nuestra, entonces seguramente la corriente de pensamiento será que, lo habitual, es que las civilizaciones en el Universo tiendan a ser así…
Yo lo tengo claro: no hemos detectado nada porque el Universo es muy grande. Lo voy a repetir: MUY MUY MUY GRANDE. Pero que mucho. Y no se puede buscar vida en otra galaxia porque la galaxias están a distancias MUY MUY MUY grandes. Pero que mucho.