Un artista americano, Trevor Paglen, quiere poner en órbita el Reflector Orbital. Un satélite artificial, meramente artístico, con un solo propósito. Inspirar a los seres humanos a levantar la vista al cielo para recordar que la exploración espacial nos espera. Una idea loable, pero…

El Reflector Orbital, en busca de maravillar

El Reflector Orbital, otra estrella artificial en camino...

Concepto artístico del Reflector Orbital. Crédito: orbitalreflector.com

La idea de Trevor Paglen es que la gente observe el cielo, vea el paso del Reflector Orbital y se maraville. Busca que reflexione sobre cómo podemos vivir todos juntos en la Tierra. Que el mundo piense sobre la frontera que nos aguarda más allá de nuestro planeta. También quiere poner en relieve el papel de la exploración espacial. Así como recordar que nuestra tecnología depende, en parte, precisamente de los satélites que tenemos en la órbita baja del planeta.

Hasta aquí, no hay nada que criticar en la iniciativa. Creo, personalmente, que no hace falta lanzar un satélite artificial para que la gente quiera observar el cielo y maravillarse. Quiero creer, quizá inocentemente, que el espacio en sí mismo es lo suficientemente interesante como para querer osbervarlo. Podemos observar la Luna casi cada noche. De cuando en cuando tenemos lluvias de estrellas.

Con la ayuda de un telescopio, o unos prismáticos astronómicos, también podemos observar multitud de objetos que no son visibles a simple vista, como las nebulosas. En definitiva, el universo en sí mismo debería tener suficientes motivos para querer observarlo. Sin necesidad de poner, artificialmente, una estrella más para que la gente quiera observarlo. No hay que olvidar que, hace poco tiempo, tuvimos en órbita la Estrella de la Humanidad.

Un proyecto complejo

Un cohete Falcon 9 momentos antes de aterrizar tras un lanzamiento.
Crédito: Ken Kremer

Para poder llevar a cabo su idea, Paglen ha necesitado encontrar varios socios. Por un lado, ha logrado la participación del Museo de Arte de Nevada. Por otro, la compañía aeroespacial Global Western y la empresa SpaceFlight Industries. La primera se encarga de la creación de los CubeSat. La segunda se encarga de organizar lanzamientos. Son estos últimos, de hecho, los que han acordado el lanzamiento del proyecto con SpaceX.

Se hará a bordo de un cohete Falcon 9 en algún momento de este otoño. La idea es enviar un globo, con forma de diamante, de 30,5 metros, formado por material ligero. Estará en el interior de un CubeSat que será lanzado a la órbita baja de la Tierra. Se encontrará a una altura de 575 kilómetros sobre la superficie. Será unas decenas de kilómetros más alto que la Estación Espacial Internacional, por poner un ejemplo. Una vez desplegado, el globo se hinchará.

Esa estructura reflejará la luz del Sol. Hará que sea suficientemente brillante para ser observado a simple vista durante varias semanas. Después, el Reflector orbital reentrará en la atmósferae de la Tierra y se desintegrará. De momento, Paglen y sus socios han aportado el 60% de los 1,3 millones de dólares neceasrios. Para los últimos 70.000$, lanzaron una campaña de Kickstarter que ya ha superado su objetivo.

En busca de centrar la atención en el espacio

La Estación Espacial Internacional, fotografiada el 23 de mayo de 2010 desde el Space Shuttle Atlantis.
Crédito: NASA

La esperanza de Trevor Paglen es que su trabajo ponga la atención en el espacio. Quiere que el Reflector Orbital sea la excusa para recordar todas las actividades que tienen lugar allí. Los satélites que utilizamos, esenciales para la navegación, las telecomunicaciones, el transporte o la defensa. Así como los diversos satélites con fines científicos que tenemos en órbita. Y, por supuesto, los astronautas de la Estación Espacial Internacional.

El Reflector Orbital busca hacer visible lo invisible. Estas actividades son muy importantes para nuestra sociedad. En algunos casos, incluso son parte de nuestro día a día, pero permanecen invisible. Por eso se busca inspirar a la humanidad a pensar sobre nuestro futuro en el espacio. De paso, y en consecuencia, se espera que eso provoque que se centre la atención en lo que estamos haciendo en la Tierra.

Especialmente en estos momentos que vivimos. Abundan los conflictos geopolíticos, las crisis económicas, el cambio climático, las violaciones de los derechos humanos… Desde esa perspectiva, la idea es loable. Se busca cambiar la perspectiva de muchas personas respecto a nuestra actividad en el espacio y nuestro lugar en el universo. En ese sentido, hay poco que reprochar a la iniciativa.

Una fuente de contaminación artificial

Estrellas fugaces (Perseidas) y la Vía Láctea sobre el Monte Rainier.
Crédito: Matthew Dieterich

Pero por otro lado, hay varios inconvenientes. El primero de todos es que tiene lugar  muy poco tiempo después del lanzamiento de la Estrella de la Humanidad. Por lo que la primera pregunta es obvia y lógica: ¿era necesario que fuese tan pronto? El segundo es que es una fuente de contaminación artificial en el espacio. Se espera que su brillo sea similar al de las estrellas de El Carro, por lo que no será excesivo… a simple vista.

Para los científicos que se dedican a la observación del firmamento, sin embargo, será una fuente de brillo innecesario. Podría distorsionar imágenes o, directamente, bloquear en un momento dado alguna observación que esté teniendo lugar. Que solo vaya a durar unas semanas no evitar que, en ese tiempo, vaya a ser una fuente de problemas para determinados grupos de investigadores que están observando el universo.

La idea es, desde muchas perspectivas, encomiable. Intentar animar a la gente a observar el espacio nunca es mala idea. Pero, personalmente, no me convence que para conseguir eso sea necesario poner un satélite artificial, brillante, en órbita. Quiero creer que no es necesario. Porque si lo es, entonces algo estamos haciendo rematadamente mal para no lograr que la observación de una lluvia de estrellas, o de los planetas, no sea interesante por sí misma…

En busca de aumentar el amor por el espacio

Yusaku Maezawa, el primer turista lunar.
Crédito: SpaceX

La idea, por otro lado, tampoco dista mucho de lo que ha planteado Elon Musk. Su objetivo, por supuesto, es mucho más ambicioso. Quiere mandar al primer turista lunar (que viajará acompañado) a nuestro satélite en los próximos años. Yusaku Maezawa quiere aprovechar ese viaje para, junto con otros ocho artistas, dar rienda suelta a su imaginación y aprovechar ese viaje para hacer nuevas creaciones.

El Reflector Orbital, en esa perspectiva, es otro punto más. Se suma a la lista de intentos más recientes de poner la vista en la exploración espacial del futuro. Se quiere destacar lo importante que es para la Humanidad. Así como resaltar que, poco a poco, la Era Espacial se está convirtiendo en algo que cada vez llega a más personas. Hoy en día ya tenemos empresas privadas que realizan sus propios lanzamientos.

Con todo el presupuesto asegurado, lo único que falta para que el Reflector Orbital vuele es la fecha del lanzamiento. Veremos cuándo tiene lugar y cuál es su impacto. ¿Logrará que la sociedad observe más el firmamento y reflexione sobre el futuro? Es imposible saberlo de antemano. Solo podremos valorarlo después de que haya terminado su misión. Durará solo unas semanas. Así que atención, porque próximamente puede que en el firmamento tengamos una estrella más (artificial y temporal)…

Referencias: Universe Today