El estudio del cultivo de plantas en el espacio es algo muy importante. Es un campo esencial porque, tarde o temprano, necesitaremos poder obtener nuestros propios alimentos lejos del entorno de la Tierra. Con ese objetivo, la misión Artemisa I permitirá llevar a cabo un estudio interesante…

El estudio de las plantas en el espacio

Artemisa I es una misión muy importante en más de un sentido. Federica Brandizzi, investigadora (y profesora) de la Universidad Estatal de Michigan (EE. UU.) va a enviar semillas en la misión para entender mejor cómo cultivar nuestros propios alimentos durante un viaje espacial. Como explica, al final todo se resume en entender cómo podemos establecer y mantener una presencia permanente fuera de la Tierra. Para ello, hay que encontrar plantas que sean capaces de sobrevivir al viaje espacial a largo plazo durante generaciones.

El estudio de plantas en Artemisa I
La Estación Espacial Internacional vista desde el transbordador Discovery en 2009. Crédito: NASA

Las plantas crecen de una manera diferente en el espacio, en comparación a la Tierra. En las últimas décadas, los científicos han estado trabajando, buscando cómo compensar esos cambios. Para ello, han mejor su comprensión de la biología de las plantas y su desarrollo lejos del planeta. En experimentos anteriores, se ha descubierto que el vuelo espacial afecta a los bloques fundamentales de los organismos, como los aminoácidos. Permiten mantener las semillas en buen estado y su papel es todavía más importante.

Porque también son nutritivos para las personas que se coman esas plantas. Por ello, el laboratorio de Brandizzi ha seleccionado semillas ricas en aminoácidos. Las van a enviar al espacio junto a semillas normales. El experimento permitirá al equipo ver si fortalecer las semillas, en el planeta, podría ser una respuesta. Si todo va como esperan, podría permitir crear un camino sostenible para el cultivo de plantas, y comida, en el espacio. En ese entorno, explica Federica Brandizzi, hay muchos factores que tener en cuenta.

Las particularidades de las plantas

En ese entorno, hay muchas cosas que las plantas nunca han experimentado. Por ejemplo, sin la atracción gravitacional de la Tierra, las plantas están en microgravedad. Sin la atmósfera protectora del planeta, se enfrentan a muchos más rayos cósmicos. El experimento de la Universidad de Michigan es uno de los cuatro seleccionados por el Programa de Biología Espacial de la NASA. Ayudará a entender mejor cómo afecta el espacio profundo a la biología terrestre. Tras años de preparación, Artemisa I está por fin en la recta final.

El lanzamiento inicial, previsto para el 29 de agosto, ha sido retrasado. Es cuestión de días (o semanas), sin embargo, que la misión ponga rumbo a la Luna. Junto a este experimento, que profundizará en el estudio de las plantas, hay otros. La Universidad de Colorado-Bouder enviará uno sobre la levadura. El Laboratorio de Investigación Naval enviará un experimento sobre hongos. Mientras que el Instituto de Investigación Médica (una ONG de investigación de EE. UU.) enviará un experimento con algas fotosintéticas en la misma misión.

Este será el tercer experimento que el laboratorio de Brandizzi envía en una misión de la NASA. Según cuenta, a su propia universidad, siempre se ha visto fascinada por la NASA. Considera increíble todo lo que han logrado con el vuelo espacial. En trabajos previos, su equipo se ha centrado en entender cómo responden las plantas al estrés del espacio. Cada proyecto ha sido diferente, pero todos comparten el mismo objetivo. Conseguir que, un día, sea posible cultivar plantas que puedan prosperar en misiones a la Luna y otros lugares.

Un proyecto diferente

Esto también permite observar cómo se desarrolla este tipo de trabajos en otros ámbitos. Para Brandizzi y su equipo, trabajar en este tipo de experimentos con la NASA es un sueño hecho realidad. Es una oportunidad increíble y les permite realizar investigaciones de una manera diferente. En otros proyectos, el equipo puede ajustarse en función de lo que sucede. Pueden realizar cambios y así asegurarse de que el experimento sigue adelante. Ese lujo no existe cuando se trata de enviar un experimento al espacio.

Imagen de un experimento con diferentes semillas. Crédito: Mars One

Literalmente, solo hay una oportunidad para asegurarse de que todo está en perfecto estado. Es algo que vale la pena tener en cuenta en general, no solo en experimentos dedicados al estudio de las plantas. Una vez un experimento se envía al espacio, por lo general no hay margen de maniobra para realizar ajustes. Sea como fuere, Artemisa I no solo servirá para garantizar que el cohete SLS y la cápsula Orión están preparados para los vuelos tripulados. También serán un paso más en ese camino para conseguir tener presencia permanente lejos de la Tierra.

Ese objetivo todavía es lejano. No podemos olvidar, a fin de cuentas, que la primera misión tripulada a la superficie de la Luna, Artemisa III, está prevista para 2025. Es posible, de hecho, que se retrase hasta 2026 en función de cómo se desarrolle todo desde ahora hasta ese entonces. La gran meta, sin embargo, está presente en todo momento: se quiere tener una presencia permanente en nuestro satélite y otros lugares del Sistema Solar. Este tipo de experimentos, que ayudarán a minimizar la dependencia de esas misiones de la Tierra, son un paso más para lograrlo.

Referencias: Universidad Estatal de Michigan