El planeta más cercano al Sistema Solar es extremadamente intrigante. Próxima b podría tener auroras verdes, al menos esa es la sugerencia de un nuevo estudio. No sería una señal de que tenga vida, pero podría darnos mucha información útil…
Próxima b podría tener auroras verdes… si tiene atmósfera
Un grupo de investigadores ha encontrado una manera de poder analizar las posibles auroras que pudieran observarse en el planeta que gira en torno a Proxima Centauri, la estrella más cercana al Sol. Si el planeta tiene atmósfera, y en esa atmósfera hay oxígeno, Próxima b podría tener auroras verdes. Esas auroras serían cien veces más intensas que las de la Tierra. Así que cabe la posibilidad de observarlas con la ayuda de telescopios suficientemente potentes.
A sólo 4,2 años-luz de distancia, Proxima Centauri es una estrella muy interesante. No hay ninguna más cercana. Alrededor de ella, detectamos la existencia de Próxima b. El planeta más cercano al Sistema Solar. Se encuentra en la zona habitable de su estrella. Es decir, podría tener agua líquida en su superficie. Sin embargo, hay datos del planeta que aún no conocemos, como su radio. Lo que sí sabemos es que es un 30% más masivo que la Tierra, por lo que podría ser un planeta rocoso.
Proxima Centauri es una enana roja. Es una estrella mucho más pequeña que el Sol, así que esa zona habitable está mucho más cerca de la estrella. De ahí que Próxima b esté veinte veces más cerca de su astro. Tarda, aproximadamente, 11,2 días en completar una órbita alrededor de su estrella. Proxima Centauri es, además, más activa que el Sol, emitiendo llamaradas estelares con mucha más frecuencia. Por lo que la superficie del planeta podría recibir mucha radiación dañina para la vida.
Observando las auroras de Proxima b
Esas mismas llamaradas, sin embargo, podrían ser clave para comprender mejor el mundo más cercano al Sistema Solar. Si Próxima b tiene un campo magnético, probablemente capturará parte de las partículas cargadas de esas llamaradas. Las enviará hacia los polos y creará impresionantes auroras. Es el mismo mecanismo que permite la aparición de las auroras polares que podemos observar en nuestro planeta.
Observar las auroras permitirá a los científicos comprender cómo es la atmósfera del planeta. En la Tierra, los diferentes colores de las auroras tienen que ver con las reacciones que se producen con las diversas moléculas de la atmósfera. Así que los científicos de este estudio han intentado hacer una extrapolación a Próxima b. Si se trata de un planeta terrestre con una atmósfera similar a la nuestra, Proxima b podría tener auroras verdes. O mejor dicho, de color verde claro, por la reacción con el oxígeno. Brillarían con 100 veces la intensidad de las auroras terrestres.
Además, en un período de actividad estelar intensa, estas auroras podrían ser todavía más brillantes. Las llamaradas estelares y las eyecciones de masa coronal pueden tener un impacto enorme para generar estas auroras. Sin embargo, no sabemos predecirlas con antelación. Lo que sí sabemos es que el Sol tiene ciclos solares. Estudiando Proxima Centauri, es posible que descubramos un ciclo similar.
Próxima b es ideal para el estudio de auroras
Hasta el momento, ha habido diferentes estudios centrados en la búsqueda de auroras en exoplanetas gigantes, que orbitan cerca de sus estrellas. Sin embargo, no hemos detectado auroras en mundos rocosos más allá del Sistema Solar. Próxima b podría ser el primer lugar en el que lograrlo, por diferentes motivos. Por un lado, es el planeta más cercano al Sistema Solar, así que es más fácil para los instrumentos realizar observaciones detalladas.
La intensa actividad magnética de la estrella, además de la órbita tan cercana del planeta, quiere decir que Próxima b se ve constantemente bombardeada con partículas solares mucho más intensas que en la Tierra. Al mismo tiempo, como la estrella es más tenue, es más fácil observar una aurora verde de lo que sería, en comparación, si estuviese alrededor de una estrella como el Sol. Por último, la rapidez de su órbita también ayuda.
Cuando una fuente de luz se mueve rápidamente hacia, o lejos de, un observador, el efecto Doppler es fácil de analizar. En el caso de Proxima b, las ondas de la luz verde de las auroras serían más largas gracias a su rápida órbita, facilitando que puedan ser detectables. Si no fuese así, identificar la presencia de oxígeno sería mucho más complicado. En cualquier caso, hay que tener presente que de momento la detección tendrá que esperar…
Un objetivo para los telescopios de próxima generación
Próxima b podría tener auroras verdes, pero no lo sabremos por ahora. Los telescopios que están en funcionamiento actualmente no son suficientemente potentes. Será la próxima generación, y ni siquiera todos. Por ejemplo, el telescopio espacial James Webb, de la NASA, realizará observaciones en el espectro infrarrojo. Es decir, no tendrá la capacidad de detectar esas auroras porque están en el espectro visible.
Según los investigadores, la mejor posibilidad depende del Telescopio de Treinta metros. Llamado así porque ese sería el tamaño de su espejo principal. Su construcción se inició en 2015, en el monte Mauna Kea, en Hawái. Sin embargo, la construcción está detenida en la actualidad, debido a protestas locales por considerar aquellas tierras sagradas. Cabe la posibilidad de que, en su lugar, la construcción sea trasladada a territorio español, a las Islas Canarias.
En cualquier caso, no será una detección rápida. Los investigadores creen que serán necesarias decenas de horas de observación para poder detectar el fenómeno. Lo mismo sucede con otros telescopios que entrarán en funcionamiento. Uno de ellos, LUVOIR (por sus siglas en inglés), es un telescopio propuesto con un diámetro de entre 9 y 15 metros, que observaría los espectros ultravioleta, óptico e infrarrojo.
Próxima b podría tener auroras verdes… si tiene campo magnético
No hay que olvidar, tampoco, la importancia del campo magnético. Próxima b podría tener auroras verdes, siempre que lo tenga. En el Sistema Solar, de los cuatro planetas terrestres, sólo dos lo tienen: La Tierra y Mercurio. Marte tiene un campo magnético muy tenue, y Venus no tiene. Si Próxima b no tuviese, no tendría la capacidad de producir auroras, y todo lo planteado en este artículo quedaría en nada.
Por otra parte, suponiendo que sí las produzca, hay otro factor que podría ayudar a su detección. La luminiscencia nocturna (o airglow, en inglés), que es una tenue emisión de luz de la atmósfera que hace que la noche, en la Tierra, no sea completamente oscura. Según los investigadores, es probable que Próxima b también la tenga, y que ser especialmente intensa. La ventaja es que no depende de un campo magnético…
Pero la desventaja es que, aunque fuese más intenso que el de la Tierra, es un brillo bastante más tenue que el que producen las auroras. Si está presente en Próxima b, podría provocar que todo el planeta tenga un leve brillo verde, que sería, de nuevo, una señal de la presencia de oxígeno. Está por ver si el planeta más cercano al Sistema Solar tiene oxígeno en su atmósfera. Pero si es así, nos espera un futuro cercano de observaciones muy intrigantes…
El estudio es R. Luger, J. Lustig-Yaeger, D. P. Fleming et al.; «The Pale Green Dot: A Method to Characterize Proxima Centauri b using Exo-Aurorae». Publicado en la revista The Astrophysical Journal, puede ser consultado en arXiv.
Referencias: Space
Genial, Alex! Esperemos que tu artículo no quede en nada!
Tengo una pregunta: ¿cómo afectaría la radiación solar roja a un ser humano que, hipotéticamente, pudiera estar en la superficie de un mundo rocoso del mismo tamaño que la tierra que está orbitando una estrella enana roja? Hablando, por supuesto, de que la estrella sea lo suficientemente estable para que el planeta fuese habitable?