Un grupo de investigadores ha anunciado la detección de señales que podrían apuntar a la presencia de vida microbiana en Venus. Si se confirmase, estaríamos ante la noticia más importante de las últimas décadas. Pero antes de descorchar el champán, hay que poner varias cosas en contexto…

Las señales de vida en Venus no son confirmación de vida

Comencemos resolviendo la gran pregunta. ¿Se ha encontrado vida en Venus? No. Lo cierto es que lo que se ha encontrado son señales de que podría haber vida microbiana en Venus, que no es lo mismo. Los investigadores creen que hay motivos sobrados para determinar que eso es lo que han hallado, pero no se puede asegurar al 100%. A decir verdad, si se confirmase sería tremendamente interesante. El segundo planeta del Sistema Solar es un infierno. No tiene nada que ver con las condiciones que encontramos en la Tierra.

Descubren posibles señales de vida en Venus
Venus, observado en el espectro ultravioleta. Crédito: ISAS/JAXA

La superficie de Venus no es el lugar en el que esperaríamos encontrar vida. A fin de cuentas, soporta temperaturas de 460 ºC, una presión atmosférica 90 veces superior a la de nuestro planeta, y tiene abundantes cantidades de ácido sulfúrico en las nubes. En su lugar, a lo largo de las décadas, se ha sugerido que se debería poner la atención en otro lugar: en la atmósfera de Venus. Hay una región, en las capas intermedias, donde las condiciones son algo más parecidas a las de la Tierra. No son ni mucho menos idílicas, pero quizá si más tolerables para algunos organismos.

A esa franja se la denomina zona templada. Allí podemos encontrar temperaturas que van desde los 0 a los 100 ºC. Es la que nos interesa en este caso en particular. Porque los investigadores han detectado la presencia de fosfina. Un gas que no se esperaba localizar allí y que, en la Tierra, está considerada una señal biológica. Los investigadores explican que solo hay dos formas de producirla. Artificialmente, en laboratorios, o gracias a ciertos tipos de microbios, que son capaces de vivir en entornos libres de oxígeno. Por lo que parecería un caso claro. Pero falta algo…

Se ha encontrado fosfina en otros lugares

Por momentos, por lo leído en algunos medios, parece que los investigadores realizan declaraciones casi triunfales. No dicen haber encontrado vida, abiertamente, pero casi parecen insinuar que esa es la única explicación posible. A fin de cuentas, no hay laboratorios para generar fosfina de forma artificial en Venus. Por lo que, claramente, la única opción válida que parece que podría quedar es la de los microbios. El inconveniente es que también se ha detectado fosfina en otros lugares, tanto dentro como fuera del Sistema Solar.

Júpiter visto por la sonda Cassini. Crédito: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Southwest Research Institute – National Aeronautics and Space Administration

La historia de la fosfina es un tanto enrevesada. Su presencia es conocida en lugares como Júpiter y Saturno. La sonda Cassini, sin ir más lejos, observó su presencia hace no tantos años. La fosfina está compuesta por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno. En condiciones normales, no es fácil de formar, ya que no son elementos que tiendan a unirse. El entorno extremo de las atmósferas de ambos gigantes gaseosos, sin embargo, proporciona las condiciones, y energía, necesarias para provocar que se pueda formar fosfina por la fuerza.

También se ha detectado su presencia más allá del Sistema Solar. Por ejemplo, en torno a la estrella CRL 2688. Su presencia resulta todo un desafío porque la química del fósforo todavía está en proceso de comprensión. Dicho de otro modo: la fosfina, en determinadas condiciones, puede formarse sin la participación de microorganismos. El punto a favor de los investigadores, sin embargo, es que en un planeta rocoso no hay mecanismo conocido para dar lugar a su formación. Simplemente, la cantidad observada en Venus es demasiado alta.

No parece haber un proceso claro para la fosfina en Venus

Según han explicado los investigadores, de forma natural, a través de diferentes procesos (radiación solar, minerales expulsados desde la superficie, volcanes y rayos), se podría crear fosfina en Venus. Pero no en las cantidades observadas. Solo se podría explicar la presencia del 0,0001% (la diezmilésima parte) de la fosfina detectada. Aquí es donde entran en escena las posibles señales de vida en Venus. Porque podemos fijarnos en nuestro propio planeta, donde algunos microbios producen fosfina, y permite establecer paralelismos.

Concepto artístico de la superficie de Venus. Crédito: ESA/AOES Medialab

Así, los investigadores calculan que, trabajando solo al 10% de la capacidad de producción mínima, de estos microbios, se podría generar la cantidad de fosfina observada en la atmósfera del planeta. Estos microbios, al menos en la Tierra, no necesitan oxígeno. Absorben los minerales de fosfato, añaden hidrógeno y expulsan la fosfina en forma de gas. Venus apenas tiene oxígeno en su atmósfera, por lo que el entorno parecería perfectamente adecuado. La región templada, donde se encuentran las señales de que podría haber vida en Venus, está a entre 48 y 60 kilómetros de altura.

Desde luego, es un motivo para el optimismo. Se detecta un compuesto que, en planetas rocosos, parece que solo puede originarse de forma biológica. Al menos en las cantidades observadas. Pero, al mismo tiempo, no se puede descartar el hecho de que se ha encontrado fosfina en otros entornos, tanto en el Sistema Solar como más allá de esta región del espacio. Es decir, podría haber alguna explicación alternativa. Por ello no se puede afirmar rotundamente que se ha encontrado vida en Venus (ojalá, dicho sea de paso, fuese posible afirmarlo).

El dilema de los microbios en Venus

Supongamos por un momento que realmente sea vida lo que se ha observado en Venus. ¿Hasta qué punto se parecerían esos microbios a los que podemos encontrar en la Tierra? En nuestro planeta, los microbios que generan fosfina son capaces de aguantar hasta un 5% de ácido en su entorno. El porcentaje de ácido en las nubes de Venus, sin embargo, es prácticamente del 100%. Así que no está claro cómo serían capaces de sobrevivir en un entorno que sería extremadamente hostil. Siempre, claro está, usando nuestro planeta como ejemplo.

El radiotelescopio ALMA. Crédito: ESO

Por otro lado, los investigadores han hecho sus deberes. Han intentado descartar todos los mecanismos posibles, de origen no biológico, que pudiesen permitir justificar la cantidad de fosfina detectada en la atmósfera de Venus. Según han explicado, la detección fue posible gracias a los telescopios James Clerk Maxwell y ALMA. El primero es un telescopio ubicado en Estados Unidos. El segundo, mucho más popular, se encuentra en el desierto de Atacama, en Chile. Ya han anunciado que continuarán sus observaciones con otros telescopios.

También han planteado que la vida pudo aparecer en Venus hace miles de millones de años. Simplemente se apoyan en un escenario que ha sido muy popular desde hace décadas. Es posible que, en su infancia, Venus fuese un lugar mucho más parecido a la Tierra. No solo eso, se ha planteado que quizá pudo retener condiciones habitables hasta hace apenas 1000 millones de años. Mucho tiempo en la escala de un ser humano, pero no tanto en la escala astronómica. La vida pudo haber surgido en aquel entonces y, simplemente, adaptarse a los cambios.

¿Qué supone la presencia de señales de vida en Venus para la vida en otros lugares?

A medida que Venus se iba transformando, aquella vida se vería obligada a adaptarse a las condiciones del planeta. Hasta el punto de, ahora, encontrarse en la atmósfera en forma de vida microbiana. Podríamos imaginar esa zona templada, en la atmósfera, como el último bastión de la vida en un planeta hostil. Lejos de resultar un panorama desolador, es tremendamente intrigante y provocador. Venus se encuentra, en algunos modelos, en el borde interior de la zona habitable del Sistema Solar. En otros se considera que está fuera.

Venus es uno de los lugares menos probables en los que se esperaría encontrar señales de vida...
Concepto artístico del Sistema Solar y las órbitas de sus planetas. Crédito: Harman Smith y Laura Generosa/NASA

En ambos casos, no hay duda de que, tanto si está dentro como fuera de la zona habitable, es por poco. Lo que quiere decir es que podría tener las condiciones necesarias para ser habitable y tener agua en su superficie, por distancia al Sol. Para el propósito de esta noticia, vamos a suponer que realmente se encuentra en el borde interior de la zona habitable. Si realmente estamos ante la detección de vida en Venus, querría decir que los planetas en el borde interior pueden llegar a mantener condiciones aptas para el desarrollo de la vida.

No sería vida similar a la de la Tierra. Estaría adaptada a condiciones y un entorno diametralmente opuesto. Pero sería una confirmación de que la vida puede aparecer en los entornos más insospechados. Su presencia, además, abriría un abanico de preguntas no menos tentador. ¿Cuál sería el origen de esa vida en Venus? Pudo ser vida de la Tierra que viajó hasta allí tras el impacto de un asteroide. Quizá incluso viajase a Marte. En ese caso, la panspermia sería un escenario que se convertiría en algo más que una hipótesis…

Las repercusiones que estas señales de vida en Venus podrían tener en la búsqueda de vida

Sería una demostración sólida de que ese mecanismo, que plantea que la vida podría desplazarse de un lugar a otro, en un mismo sistema planetario, está en funcionamiento. La implicación es tremendamente atractiva. Nos llevaría a pensar en sistemas como TRAPPIST-1, que tiene siete planetas rocosos, de los que tres estarían en la zona habitable, como un lugar que podría rebosar vida. Bastaría con que hubiese aparecido en uno de esos mundos y, desde ahí, se hubiese esparcido al resto de planetas que giran alrededor de esa enana roja.

La presencia de señales de vida en Venus también es positivo para la vida más allá del Sistema Solar.
Este concepto artístico muestra el sistema de TRAPPIST-1 visto desde la superficie de uno de sus planetas. Crédito: NASA/ESA/HST

El origen de esa vida, en el caso del Sistema Solar, bien podría ser la Tierra, como Marte o Venus (habría viajado desde el planeta en el que apareciese al resto). La otra posibilidad puede resultar, si cabe, incluso más intrigante. Es posible que la vida apareciese por su propia cuenta en Venus. Que no viajase desde ningún otro lugar. En ese caso, querría decir que, en el Sistema Solar, la vida apareció, por sí misma, en dos planetas diferentes. Es decir, sería una confirmación de que debería ser tremendamente abundante a lo largo y ancho de la Vía Láctea.

En ambos casos, nos encontramos con un abanico de preguntas que es tremendamente provocador. ¿Y si también se encontrasen señales de vida en Encélado o Europa? ¿En cuántos escenarios extremos, en comparación a las condiciones de la Tierra, podríamos esperar encontrar organismos? Este estudio, en realidad, puede ser visto como la primera piedra en un edificio lleno de posibilidades, cada una más intrigante que la anterior. Pero, hay que insistir una vez más, no estamos ante una confirmación de que se haya hallado vida en Venus…

¿Por qué no se dice que se ha encontrado vida en Venus?

Lo cierto es que, aunque los investigadores han hecho un hallazgo sumamente atractivo, no se puede descartar por completo que esa fosfina tenga un origen no biológico. Es cierto que no parece haber un mecanismo claro, para su generación en planetas rocosos, sin la participación de microbios. No es menos cierto, sin embargo, que bien podría haber algún mecanismo que pueda darse en entornos extremos, como el de Venus, que simplemente había pasado desapercibido hasta ahora. ¿Sería un jarro de agua fría? Probablemente sí.

Supongamos que se confirmase que esa fosfina no es de origen biológico. En realidad, sería un paso más hacia poder decir, algún día, que por fin se ha encontrado vida porque se han descartado todas las posibilidades conocidas. No sería una tragedia, visto desde esa perspectiva. Por otro lado, cabe la posibilidad de que se encuentren otros compuestos cuyo origen pueda ser biológico (algo que los investigadores quieren analizar en el caso de Venus). O que se descarte, definitivamente, que la fosfina en Venus pueda tener un origen no biológico.

Ambos escenarios nos llevarían a la confirmación de que hay vida más allá de la Tierra. Todavía en nuestro Sistema Solar, sí, pero más allá de nuestro planeta. Nuestros vecinos estarían mucho más cerca de lo que mucha gente habría imaginado. Pero, curiosamente, no se encontraría en Marte. El planeta rojo ha cautivado nuestra imaginación a lo largo de los años. Esa vida, en su lugar, podría estar en Venus. Probablemente, el último lugar en el que a muchos se le ocurriría buscar. No estamos ante una confirmación de vida en Venus, pero quizá si ante el primer paso para ello…

Estudio

El estudio es J. Greaves, A. Richards, W. Bains et al.; «Phosphine gas in the cloud decks of Venus« publicado en la revista Nature Astronomy el 14 de septiembre de 2020. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: EarthSky