Dentro de los eventos cósmicos más violentos que puedes presenciar si observas el firmamento, una supernova es el más espectacular. Cuando una estrella (con la masa suficiente) llega al final de su secuencia principal, explota en forma de supernova, emitiendo un brillo incluso superior al de su galaxia…

Estrellas… que ya no son estrellas

Los restos de una estrella que ha explotado en forma de supernova. Crédito: X-ray: NASA/CXC/Rutgers/J.Hughes; Optical: NASA/STScI

Los restos de una estrella que ha explotado en forma de supernova.
Crédito: X-ray: NASA/CXC/Rutgers/J.Hughes; Optical: NASA/STScI

De repente, en la oscuridad de la noche, aparece una estrella sumamente brillante (puede que dure sólo unas horas, o incluso varias semanas). Es imposible no verla… Lo que estás viendo, en realidad, ya no es una estrella. Las supernovas superan en brillo (durante muy poco tiempo) a toda su galaxia, y emiten más energía durante ese breve lapso de tiempo de la que el Sol emitirá en toda su vida.

También son la principal fuente de elementos pesados (todos los elementos que tienen un peso atómico superior a 92) en el universo. Son importantes porque, al menos por lo que sabemos hoy en día, los elementos pesados son vitales para dar lugar a la formación de planetas.

Esta estrella, a más de 20.000 años luz de distancia, explotará en forma de supernova más pronto que tarde. Quizá lo veamos durante nuestras vidas... Crédito: ESA/Hubble & NASA Acknowledgement: Nick Rose

Esta estrella, a más de 20.000 años luz de distancia, explotará en forma de supernova más pronto que tarde. Quizá lo veamos durante nuestras vidas…
Crédito: ESA/Hubble & NASA Acknowledgement: Nick Rose

De media, en una galaxia del tamaño de la Vía Láctea, sucede una supernova cada 50 años (o dicho de otro modo, cada segundo explota una estrella en algún lugar del Universo).  Pero cómo muere una estrella depende (en parte) de su masa. Por ejemplo, como ya he comentado alguna vez, el Sol no tiene suficiente masa para explotar en forma de supernova. En su lugar, después de terminar su fase principal (es decir, de agotar todo su combustible), se convertirá en una gigante roja, y después se enfriará a medida que se va transformando en una enana blanca.

Hay dos tipos de supernova, dependiendo de qué sea lo que provoca que la estrella termine explotando así:

  • Supernova de Tipo I: la estrella acumula materia de una vecina cercana (es decir, sólo sucede en sistemas binarios) hasta que se desencadena una reacción nuclear en cadena.
  • Supernova de Tipo II: la estrella agota todo su combustible y colapsa bajo la fuerza de su propia gravedad.

Supernova de Tipo I

G299 (así se denomina), son los restos de una supernova de tipo 1a. Crédito: NASA/CXC/U.Texas

G299 (así se denomina), son los restos de una supernova de tipo 1a.
Crédito: NASA/CXC/U.Texas

Las supernovas de Tipo I (o 1), están divididas en subcategorías a su vez. Las de tipo 1a son producto de una enana blanca (una enana blanca tiene un tamaño muy similar al de la Tierra, pero con una masa similar a la que tiene el Sol hoy en día) en un sistema binario. A medida que la enana blanca acumula gas de su compañera, se comprime todavía más, y termina explotando.

Este tipo de explosiones son interesantes porque siempre son iguales en cuanto a brillo, intensidad y los requisitos para que exploten (cuando la estrella acumula 1,4 veces la masa del Sol) y siempre explotan con el mismo brillo. Eso permite a los astrónomos medir las distancias en el Universo (si ven una supernova 1a en una galaxia lejana, es posible calcular la distancia porque conocen todos los parámetros restantes).

Las de tipo 1b y 1c son supernovas que colapsan sobre su propio núcleo (como las de Tipo II) pero han perdido la mayor parte de sus capas externas de hidrógeno.

Supernova de Tipo II

Estos son los restos de la supernova SN 1987 A (que explotó en 1987 en la Gran Nube de Magallanes). Era una supernova de Tipo II-P. Crédito: NASA, ESA, P. Challis, y R. Kirshner

Estos son los restos de la supernova SN 1987 A (que explotó en 1987 en la Gran Nube de Magallanes). Era una supernova de Tipo II-P.
Crédito: NASA, ESA, P. Challis, y R. Kirshner

Las supernovas de tipo II son más llamativas, entre otras cosas porque son mucho más masivas que el Sol (tienen entre 8 y 15 veces su masa). Al igual que nuestra estrella, al final de sus vidas, estas estrellas se quedan sin hidrógeno y helio en su núcleo, pero siguen teniendo suficiente masa y presión para pasar a fusionar carbono, lo que provoca que poco a poco se vayan acumulando los elementos más pesados en el centro, llenando la estrella de capas (como si fuese una cebolla) con los elementos más ligeros más cerca de la superficie.

Cuando la estrella supera cierta cantidad de masa, comienza a implosionar, el núcleo se calienta y se vuelve aun más denso, y esa implosión termina rebotando al llegar al núcleo, para pasar a ser una explosión que expulsa todo el material estelar al espacio. Tras la explosión, en el lugar de la estrella queda un objeto extremadamente denso, de un tamaño de apenas unas decenas de kilómetro, pero con una masa equivalente a la del Sol en ese espacio (de hecho, a veces se cuenta como anécdota que una cucharadita de masa de una estrella de neutrones sería equivalente a la masa de la Tierra).

Las supernovas de tipo II también tienen subcategorías, dependiendo de sus curvas de luz (es decir, cuánto dura su luz y cuanto tarda en ir perdiendo brillo).

Otras curiosidades

La siempre espectacular Nebulosa del Cangrejo. Crédito: NASA, ESA, J. Hester y A. Lol

La siempre espectacular Nebulosa del Cangrejo.
Crédito: NASA, ESA, J. Hester y A. Lol

Los estudios más recientes han mostrado que las supernovas vibran y emiten un zumbido audible poco antes de explotar (estaría bien saber si Betelgeuse lo hace, lástima que nos pille tan lejos…). En cualquier caso, no hay ninguna estrella cercana que pueda convertirse en supernova.

Al margen de esto, si la estrella tiene una cantidad de masa suficientemente grande (de 20 a 30 masas solares), la teoría actual es que en lugar de explotar en forma de supernova, colapsan para convertirse en agujeros negros.

Una vez que una estrella se convierte en hierro, deja de poder producir fusión. Al colapsar, el material se convierte en elementos más pesados que el hierro. Si tienes algo de oro (por ejemplo), estás llevando algo hecho de elementos que se crearon en una supernova.

Para terminar el artículo, quizá te guste saber que la supernova más conocida en nuestra historia (aunque no la más reciente) sucedió allá por el año 1054, que fue observada por los astrónomos chinos de la época, y que después de brillar intensamente durante algo más de un mes, dio lugar a lo que hoy en día conocemos como la Nebulosa del Cangrejo.

Referencias: Universe Today, NASA y Space.com