No tenemos completamente claro cómo se formó nuestro satélite. Aunque la hipótesis más popular es que se formó tras un gran impacto, su origen podría ser otro. Un nuevo estudio plantea que la Luna podría estar formada por lunas más pequeñas…

Un único compañero orbital

Tres de los satélites de Saturno, fotografiados por la sonda Cassini.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Si lo comparamos con otros planetas del Sistema Solar, la Luna parece quedarse en poca cosa. Se calcula que Saturno tiene unos 62 satélites (y es posible que sean más). Júpiter podría tener hasta 67 satélites a su alrededor; incluyendo a Ganímedes, el más grande del Sistema Solar y que, si girase alrededor del Sol, sería considerado un planeta. Incluso Marte, un planeta rocoso como el nuestro, tiene dos lunas: Fobos y Deimos.

Así que, desde ese punto de vista, parece raro que la Tierra sólo tenga un satélite. Un nuevo estudio que plantea que podría no haber sido siempre así. En su lugar, se plantea que pudo haber tenido varios satélites en el pasado. De estar en lo cierto, el origen de la Luna se debería a multitud de colisiones y no a una sola.

La teoría del gran impacto

Una de las teorías más populares sobre la formación de la Luna es la del gran impacto. La idea es sencilla, un pequeño protoplaneta, llamado Theia, chocó con la Tierra hace unos 4.400 millones de años. De ahí surgió una gigantesca nube de material que, eventualmente, terminó convirtiéndose en el satélite que vemos cada noche. Sin embargo, en los últimos 20 años, muchos investigadores han puesto en duda esa idea.

Todo se debe al material lunar recogido durante las misiones Apolo. Su composición química es muy similar a la de la Tierra. Si hubo un impacto con Theia en algún momento, lo lógico sería esperar que hubiese rastros químicos de su presencia. Algunas teorías intentan explicar esa ausencia de rastros químicos diciendo que los restos del protoplaneta también se incorporaron a la superficie de nuestro mundo…

Un origen diferente

Una interpretación artística de cómo pudo ser la colisión entre la Tierra y Theia.
Crédito: William K. Hartmann

El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Geosciences propone un modelo diferente. Los investigadores realizaron 1.000 simulaciones del impacto del que surgió la Luna. En ellas, se sugería que la Tierra pudo experimentar muchas colisiones pequeñas en lugar de una gigantesca. Cada uno de estos pequeños impactos hubiese expulsado material terrestre que dio lugar a un satélite pequeño.

De este modo, es posible que nuestro planeta, en su pasado, tuviese diversos satélites. Todos ellos procederían de diferentes colisiones con la joven Tierra. A partir de ahí, hay varias posibilidades a tener en cuenta que explicarían qué sucedió con ellos. Por un lado, es posible que los satélites fuesen expulsados. Por otro, puede que chocasen con la Tierra. Finalmente, puede que chocasen entre sí para ir dando lugar a satélites cada vez más grandes.

Una luna de lunas

Siguiendo este razonamiento, los investigadores sugieren que la Luna podría estar formada, en realidad, por 20 pequeñas lunas. La idea no es ni mucho menos nueva, ya se planteó allá por los 80; pero estas simulaciones demuestran, por primera vez, que el proceso podría haber sucedido exactamente así. Varias colisiones con la Tierra podrían dar lugar a la formación de un satélite con una composición química similar.

Si están en lo cierto, y no hubo ningún protoplaneta como Theia de por medio, la historia cambia considerablemente. El origen de la Luna estaría, en su lugar, en la colisión de alrededor de una veintena de satélites. Con el paso del tiempo, unos 100 millones de años, terminaron dando lugar al satélite que conocemos. Sin embargo, esta hipótesis (igual que la del gran impacto) también presenta sus propios problemas. Por ejemplo, no hay ningún modelo que explique cómo se podrían unir 20 pequeños satélites para dar lugar a uno mucho más grande.

Más información en 2017

El Mar de la Tranquilidad visto desde el módulo lunar de la misión Apolo 10.
Crédito: NASA

Puede que no haya que esperar mucho para tener más material para esta hipótesis. En 2017, China intentará traer las primeras muestras rocosas de nuestro satélite desde que lo hicieran las misiones Apolo en los años 70.  Con más material lunar a su disposición, los investigadores podrán analizar si hay discrepancias en su composición. En el escenario del impacto gigante, cabe esperar que la composición del suelo lunar sea muy homogénea. Sin embargo, en esta hipótesis, la composición química podría variar en función de la región de la que se extraiga el material.

Por si no fuera poco, la hipótesis del impacto gigante también sigue haciendo sus propios avances. En noviembre de 2016, un grupo de investigadores propuso un nuevo modelo en la revista Nature. Según su investigación, el impacto de la Tierra y Theia debió evaporar una parte importante de ambos objetos, mezclándolos y haciendo su composición química muy similar. Ese choque también provoco que el eje de nuestro planeta se inclinase, dando lugar a las estaciones, y aceleró su velocidad de rotación durante varios millones de años.

Lo único que tenemos claro es que, sin importar cómo fuese, el origen de la Luna debe ser poco común. En proporción al tamaño de la Tierra, es el satélite más grande del Sistema Solar, y creemos que su presencia también puede actuar como factor estabilizador en el eje del planeta (aunque hay estudios que dicen que, sin la Luna, el resto de planetas provocarían que la inclinación de la Tierra, y otros factores, no variasen demasiado)…

El estudio es Raluca Rufu, Oded Aharonson y Hagai B. Perets, «A multiple-impact origin for the Moon» disponible en la revista Nature Geoscience. Fue publicado el 9 de enero de 2017.

Referencias: Smithsonian