Hasta ahora, la teoría que mejor explica cómo se formó la Luna es la del gran impacto, que viene a decir, a grandes rasgos, que la Tierra sufrió una colisión lateral con un planeta de un tamaño similar a Marte (al que llamamos Theia). Es posible, sin embargo, que la historia fuese un poquito diferente a lo que hemos creído hasta el momento…

Una colisión frontal

Una interpretación artística de cómo pudo ser la colisión entre la Tierra y Theia. Crédito: William K. Hartmann

Una interpretación artística de cómo pudo ser la colisión entre la Tierra y Theia.
Crédito: William K. Hartmann

Sabemos que poco después de su formación, todavía en los primeros pasos del joven Sistema Solar, Theia chocó con la Tierra. Una de las grandes incógnitas en todo esto es que, por desgracia, no tenemos muy claro qué es lo que pasó con ese pequeño planeta. Durante mucho tiempo, lo que se ha sostenido es que el choque se produjo en un ángulo lo suficientemente pronunciado para que se desintegrase y diese origen a la Luna. Ahora, un nuevo estudio sugiere que es posible que, en realidad, nuestro mundo sea una especie de híbrido de Theia y el propio planeta Tierra.

El estudio, publicado aquí, sugiere que en lugar de esa colisión lateral, en la que Theia se habría desintegrado, el impacto fue frontal y tan potente que mezcló a ambos planetas. De ahí, surgió la Luna y la Tierra con la misma composición geológica. La teoría del gran impacto es popular desde los 70, pero siempre ha dejado lugar a dudas sobre cómo fue la colisión…

La importancia del isótopo de oxígeno

La Luna, vista desde el hemisferio norte de la Tierra. Aunque menos evidentes, esas diferencias en las tonalidades de la superficie lunar siguen siendo apreciables. Crédito: Gregory H. Revera

La Luna, vista desde el hemisferio norte de la Tierra.
Crédito: Gregory H. Revera

Como no tenemos ninguna forma de recrear ese choque tal y como debió suceder, la única manera de encontrar pistas que nos puedan ayudar a entender cómo se produjo es el estudio de las rocas que tenemos de la Tierra y la Luna. Ese análisis ha mostrado a los investigadores que, en esencia, no hay diferencia entre los isótopos de oxígeno de ambos lugares, y apuntaría a esa mezcla de Theia y la Tierra. También pone en entredicho otro estudio, publicado en 2014, en el que se encontraban evidencias de que la Luna tenía un isótopo diferente (algo que, en su lugar, apoyaría la hipótesis de que la colisión fue lateral).

¿Cuál es la importancia de la diferencia que pudiera haber entre el isótopo de oxígeno en la Tierra y en la Luna? Pues la verdad es que mucha. A los científicos siempre les ha sorprendido que la composición geológica en ambos sitios sea tan similar. El estudio de 2014 daba a los investigadores una explicación que encajaba en los modelos de ordenador que mostraban una colisión oblicua. Pero, si Theia chocó con la Tierra en un ángulo así, la expectativa debería que ser que la composición geológica de la Luna se parecería a la de Theia (que habría terminado allí en su mayor parte), y la de la Tierra sería diferente (porque habría permanecido relativame intacta). En su lugar, lo que vemos es que ambos objetos son indistinguibles, así que la única conclusión es que Theia tuvo que mezclarse en ambos.

El papel de Theia

El año pasado ya se planteó la posibilidad de que Theia fuese un planeta gemelo de la Tierra (es decir, se formaron en el mismo lugar del Sistema Solar y a partir del mismo material). Eso ayudaría a explicar la similitud en la geología de ambos objetos, y encajaría con la hipótesis de que la colisión fue lateral. Esta nueva hipótesis, sin embargo, es más sencilla y sugiere que, en lugar de rebotar entre sí como si fuesen bolas de billar, el material de la Tierra y Theia se mezcló, como si fuese una masa, creando la Luna en el proceso.

En este nuevo escenario, la Tierra sobrevivió a un impacto que destruyó, por completo, a otro planeta del Sistema Solar y, de paso, provocó la aparición de nuestra Luna. Si esta es la explicación correcta, o no, es algo que no sabremos en un futuro próximo. Si acaso, es probable que surjan nuevos estudios planteando otras hipótesis, y que haga falta mucho más análisis para poder llegar a una conclusión sólida. En lo único que sí parece que no hay duda alguna es que hubo una colisión que provocó la formación de nuestro satélite. El cómo, exactamente, es lo que no tenemos tan claro…

Referencias: Popsci