Un grupo de investigadores plantea que el Sol pudo estar en un sistema binario durante las primeras etapas de su existencia. Su estrella compañera habría tenido, aproximadamente, la misma masa. Si se confirmase esta hipótesis, podría explicar algunos aspectos del Sistema Solar…

Una hipótesis muy útil para la nube de Oort y el Planeta Nueve

El estudio resulta interesante porque permitiría explicar que la nube de Oort, los confines del Sistema Solar, se formó tal y como es en la actualidad. Además, el Planeta Nueve, suponiendo que exista, sería un objeto capturado, de esa estrella, en lugar de haberse formado en el disco protoplanetario del Sol. El planteamiento no es ni mucho menos revolucionario. La mayoría de estrellas de la Vía Láctea son parte de sistemas múltiples. Por lo que no resulta descabellado que nuestra estrella tuviese una compañera durante sus primeras etapas.

El Sol pudo estar en un sistema binario en su infancia
Las órbitas de los diferentes objetos del Sistema Solar. Crédito: NASA / JPL-Caltech / R. Hurt

Popularmente, se ha planteado que la nube de Oort es el material sobrante del Sistema Solar y del entorno de otras estrellas, cercanas a la nuestra, cuando todavía se encontraba en el cúmulo estelar en el que nació. Los objetos que la componen fueron expulsados por los planetas, tanto de nuestra estrella, como las de otros astros cercanos. Pero, según explican los investigadores, con la presencia de un sistema binario, el rompecabezas resulta mucho más sencillo, porque permite resolver algunas incongruencias observadas en los modelos.

En los modelos de la evolución del Sistema Solar, siempre ha sido difícil, según explican, producir la proporción de material observada entre la nube de Oort y el disco disperso. Este último es una de las regiones más lejanas del cinturón de Kuiper. Al incluir una estrella, que estuviese ligada gravitacionalmente a la nuestra, el modelo parece dar resultados mucho mejores. Por lo que parecería lógico suponer que la nube de Oort se formó gracias a la intervención de un segundo astro. Su presencia, sin embargo, cambiaría la historia de la formación del Sistema Solar.

Un sistema binario pudo permitir al Sol capturar la nube de Oort

Los sistemas binarios son más eficientes, a la hora de capturar objetos, de lo que lo es una estrella solitaria. Si la nube de Oort se formó tal y como es en la actualidad, implicaría que hubo otra estrella en nuestro entorno, con una masa similar, que debió perderse en algún momento posterior. Aunque, eso sí, explican los investigadores que debió perderse antes de que abandonase el cúmulo abierto. Es decir, cuando el Sol, y esa estrella, se encontraban todavía en la cuna en la que se formaron, junto a multitud de otros astros nacidos de la misma nebulosa.

Todo esto podría tener implicaciones también para el origen de la vida en la Tierra. Los objetos en la parte exterior de la nube de Oort podrían haber sido una pieza clave. Puede que fuesen los encargados de traer el agua en las primeras etapas de nuestro mundo. También pudo ser uno de esos objetos el que, hace 65 millones de años, provocó la extinción de los dinosaurios, y de muchas otras especies. Por si no fuese suficiente, también hay implicaciones para la posible existencia del Planeta Nueve, porque permite reforzar su contexto.

Los investigadores plantean que el Planeta Nueve no debería estar solo. No quiere decir que haya otros planetas masivos, en los confines del Sistema Solar, esperando ser descubiertos. Se refieren a que debería haber más objetos que compartan su misma configuración orbital. Su descubrimiento podría permitir confirmar que la sospecha planteada en este estudio es cierta. Pero la observación será tremendamente complicada, porque nos encontramos ante objetos que se encuentran mucho más allá de la órbita de Plutón.

A partir de 2021, se podría descubrir si el Sol pudo estar en un sistema binario

Con la llegada de 2021, si no hay cambio de planes, debería entrar en funcionamiento el observatorio Vera C. Rubin. Aunque todavía no tiene una fecha concreta de arranque, entre sus objetivos está el de llevar a cabo una observación del firmamento, durante 10 años, comenzando hacia finales de 2022. Este observatorio será muy potente y tendrá la capacidad de comprobar la existencia del Planeta Nueve. O por lo menos esa es la esperanza. También debería poder encontrar otros objetos, planetas enanos, que pudiesen tener órbitas similares.

Concepto artístico del observatorio Vera Rubin. Crédito: LSST Project Office

Si las esperanzas se confirman, el observatorio Vera Rubin supondría un gran avance para conocer mejor los confines del Sistema Solar. Sus observaciones podrían permitir confirmar que el Sol pudo ser, al menos durante un tiempo, parte de un sistema binario. Algo que rompería con la visión tradicional que dice que nuestra estrella ha sido siempre un objeto solitario. Pero la pregunta, si se confirmase, es inevitable. ¿Qué sucedió con esa estrella que formó parte del Sistema Solar y que se perdió hace miles de millones de años?

En aquel cúmulo abierto, otras estrellas cercanas, pero no ligadas gravitacionalmente al Sol, podrían haber perturbado su órbita lo suficiente. Con el paso del tiempo, llegaría un momento en el que la estrella se separó del sistema. Pero habría pasado el tiempo suficiente, antes de eso, para que ambos astros capturasen la nube de Oort. También los objetos que deberían formar parte de la familia del Planeta Nueve. En la actualidad, esa estrella, que debería tener una masa similar a la del Sol y, por tanto, estar en su fase de secuencia principal, estará en algún lugar de la galaxia…

Estudio

El estudio es A. Siraj y A. Loeb; «The Case for an Early Solar Binary Companion». Publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters el 18 de agosto de 2020. Puede ser consultado en este enlace.