Un nuevo estudio, publicado por Amir Siraj y Abraham Loeb, plantea que el Sistema Solar podría albergar más objetos interestelares de lo pensado hasta ahora. Algo que se ha podido deducir gracias a la observación del cometa Borisov, que se detectó en 2019…
La abundancia de objetos interestelares en el Sistema Solar es más de lo pensado
En 2019, se anunció la detección del cometa Borisov. Un objeto procedente de otra estrella, que se movía a 180 000 km/h. Resultó ser el primer cometa interestelar detectado y, además, con mucho tiempo para su observación. Así que se ha intentado entender cosas como, por ejemplo, la frecuencia con la que podemos esperar detectar objetos interestelares en nuestro propio Sistema Solar. Los investigadores Amir Siraj y Abraham Loeb han presentado un nuevo estudio en el que explican que la frecuencia de objetos interestelares podría ser mayor de lo pensado.
Esos objetos no se encontrarían cerca de la Tierra. En su lugar, estarían en los confines del Sistema Solar, en la nube de Oort. Ese caparazón, de millones de objetos congelados, que rodea a nuestro pequeño rincón de la Vía Láctea. Antes de la detección de Borisov, explican, no estaba muy claro cuántos objetos interestelares podría haber en nuestro vecindario. La teoría de formación de sistemas planetarios hacía pensar que debería haber pocos objetos visitantes. La mayoría serían objetos que se formaron en el propio sistema.
Sin embargo, ahora hay motivos para creer que la cifra podría ser muy superior. Si bien destacan que hay un margen de incertidumbre importante. A pesar de ello, aseguran que la lectura que se puede hacer es que habría más objetos interestelares que objetos propios del Sistema Solar. Para intentar ilustrarlo, utilizan un ejemplo que puede resultar útil. Si vemos un coche cruzando un tramo de vías del tren, de un kilómetro de largo, podríamos concluir que la frecuencia es de un coche, por día, por kilómetro de vías del tren…
La nube de Oort sería su hogar
Sin embargo, añaden, si viésemos un paso a nivel, para el paso de coches, podemos suponer que la observación no era un fenómeno aislado. Algo que permite alcanzar conclusiones, a nivel estadístico, sobre el ritmo total de coches que cruzarían ese tramo de vías en particular. Siguiendo este razonamiento, si hay tantos objetos interestelares… ¿por qué se ha descubierto solo uno por ahora? Simplemente, según explica Amir Siraj, no tenemos la tecnología para ello. A fin de cuentas, la nube de Oort es una región tremendamente lejana.
Además, sus objetos no tienen brillo propio. Por lo que, tanto por distancia como por su bajo brillo, es muy difícil poder detectarlos. Lo más interesante es que, en realidad, las implicaciones de este estudio no son solo aplicables a la nube de Oort. También afecta a los objetos más cercanos. Se ha apuntado que, en objetos más cercanos que Saturno, podría haber una abundancia muy similar. Es algo que se podrá comprobar con la tecnología, que empiece a funcionar en los próximos años, que se centre en cometas, asteroides…
Aunque, por otro lado, Abraham Loeb explica que, en principio, los objetos interestelares deberían ser poco frecuentes en la región planetaria del Sistema Solar. Es decir, no deberíamos esperar encontrar muchos en el entorno de los planetas (a pesar de lo que se mencionaría sobre la abundancia de objetos más cercanos que Saturno. El hogar de estos objetos debería ser, en teoría, la nube de Oort. Las conclusiones del estudio podrían ser puestas a prueba en poco tiempo. La llegada del observatorio Vera C. Rubin, a partir de 2022, será una gran ayuda.
Algunos observatorios y observaciones para comprobar si la abundancia de objetos interestelares es superior a lo pensado
La expectativa es que el observatorio Vera C. Rubin sea capaz de descubrir objetos interestelares con una frecuencia muy alta. Por lo que, si se cumple esa predicción, en solo unos años tendremos un abanico de información, sobre objetos interestelares, mucho más amplia. Algo que debería ayudar a entender mejor cómo son, al menos, aquellos objetos interestelares que sí lleguen a acercarse lo suficiente al interior del Sistema Solar. Pero no es la única herramienta que podemos esperar que sirva para obtener buenos resultados.
La misión TAOS II (abreviatura de Transneptunian Automated Occultation Survey) está diseñada, específicamente, para detectar cometas en los confines del Sistema Solar. Podría ser capaz de detectar objetos interestelares y, además, cabe la posibilidad de que entre en funcionamiento en 2021. Al margen de todo esto, los hallazgos plantean que, tras la formación de un sistema planetario, quedan muchos más restos sobrantes, de ese proceso, de lo que se había planteado. Algo que también ayudará en ese campo.
La observación de más objetos, procedentes de otras estrellas, podría servir, según explican los investigadores, para delimitar mejor los procesos de formación de sistemas planetarios. A fin de cuentas, será necesaria una cierta abundancia de material expulsado. De otro modo, no podríamos esperar encontrar una gran abundancia de objetos de otras estrellas. Esto, en conjunto con la observación de discos protoplanetarios, y modelos por ordenador sobre la formación planetaria, será de gran ayuda. Porque ayudará, según los investigadores, a entender mejor la formación del Sistema Solar.
Estudio
El estudio es A. Siraj y A. Loeb; «Interstellar objects outnumber Solar system objects in the Oort cloud«. Publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society el 23 de agosto de 2021. Puede consultarse en este enlace.
Referencias: Harvard CfA