El observatorio Vera Rubin entrará en funcionamiento en algún momento de 2021. Su primera misión será, durante 10 años, estudiar desde la energía y materia oscura a la formación de la Vía Láctea y pequeños objetos del Sistema Solar. Aquí, podría encontrar objetos de otros lugares de la galaxia con cierta facilidad…

El observatorio Vera Rubin aumentará la familia de objetos interestelares

Según un nuevo estudio, publicado por Abraham Loeb y Amir Siraj, el observatorio tendrá la capacidad de descubrir objetos interestelares, que se adentren en el Sistema Solar, con cierta facilidad. Algo que, junto a la posibilidad de obtener mucha más información y datos sobre ellos, ayudará a comprender mucho mejor cuál es el origen de otros sistemas planetarios. Puede que incluso alguna que otra sonda extraterrestre. A fin de cuentas, estamos hablando de un estudio en el que ha participado el investigador Abraham Loeb.

El observatorio Vera Rubin y los objetos interestelares
El observatorio Vera Rubin. Crédito: Rubin Observatory/NSF/AURA

Es alguien que, desde hace años, no ha dudado en apuntar a la hipótesis de vida inteligente extraterrestre allá donde le ha parecido que podía tener sentido. Aunque fuese una posibilidad extremadamente remota. Así, por ejemplo, sugirió que Oumuamua podría ser, en realidad, una nave extraterrestre. En 2019, el cometa Borisov, el segundo objeto interestelar observado, se adentró también en nuestro rincón de la galaxia. Pero aquí había muchas menos dudas, su comportamiento es muy similar al de los cometas.

Pero lo indudable es que, a medida que se vayan descubriendo más objetos interestelares, más completa será la imagen que tengamos. Por eso la entrada en funcionamiento del observatorio Vera Rubin podría ser un gran impulso. Al estudiar los objetos del Sistema Solar, podría identificar aquellos que eran originalmente objetos interestelares. Algunos se habrán quedado en nuestro entorno, atrapados por la gravedad del Sol. En su estudio, los investigadores apuntan a que podría descubrir incluso un par de objetos interestelares por mes.

Uno de los telescopios más interesantes de los que están por venir

Por su capacidad técnica y las investigaciones que van a utilizar sus datos, el observatorio Vera Rubin se espera que produzca resultados muy valiosos. Desde determinar, quizá de una vez por todas, cuál es el ritmo de expansión del universo y la influencia de la energía oscura, a quizá entender mejor la materia oscura. También observará la Vía Láctea, detectando novas, supernovas y ráfagas de rayos gamma, entre otros fenómenos. Permitirá, además, aumentar la cantidad de pequeños objetos, del Sistema Solar, conocidos por el momento.

Concepto artístico de la superficie de Makemake, un planeta enano del Cinturón de Kuiper. Crédito: ESO/L. Calçada/Nick Risinger (skysurvey.org)

De hecho, se espera que sea capaz de multiplicar esa cifra por 10 o incluso por 100. De ahí, los investigadores esperan que esas observaciones permitan, en consecuencia, expandir la cantidad de objetos interestelares conocidos. En su estudio, explican que la velocidad a la que fuesen expulsados esos objetos, de sus sistemas originales, es un dato muy importante. Permitirá entender en qué región se originaron. Los que estaban en regiones alejadas de su estrella, por ejemplo, serían expulsados con más facilidad al requerir menos velocidad.

El paso de una estrella cercana habría sido suficiente, por ejemplo, para escapar del sistema. Porque su atracción gravitacional sería muy leve. Deberían ser, en teoría, los objetos interestelares más comunes. Del mismo modo, las interacciones gravitacionales con planetas cerca de la zona habitable, que provocasen la expulsión del material en la región. Esos restos viajarían con velocidades muy altas que encajarían, aproximadamente, con la velocidad orbital de la zona habitable de la estrella en torno a la que se originaron…

Un trabajo de reconstrucción del objeto desde su sistema de origen

Teniendo todo esto en mente, los investigadores explican que la velocidad típica de expulsión, de un objeto desde su sistema planetario, podría deducirse a partir de la velocidad con la que llegó al Sistema Solar, así como su dirección. Así, su velocidad indicaría la cercanía a su estrella cuando se formó, así como en qué momento fue expulsado. Por ejemplo, si se originó en la nube de Oort, su velocidad de expulsión sería muy baja. Sin embargo, en la zona habitable, haría falta un aumento de decenas de kilómetros por segundo para lograrlo.

El estudio de estos objetos dará mucha información valiosa para entender cómo se forman asteroides, cometas y planetas. Ayudará a comprender, si cumple con las expectativas, cómo se forman otros entornos planetarios, permitiendo entender qué diferencias, y aspectos comunes, comparten el Sistema Solar y otras regiones de la Vía Láctea. También hay posibles implicaciones en la búsqueda de vida extraterrestre si alguno de esos objetos resultase ser una vieja sonda extraterrestre, por poner un ejemplo, por lo que significaría.

Es algo que también abordan en el estudio. Al entender que se podría descubrir algún objeto de origen interestelar que, por sus características, pueda ser el producto del trabajo de alguna civilización. Oumuamua es, probablemente, el objeto favorito de Abraham Loeb para contemplar ese escenario. Pero no deja de ser cierto que, aún con todo, estamos ante una posibilidad que resulta tremendamente exótica. No hay que olvidar que, en estos momentos, ni siquiera se sabe si hay vida más allá de la Tierra, mucho menos vida inteligente.

El observatorio Vera Rubin podrá aportar beneficios a muchas áreas diferentes

En esencia, los investigadores vienen a incidir en que las observaciones, que puedan llevar a cabo observatorios como Vera Rubin, no tienen por qué ser algo provechoso únicamente para una rama de la astronomía. Es innegable que, en los próximos años, conoceremos mucho mejor nuestro sistema gracias a la detección de nuevos asteroides y de objetos en regiones tan distantes como el cinturón de Kuiper. Sin ninguna duda, podemos contar con el descubrimiento de nuevos planetas enanos y asteroides cercanos a la Tierra.

Concepto artístico de un cinturón de asteroides alrededor de la estrella Vega. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Pero esos datos, a su vez, podrán usarse para muchas otras cosas. Por ejemplo, como plantean en este estudio, para entender mejor cómo son los objetos interestelares que hay en el Sistema Solar. A fin de cuentas, no hay que olvidar que la expectativa es que hay multitud en nuestro sistema. Cuantos más se descubran, más sencillo será encontrar aspectos comunes entre ellos. A su vez, tarde o temprano se podrá determinar, aproximadamente, cuál es su estrella de origen y entender así hasta qué punto se parecen a lo que vemos aquí.

La posibilidad de que sean fabricaciones de civilizaciones extraterrestres es extremadamente remota. Sin embargo, no es menos cierto que, a pesar de esa rareza, es una posibilidad. Quizá nos llevásemos alguna sorpresa, que permitiría confirmar que hay, o hubo, alguna civilización en algún otro lugar de la galaxia. Pero lo cierto es que, en realidad, lo más interesante de todo esto es que poco a poco vamos conociendo mejor la Vía Láctea. Queda mucho por entender y descubrir, y telescopios como el observatorio Vera Rubin serán clave para conseguirlo…

Estudio

El estudio es A. Siraj, A. Loeb; «Observable Signatures of the Ejection Speed of Interstellar Objects from their Birth Systems». Puede ser consultado en arXiv, en este enlace.

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Referencias: Universe Today