Una de las grandes citas, que podía presentarse en 2024, era la aparición del cometa Tsuchinshan-ATLAS en el cielo de la Tierra en la recta final del año. Según algunas estimaciones, se planteaba que podría llegar a ser observable a simple vista. Aunque seguramente, no llegaría a ser un Gran Cometa…

El cometa Tsuchinshan-ATLAS prometía mucho

Desde que se descubriese, el cometa Tsuchinshan-ATLAS apuntaba a que podía ser uno de los más especiales en aproximarse al interior del Sistema Solar. Todo apunta a que es la primera vez que se adentra en la región interior de nuestro vecindario. Por lo que, a medida que se acercase al Sol, y se evaporase más material, podría llegar a alcanzar un brillo muy intenso. El inconveniente, de estos cometas que se observan por primera vez, es que también resultan impredecibles. En 2020 ya vivimos una situación idéntica con el cometa ATLAS.

El cometa Tsuchinshan-ATLAS se rompe antes de llegar al Sol
El cometa ATLAS, observado el 14 de marzo de 2020. Crédito: Martin Gembec/Wikimedia Commons

En aquel momento, todo apuntaba a que estábamos ante un Gran Cometa. Es decir, un cometa visible, a simple vista, incluso con mucha contaminación lumínica. Uno de esos fenómenos que queda en la historia del ser humano, por su espectacularidad. A pesar de estar todavía lejos de nuestra estrella, el cometa ATLAS ya mostraba un brillo considerable (teniendo en cuenta la distancia). Sin embargo, al acercarse más, terminó descomponiéndose. Se fragmentó en trozos más pequeños y, con ello, desapareció la posibilidad de ver un gran cometa.

Aunque fue una decepción, es una historia que ha sucedido en muchas ocasiones. La última, sin ir más lejos, es la que nos ocupa. Porque un astrónomo, Zdenek Sekanina, ha informado de que el cometa Tsuchinshan-ATLAS muestra signos de una posible fragmentación antes de su aproximación al Sol. Sekanina se especializa en el estudio del comportamiento de los cometas. Los analiza para realizar predicciones sobre si pudieran fragmentarse, o incluso desintegrarse, a medida que se acercan a nuestra estrella. Como parece haber sucedido en este caso.

Las rupturas de cometas son decepcionantes, pero frecuentes

Según ha explicado, Sekanina cree que el cometa se romperá antes de que pueda llegar a ser observable desde la Tierra. Ha publicado su estudio para que pueda ser revisado. El cometa Tsuchinshan-ATLAS saltó a la fama tras su descubrimiento. En un primer momento, recibió la designación C/2023 A3. Fue descubierto por un grupo de astrónomos en la Estación XuYi, en el Observatorio de la Montaña Púrpura, en China, en 2023. Sin embargo, lo perdieron de vista poco después. Fue descubierto de nuevo por un equipo en Sudáfrica.

Desde su redescubrimiento, la expectación ha ido en aumento por varios factores. Estamos ante un cometa con un tamaño muy grande, y una trayectoria que invitaba a pensar en que podría verse fácilmente en octubre. Es en ese entonces cuando alcanzará su distancia mínima respecto a la Tierra. Algunas previsiones apuntaban a que, quizá, podría llegar a tener un brillo comparable al de Júpiter en el firmamento nocturno. Es decir, sería fácilmente observable incluso en zonas con contaminación lumínica. Por lo que cumpliría con esa definición de Gran Cometa.

Sin embargo, si Sekanina está en lo correcto, como sugiere en su estudio, no llegaremos a disfrutar de este espectáculo. En su trabajo explica que el cometa muestra las señales típicas previas a la ruptura antes de su aproximación al Sol. A medida que un cometa se acerca a nuestra estrella, comienza a perder gas. A una distancia menor, también comienza a perder polvo. Ambos dejan colas visibles tras de sí. En trabajos anteriores, se ha observado que la desgasificación empuja al cometa hacia delante, como si fuese un propulsor…

Los efectos que está experimentando el cometa Tsuchinshan-ATLAS

Esto, además, puede cambiar su rumbo y velocidad de rotación ligeramente. Las mediciones de esta aceleración (cuyo origen no está en la interacción gravitacional) permite predecir el rumbo que seguirá el cometa a medida que se acerca al Sol. También se utiliza para realizar estimaciones sobre su brillo, siempre que pase lo suficientemente cerca de la Tierra como para observarlo. En este proceso es cuando Sekanina ha encontrado las señales que apuntan a que no habrá un Gran Cometa en la recta final de este año, por su brillo.

Comparación del cometa ATLAS entre el 2 y el 5 de abril. Crédito: Quanzhi Ye (University of Maryland) y Qicheng Zhang (Caltech)/ Ningbo Education Xinjiang Telescope.

Sekanina ha observado que el cometa no ha aumentado su brillo tanto como cabría esperar, teniendo en cuenta su tamaño, velocidad y rotación. Para empeorar las cosas, parece que su brillo no ha aumentado a pesar de seguir acercándose al Sol. El único motivo plausible, explica, es que ahora está en un estado muy avanzado de fragmentación. Por lo que, seguramente, se descomponga en fragmentos mucho más pequeños. Demasiado como para poder ser vistos desde nuestro planeta (al menos a simple vista, porque seguramente se pueda observar con telescopios).

Por desgracia, esto suele ser lo habitual. Es raro que, en un espacio de pocos años, tengamos varios cometas que sean visibles a simple vista desde nuestro planeta. Aunque la posibilidad, seguramente, es pequeña, no es descartable que el cometa Tsuchinshan-ATLAS pueda estar comportándose de una manera atípica y que, a pesar de ello, aguante lo suficiente para llegar a ser visible a simple vista en octubre. Pero, por ahora, lo único que podemos hacer es esperar y ver qué sucede. El panorama no resulta muy esperanzador…

Estudio

El estudio es Z. Sekanina; «Inevitable Endgame of Comet Tsuchinshan-ATLAS (C/2023 A3)». Está disponible para su consulta en arXiv, en este enlace.