El 1 de diciembre de 2020 ya es una fecha importante en la historia de la astronomía, al producirse el colapso del radiotelescopio de Arecibo. Era un escenario que, tras la ruptura del segundo cable, se sabía que era inevitable y que terminaría sucediendo más pronto que tarde…

El colapso del radiotelescopio de Arecibo era cuestión de tiempo

El radiotelescopio de Arecibo había quedado en una situación muy precaria tras la ruptura de dos cables en apenas cuatro meses. La primera ruptura, en agosto de 2020, provocó daños en una pequeña parte del plato principal del radiotelescopio. No era una avería menor, pero tampoco algo que no pudiese repararse. El problema, en realidad, estaba en el estado del resto de la estructura que soportaba la plataforma suspendida sobre el radiotelescopio. A pesar de ser un cable secundario, su caída implicaba un mayor estrés para el resto de cables.

Daños causados por la ruptura del primer cable. Crédito: Observatorio de Arecibo

Este primer cable se desencajó de su enganche, cayendo sobre el disco como un látigo. El segundo, sin embargo, se rompió y provocó que la situación se volviese mucho más dramática. Algunas personas, trabajadores del observatorio, habían expresado su preocupación por el estado de las instalaciones. Los dos cables rotos eran parte de la estructura de la Torre 4, una de las torres que permitía sostener la plataforma de 900 toneladas sobre el plato principal. El segundo cable, a diferencia del primero, era un cable principal.

Por eso, seguramente, no sorprendió en exceso saber que la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos (responsable del radiotelescopio) tomase la decisión de desmantelar la instalación en los próximos meses. La situación era tan precaria que ni siquiera se consideró que fuese seguro evaluar los daños para entender cómo acometer el desmantelamiento. La estructura estaba demasiado comprometida. La reparación hubiera sido aún más arriesgada, poniendo en juego la vida de los equipos de reparación que llevasen a cabo esa tarea.

Un colapso descontrolado, pero sin heridos

El colapso del radiotelescopio de Arecibo se produjo en la mañana del martes 1 de diciembre de 2020. Según ha explicado el director de operaciones, Ángel Vázquez, el desenlace no fue sorprendente porque, a lo largo del fin se semana, se habían roto muchas de las hebras de los cables. Cada ruptura era un paso más hacia un desenlace que ya se intuía, según ha contado a los medios, con la ruptura del primer cable en agosto. No estaba seguro de que se hubiese podido evitar las rupturas que llegaron posteriormente.

El director del observatorio, Francisco Córdova, también explicó que, si bien la reparación era demasiado peligrosa, creía que había opciones para intentar mejorar la situación. Opciones como disminuir la tensión que soportaban algunos de los cables o usar helicópteros para redistribuir el peso. Sea como fuere, la decisión ya estaba tomada. Los daños, por tanto, aunque suponen un varapalo para la comunidad científica, no tienen un impacto especial en lo que ya estaba previsto. Ya se había decidido que se iba a desmontar el radiotelescopio.

Algunas personas han compartido imágenes de los daños en Twitter. En las tomas aéreas, se puede apreciar el daño provocado por el desplome de la plataforma. La estructura, que se encontraba suspendida a unos 150 metros de altura, se desplomó sobre el plato principal, provocando que alrededor de la tercera parte sufriese daños considerables. De la estructura suspendida no quedan más que los fragmentos destrozados por la caída. En el plato quedan partes que parecen relativamente intactas. Lo más importante es que no ha habido heridos.

¿Y ahora qué?

El radiotelescopio de Arecibo era el segundo más grande en operación en el mundo. Había sido superado por el radiotelescopio FAST, de China, pero seguía siendo una referencia en el estudio del universo. Era una herramienta particularmente útil para la NASA en el estudio de asteroides cercanos a la Tierra. La gran pregunta, sin duda, es qué va a suceder ahora. Construir un nuevo telescopio, según se ha explicado, supondría un coste de unos 350 millones de dólares. Dinero que tendría que proceder del Congreso de Estados Unidos.

Imagen del radiotelescopio FAST y su entorno. Crédito: Xinhua/Ou Dongqu

El resto de instalaciones del Observatorio de Arecibo van a seguir operativas. Todavía está por ver el alcance de los daños sufridos por las torres que mantenían la plataforma suspendida. El peor presagio, que se viniesen abajo, no ha sucedido, pero parece que algunos edificios, cercanos a una de las torres, podrían haber sufrido daños, pero permanecen en pie. La gran incógnita es qué sucederá a partir de ahora. Una posibilidad es que se vuelva a construir un radiotelescopio, mejor y más moderno, que sea el sucesor tras 57 años de funcionamiento.

Otra es que se determine que el proyecto es inviable, al menos en el momento actual y se posponga de forma indefinida (o incluso permanente). En estos días se ha asegurado, por activa y por pasiva, que Puerto Rico y Arecibo son muy importantes para la astronomía. Parece lógico suponer, por esas palabras, que el observatorio no quedará incompleto. Pero puede que tengamos que esperar muchos años para ver el sucesor del radiotelescopio de Arecibo en pie, si es que se construye. En cualquier caso, el 1 de diciembre supuso el final de un radiotelescopio que ya es mítico…

Referencias: Phys