Una de las estrellas más populares (en el ámbito astronómico) ya no está sola. Un grupo de investigadores ha descubierto Barnard b. Es el segundo exoplaneta más cercano a la Tierra, después de Próxima b. Pero no esperemos encontrar vida en él…

La larga búsqueda de Barnard b

Barnard b, el segundo exoplaneta más cercano a la Tierra

Concepto artístico de Barnard b alrededor de su estrella.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

Lo cierto es que hay que decir que el exoplaneta no está totalmente confirmado. Sigue siendo un candidado a exoplaneta. Es decir, con nuevas observaciones, se podría determinar que, en realidad, no está ahí. En cuyo caso la explicación probablemente sería un error en los datos (o explicaciones similares). Para nuestro alivio, los investigadores tienen un 99% de seguridad de que el planeta es real. No estamos ante una simple anécdota o una afirmación más.

Desde hace décadas, se ha planteado que la estrella de Barnard podría tener un planeta a su alrededor. Sin embargo, todas las búsquedas hasta ahora habían sido infructuosas. Esta vez parece ser la buena. Los datos que han obtenido los investigadores indican que estaríamos ante una supertierra. Tendría aproximadamente 3,2 veces la masa de la Tierra. Cabe la posibilidad de que pueda ser, también, un minineptuno. Un gigante helado más pequeño que Neptuno.

La estrella de Barnard es una enana roja que destaca por varios motivos. Por un lado, es la estrella que, en relación al Sol, muestra el movimiento más rápido de cuantas podemos observar. En la actualidad está a 6 años-luz. En el año 11 800, sin embargo, estará a solo 3,75 años-luz. Sin embargo, Próxima Centauri seguirá siendo la estrella más cercana porque también estará algo más cerca. Después de esa aproximación, volverá a alejarse.

La estrella de Barnard es muy vieja

Concepto artístico de la superficie de Barnard b.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

El otro motivo es su edad. La estrella de Barnard tiene una edad estimada de unos 10 000 millones de años. Es mucho más vieja que nuestro Sol. De hecho, hay incertidumbre respecto a su edad exacta. Se ha planteado que podría tener desde 9 000 a 12 000 millones de años. Si la estimación correcta resultase ser la última, podríamos estar ante una de las estrellas más viejas de la Vía Láctea. En cualquier caso, es tan tenue que no es visible a simple vista.

Pero eso no ha impedido que haya sido objeto de intenso estudio a lo largo del tiempo. La estrella de Barnard está cerca del ecuador celeste, lo que facilita su observación. A pesar de su edad, en 1998 se detectó una llamarada estelar. Así que no está completamente tranquila. En cualquier caso, el hallazgo de Barnard b sirve para seguir alimentando lo que ya parecíamos saber gracias al telescopio Kepler: los exoplanetas rocosos podrían ser muy abundantes.

Desde luego, podrían serlo en nuestro vecindario cósmico. Porque a Barnard b debemos sumarle Próxima b. Algo muy interesante porque abre la puerta a que haya numerosas oportunidades de observación y estudio, en el futuro, con la llegada de nuevos telescopios. Con la llegada de telescopios como James Webb, y observatorios en superficie, como el Telescopio Extremadamente Grande, los investigadores creen que podría ser posible, incluso, llegar a captar imágenes directas de Barnard b.

Barnard b no sería habitable

Esta animación muestra el movimiento de la estrella de Barnard en el firmamento a lo largo de los años.
Crédito: Steve Quirk

Las estimaciones de los investigadores indican que Barnard b no estaría en la zona habitable de su estrella. Se encontraría a 0,4 UA (unidades astronómicas). Es decir, el 40% de la distancia que separa la Tierra del Sol. A unos 60 millones de kilómetros de su estrella, aproximadamente la misma distancia a la que está Mercurio. En el Sistema Solar, a esa distancia, tenemos un planeta inhabitable por estar demasiado cerca.

En la estrella de Barnard, sin embargo, pasa lo contrario. Es inhabitable por estar demasiado lejos. No está dentro de la zona habitable de su estrella, que se encuentra a entre 9 y 15 millones de km. De hecho, según cuentan los investigadores, está muy cerca de la línea de nieve. Es el nombre que recibe el punto a partir del que, más allá, podemos encontrar elementos volátiles (como el agua) en estado sólido.

Tarda 223 días en completar una vuelta alrededor de su estrella. La temperatura en su superficie podría rondar los -170ºC. Por lo que no podemos esperar encontrar vida tal y como la conocemos. Aun así, su estudio será muy útil para la comunidad científica. Permitirá, por ejemplo, poder definir mejor los modelos de formación planetaria. Así se podrá comprender mejor cómo se forman los diferentes tipos de exoplanetas que conocemos en la actualidad.

La guinda a una búsqueda de muchos años

Esta imagen muestra el cielo en la región de la estrella de Barnard. En el centro pueden verse tres pequeñas estrellas en rojo, amarillo y azul, las tres son representaciones de la Estrella de Barnard y su movimiento.
Crédito: ESO/Digitized Sky Survey 2 Acknowledgement: Davide De Martin
E — Red Dots

El descubrimiento de Barnard b no ha sido nada fácil. En él han participado numerosos investigadores (entre ellos muchos españoles, destacando Guillem Anglada-Escudé, que también participó en el descubrimiento de Próxima b, e Ignasi Ribas, que ha liderado el estudio). Para poder determinar que Barnard b estaba realmente ahí, han recurrido al método de velocidad radial. Una de las diferentes técnicas utilizadas para buscar exoplanetas.

Esta técnica consiste en analizar los cambios en la luz de la estrella, provocados por la interacción gravitacional de un planeta a su alrededor. Esa interacción provoca que la estrella oscile ligeramente. Algo que, a su vez, hace que su luz se estire hacia el rojo o se acorte hacia el azul, desde nuestra perspectiva en la Tierra. Algo provocado porque, desde nuestra perspectiva, la estrella se acerca hacia nosotros (acortándose hacia el azul) y alejándose de nosotros (estirándose al rojo).

Los investigadores han recurrido a observaciones de siete instrumentos diferentes. Tuvieron lugar durante un período de 20 años. Es, por tanto y en sus palabras, uno de los conjuntos de datos más extensos utilizados para estudios en los que se ha usado el método de velocidad radial. En total, según cuenta Ignasi Ribas, los datos proporcionaron 771 mediciones de la estrella de Barnard. Es decir, mucha información con la que poder jugar.

Podría haber más planetas

Concepto artístico del satélite Gaia.
Crédito: ESA/ATG Medialab

Uno de los aspectos que llama la atención es que es la primera vez que se logra detectar un planeta pequeño con la técnica de la velocidad radial. Aunque sea más grande que la Tierra, estamos hablando de un mundo relativamente pequeño. Con la velocidad radial, es mucho más fácil detectar la presencia de planetas masivos y cercanos a su estrella. Cuanto más grande sea, y más cerca esté, mayor será la oscilación que provocará en su astro.

Los investigadores también nos han dejado un motivo para la intriga. Creen que podría haber otro planeta además de Barnard b. Estaría mucho más lejos y tendría un período orbital de 6 600 días (algo más de 18 años). Pero por ahora no disponen de suficientes datos para poder afirmar que sea un candidato a exoplaneta. Así que todo indica que, en el futuro, seguiremos oyendo hablar de la estrella de Barnard y de su entorno.

Por ahora, uno de los objetivos pendientes es la confirmación completa de la existencia de Barnard b. Algo que probablemente llegará a partir de otras mediciones. Se ha planteado como posibles ejemplos la sonda GAIA o los observatorios que entrarán en funcionamiento próximamente. Con cada descubrimiento, tenemos una idea mucho mejor no solo del entorno cercano al Sistema Solar, también de la Vía Láctea en su conjunto.

Hay muchas cosas por descubrir sobre Barnard b

Concepto artístico de la superficie de Próxima b. En el horizonte se puede ver a Próxima Centauri y, en la lejanía, al sistema binario que forman Alfa Centauri A y B.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

El propio Barnard b será, sin duda alguna, objeto de estudio durante los próximos años. Por su cercanía, se podrían determinar cosas como la composición de su atmósfera. Algo posible una vez entren los telescopios de nueva generación en funcionamiento, así como su período de rotación. Incluso, según los investigadores, se pueda determinar qué vientos tiene. Estudiar la atmósfera de Barnard b en detalle sería muy interesante.

Cabe la posibilidad, de hecho, de que sea el primer exoplaneta, de poca masa, del que pueda analizarse su atmósfera en detalle. Además, su estudio servirá de complemento a los que se están realizando sobre Próxima b. Este último está en torno a una estrella mucho más activa. Intentar comprender si los exoplanetas en torno a enanas rojas podrían ser habitables es una de las grandes preguntas de la astronomía.

Comprenderlo nos permitirá tener una mejor idea de si la vida podría ser más o menos abundante en la galaxia y, por extensión, en el universo. Barnard b no está en la zona habitable de su estrella, pero orbita en torno a una enana roja. Es otro objetivo más que sumar a la lista. Igual que los mundos de TRAPPIST-1, de los que también se ha escrito mucho en los últimos tiempos. ¿Qué descubrimientos nos esperan en el futuro?

El estudio es I. Ribas, M. Tuomi, A. Reiners et al.; «A candidate super-Earth planet orbiting near the snow line of Barnard’s star«. Publicado en la revista Nature el 14 de noviembre de 2018. Puede ser consultado en este enlace.

Referencias: Space