Sabemos que la Tierra es habitable porque estamos aquí. Pero, vista desde lejos, ¿los extraterrestres serían capaces de ver que nuestro planeta tiene vida? Esa pregunta puede ser clave en nuestros esfuerzos por intentar encontrarla en otros lugares de la Vía Láctea…

Sólo se podría intuir que es habitable

La sonda Messenger, de la NASA, tomó esta imagen de la Tierra y la Luna desde Mercurio. Crédito: NASA

La sonda Messenger, de la NASA, tomó esta imagen de la Tierra y la Luna desde Mercurio.
Crédito: NASA

Llevamos muchos años buscando posibles planetas, más allá del Sistema Solar, que puedan ser idóneos para albergar formas de vida en su superficie. En los últimos años hemos tenido noticias bastante prometedoras. Sin ir más lejos, hace sólo unos meses descubrimos un exoplaneta, Kepler-452b, que es muy similar a la Tierra y el Sol (orbita a una distancia muy similar de su estrella, que es también muy parecida a la nuestra).

Pero, y si hubiese astrónomos extraterrestres buscando vida en otros lugares de la galaxia. ¿Qué pensarían de la Tierra? Ya he hablado en alguna ocasión de cómo podrían detectarnos los alienígenas, pero el enfoque estaba puesto, principalmente, en nuestra tecnología o en nuestra huella (por llamarlo de alguna manera) que podríamos emitir al espacio. Si intentasen encontrarnos con una técnica similar a las que usamos nosotros, como la del tránsito (ver el paso de un planeta por delante de su estrella), nuestro planeta mostraría una probabilidad bastante alta de ser habitable, pero no del 100%.

Es algo que, en cierto modo, nos sirve como recordatorio de que estamos ante un campo de la astronomía que está, todavía, dando sus primeros pasos y afianzándose. Es decir, de momento no hemos encontrado ningún planeta que nos haga pensar que alberga vida, pero quizá, con nuestras herramientas actuales, estemos viendo planetas que sí podrían ser aptos para la vida pero carecemos de la tecnología, o los métodos, para poder determinar con más exactitud si son realmente ideales.

Un estudio lo calcula en un 82%

Recreación artística de Kepler-16b y su sistema estelar. Crédito: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle

Recreación artística de Kepler-16b y su sistema estelar.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle

Un paper, publicado por Rory Barnes y su equipo (del Virtual Planetary Laboratory, de la Universidad de Washington) expone que nuestro planeta, visto desde un punto distante en la Vía Láctea, sólo tendría un 82% de probabilidad de ser habitable. Esa cifra no es producto del azar, es el resultado de su trabajo para crear un índice de habitabilidad, destinado a clasificar los planetas que observamos cuando transitan por delante de su estrella.

En ese índice se utilizan factores como la distancia a su estrella, el tamaño del planeta, la naturaleza de la estrella, y el comportamiento de otros planetas en el mismo sistema estelar. La búsqueda de exoplanetas está dominada, principalmente, por el concepto de la zona habitable: esa región del espacio, alrededor de una estrella, en el que un planeta no está demasiado cerca como para que el agua se evapore, ni tan lejos como para que el agua se congele.

En el interior de la zona habitable

Comparación de las zonas habitables del Sol y la estrella Gliese 667

Comparación de las zonas habitables del Sol y la estrella Gliese 667

Esa zona no está a una distancia fija, ya que depende tanto del tipo de estrella, como de su tamaño. Para una estrella más grande que la nuestra, la zona habitable estaría mucho más lejos de lo que lo está la del Sol; para una más pequeña, mucho más cerca. Hasta ahí todo está más o menos claro. Si los planetas no están dentro, podemos suponer que es muy poco probable que en su superficie se den las condiciones adecuadas para que haya vida tal y como la conocemos porque no podría haber agua en estado líquido.

Pero, ¿qué sucede con aquellos que sí encajan? En nuestro Sistema Solar, sabemos que además de La Tierra, Venus y Marte están en la zona habitable. Sin embargo, las condiciones en ambos son completamente diferentes a las que se dan en la Tierra, así que necesitamos algo que nos permita clasificarlos mejor. Ahí, es donde entra en juego este nuevo índice de habitabilidad que está siendo creado por Rory Barnes, Victoria Meadows y Nicole Evans.

Nos permitirá priorizar mejor por dónde comenzar

Réplica (a tamaño real) del telescopio James Webb Space Telescope. Crédito: NASA/Chris Gunn

Réplica (a tamaño real) del telescopio James Webb Space Telescope.
Crédito: NASA/Chris Gunn

A día de hoy, hemos confirmado la existencia de más de un millar de exoplanetas, y tenemos casi cinco mil candidatos más (que podrían ser planetas, o bien ser otros objetos celestes, como una enana marrón). El telescopio Kepler sigue operativo y la cifra va a seguir aumentando en los próximos años. En 2018, con el telescopio James Webb ya en órbita, podremos observarlos con mucho más detalle.

Así que, para poder decidir por donde comenzar, el equipo se ha centrado no sólo en la distancia entre el planeta y la estrella, si no también en su equilibrio de energía. En él se tiene en cuenta la energía que recibe el planeta, su albedo (la cantidad de energía que refleja de vuelta al espacio, de tal modo que un planeta con un albedo muy alto podría estar más cerca de su estrella y aun así ser habitable, mientras que un planeta con un albedo bajo podría tolerar estar a una distancia mucho mayor), y la excentricidad de su órbita.

En resumen, con este índice de habitabilidad se pueden introducir todos los datos que tengamos de un exoplaneta (todos aquellos que hayamos obtenido por observación) para poder clasificarlo y determinar por cuál deberíamos comenzar. El primer ejemplo que han utilizado es el de nuestro propio planeta, que tendría un 82% de probabilidad (en su escala) de ser habitable. Quién sabe, quizá para los alienígenas, que puedan estar buscando a otros seres inteligentes, nuestro mundo sólo es otro más en la listas de «posibles»…

Referencias: Universe Today