Dentro de los muchos tipos de objetos estelares que hay, quizá uno de los que pueden sonar más misteriosos es una enana marrón. En resumen, es una estrella que no ha llegado a iniciar la fusión nuclear del material en su interior. Al mismo tiempo, como no son estrellas, es fácil confundirlas con planetas gigantes…
Estrellas fallidas
Las enanas marrones son el producto de una evolución estelar fallida. Cuando una nube de gas colapsa sobre sí misma, se crea una protoestrella. El embrión de una estrella propiamente dicha (por explicarlo de alguna manera). En muchas ocasiones, esas protoestrellas adquieren la suficiente masa y temperatura como para desencadenar la fusión nuclear de su material en el núcleo, convirtiéndose en estrellas en fase de secuencia principal.
Las enanas marrones, sin embargo, son protoestrellas que se han quedado a medio camino. No han llegado a adquirir la suficiente masa como para que su propia gravedad provoque que el hidrógeno comience a fusionarse en helio y la temperatura termina estabilizándose antes de llegar a ese punto crítico para convertirse en estrella. Son mucho más comunes de lo que pueda parecer. Hay muchísimas estrellas en la Vía Láctea (según qué estimación leas, la cifra va desde los cien mil a los cuatrocientos mil millones de estrellas), pero todo parece indicar que hay una cantidad muy similar de enanas marrones.
Sus características
¿Cómo distinguimos a una enana marrón de un gigante gaseoso? Pues es algo complicado, así que se utiliza una definición a grandes rasgos para poder saber de qué estamos hablando. Por un lado, las enanas marrones tienen una masa de entre 13 y 90 veces la de Júpiter. Por otro lado, aunque son estrellas fallidas, sí emiten su propia luz, algo que no hacen los gigantes gaseosos.
Por encima de 90 veces la masa de Júpiter, se produce fusión de hidrógeno en el núcleo, y por debajo de 13 masas es imposible la fusión de deuterio, que es el criterio que utiliza la Unión Astronómica Internacional para diferenciar entre planetas gaseosos gigantes y enanas marrones.
De hecho, aunque no son estrellas, también se clasifican según su tipo espectral. Así, las estrellas de tipo M son las más frías del universo. La mayor parte de ellas son enanas rojas. En este tipo también aparecen algunas enanas marrones que, aunque tienen una temperatura similar, no han llegado a desencadenar la fusión nuclear. Por debajo de éstas, tenemos los tipos L y T, en los que entran algunas enanas marrones según los elementos que se puedan ver en su espectro, y el tipo Y, que es el tipo de enana más fría de todas las conocidas.
Las enanas de tipo Y tienen temperaturas extremadamente bajas. Tanto que podrían ser similares a la temperatura del cuerpo humano, o la de un horno como el que puedas encontrar en cualquier cocina.
El descubrimiento de la primera enana marrón
Como estos objetos emiten muy poca luz y energía son muy difíciles de localizar. Por ello, tuvieron que pasar unos cuantos años para que dejase de ser, simplemente, pura teoría.
Quizá te sorprenda, pero la historia de la primera enana marrón está muy ligada a la astronomía en España. En enero de 1994, fueron tres astrofísicos españoles los que demostraron la existencia de enanas marrones en el universo. El equipo formado por Rafael Rebolo (actual director del Instituto de Astrofísica de Canarias), María Rosa Zapatero Osorio y Eduardo Martín, descubrió la primera enana marrón conocida (que se encuentra en el cúmulo de las Pléyades). La llamaron Teide 1.
En realidad, la fecha oficial del descubrimiento de las enanas marrones es 1995 (año en que se verificó el descubrimiento). Si bien fue descubierta en las imágenes captadas el 6 de enero de 1994 (usando el telescopio IAC 80 del Observatorio del Teide), su espectro no fue analizado en diciembre de aquel mismo año, en el Observatorio de Roque de los Muchachos (en La Palma) con la ayuda del telescopio William Herschel. Ya en la primavera de 1995, se envió el artículo sobre el descubrimiento a la revista Nature, que sería publicado el 14 de septiembre de aquel mismo año.
Teide 1 está a unos 400 años-luz de distancia. Tiene una magnitud aparente muy baja: 17,76, es decir, su brillo es tan tenue que es difícil observarla excepto con algunos telescopios comerciales de gran tamaño. Tiene un radio muy similar al de Júpiter, pero 55 veces su masa y su temperatura es la mitad de la del Sol, lo que le permite fusionar litio en su núcleo.
También tienen planetas
Al igual que las estrellas, las enanas marrones también pueden tener planetas a su alrededor. La enana marrón más cercana a nuestro planeta se llama Luhman 16 (es un sistema binario) que está a sólo 6,5 años-luz de distancia. Se cree que puede tener, como mínimo, un planeta orbitando a su alrededor.
Para terminar, me gustaría mencionar que es posible que en alguna ocasión hayas oído que, con un poco más de masa, Júpiter se hubiera convertido en una estrella, y el Sistema Solar hubiera sido un sistema binario. No es cierto, en absoluto. De hecho, ni siquiera tiene una masa cercana al límite inferior de las enanas marrones. Puedes leerlo en más detalle aquí.
Leído, tío!
Que ilu… ya aportamos algo más que la fregona al mundo de la ciencia ^^
Siempre se ha dicho que España aporta mucho, pero hace falta rascar un poco debajo de la superficie para ver qué hemos hecho. No fue un descubrimiento cualquiera, ¡además!