Un grupo de investigadores ha encontrado señales de volcanes activos en Venus. Es algo que resulta sorprendente y, también, muy interesante. Hasta ahora, se planteaba qué podría provocar que el planeta, aparentemente, no tuviese ningún tipo de actividad geológica, teniendo en cuenta su similitud con la Tierra…

Los volcanes activos de Venus son un parecido más

Venus tiene casi el mismo tamaño, masa y densidad que la Tierra. Por lo que debería estar generando calor en su interior, por la desintegración de elementos radioactivos, al mismo ritmo que nuestro planeta. Aquí, una de las maneras en que se escapa ese calor es por medio de las erupciones volcánicas. En un año típico, alrededor de 50 volcanes entran en erupción. Sin embargo, en Venus no se había encontrado señal alguna, que fuese clara, de actividad volcánica. Al menos hasta ahora, gracias a un grupo de investigadores que ha observado la actividad de uno de ellos.

Señales de volcanes activos en Venus
Los mapas por radar de Venus muestran que está dominado por las estructuras volcánicas. Crédito: NASA/JPL

El estudio de la superficie de Venus no es nada sencillo. Su densa atmósfera, que contiene una capa de nubes continua, a una altura de entre 45 y 65 kilómetros, es opaca en la mayoría del espectro electromagnético, incluyendo el espectro visible. Así que la única forma, de tener una imagen detallada de la superficie, es con la ayuda de un radar, apuntando hacia el suelo, desde una nave en órbita. Para construir una imagen de la superficie, se utiliza una técnica llamada síntesis de apertura, que combina diferentes características.

Concretamente, la intensidad variable de los ecos de radar que rebotan desde el suelo, incluyendo el retraso entre la transmisión y la recepción, así como pequeños desplazamientos en la frecuencia, que se corresponden con el movimiento de la nave (acercándose o alejándose) respecto al origen de ese eco en particular. La imagen resultante es similar a una fotografía en blanco y negro. Salvo que, en este caso, las zonas brillantes se corresponden con superficies más rugosas, mientras que las oscuras son superficies más lisas.

El papel de la sonda Magallanes

La sonda Magallanes orbitó Venus desde agosto de 1990 a octubre de 1994. Utilizaba este tipo de técnica para crear un mapa de la superficie del planeta, con una resolución espacial de unos cien metros. Así, se pudo observar que alrededor del 80% de la superficie está cubierta por flujos de lava. Sin embargo, cuál fue el último volcán en entrar en erupción, o si alguna de esas erupciones sigue en marcha, es algo que ha permanecido como un misterio durante tres décadas. Aunque ha habido algunas pistas, no se podía garantizar.

Ha habido algunas señales de actividad, gracias a las naves que han analizado Venus. En ocasiones, a través de las nubes, se han visto rocas tan jóvenes que sus minerales no se han visto alterados por la reacción con la atmósfera ácida. Es decir, se trata de lava fresca. También se han detectado anomalías térmicas que podrían corresponderse con flujos activos de lava. Solo por mencionar algunas de las señales detectadas. Ninguna ha sido suficientemente convincente. El nuevo trabajo, sin embargo, parece despejar todas las dudas.

Muestra cambios en la superficie que solo pueden ser resultado de actividad volcánica. Para ello, los investigadores han pasado cientos de horas comparando las imágenes de radar de Magallanes, comparándolas con partes de Venus que han sido observadas más de una vez, en busca de aspectos nuevos o cambiados en su superficie. Se concentraron en las regiones volcánicas más prometedoras. Al final, encontraron un lugar en el que se observan diferencias entre lo visto en febrero de 1991 y en imágenes tomadas en octubre del mismo año.

Los cambios sólo se pueden achacar a volcanes activos en Venus

Los cambios vistos solo se pueden explicar bien, en ese tiempo, con una erupción volcánica. Las imágenes de radar por sí mismas no son suficientes para demostrar que se trata de actividad volcánica. Por ello, recurrieron a las simulaciones para verificar que esos cambios no podrían deberse a otros fenómenos. Las imágenes muestran un cráter volcánico, casi circular, de 1,5 kilómetros de diámetro. Entre febrero y octubre, su tamaño se dobló, extendiéndose hacia el este. También perdió profundidad, y los autores plantean una explicación.

Imagen de los cambios en la cima del Maat Mons entre febrero y octubre de 1991. Crédito: NASA/JPL

Es posible que el cráter fuese una fuente volcánica que colapsó, parcialmente, y fue rellenada principalmente por lava fresca en octubre. El cráter se encuentra en lo alto del Maat Mons, uno de los volcanes más grandes de Venus, cuya cima se eleva 5 kilómetros sobre el terreno en su entorno. Esto permite confirmar lo que muchos científicos esperaban desde hace tiempo. Ahora, es momento de plantear otras preguntas. ¿Cuántos lugares hay en Venus que experimenten erupciones? ¿Hay alguna erupción en marcha en estos momentos?

Quizá lo más llamativo es que, treinta años después, los datos de Magallanes han servido para encontrar cambios en su superficie, que estaban presentes en los datos recogidos en aquel entonces. En los próximos años, las misiones Veritas, de la NASA, y EnVision, de la Agencia Espacial Europea, van a estudiar el planeta. La segunda llegará a la órbita del planeta en 2034. Veritas, por su parte, debería estar allí antes. Sin embargo, los retrasos han cambiado ese panorama. Se espera que llegue uno o dos años antes de la misión EnVision.

Estudio

El estudio es R. Herrick y S. Hensley; «Surface changes observed on a Venusian volcano during the Magellan mission». Publicado en la revista Science el 15 de marzo de 2023. Puede consultarse en este enlace.