Un grupo de investigadores ha encontrado más indicios que apuntan a que la Luna tiene un núcleo interno sólido que es similar al de la Tierra. Para determinarlo, han analizado multitud de fuentes y las han utilizado para crear modelos de las regiones interiores del único satélite natural de nuestro planeta…

La Luna tiene un núcleo interno sólido

Si tenemos en cuenta lo que se ha publicado en los últimos años, hay muchos motivos para pensar que la Luna debe tener un núcleo interno sólido, similar al de la Tierra. En 2011, un grupo de científicos planetarios de la NASA utilizó los datos sísmicos, registrados por los astronautas del programa Apolo, para predecir qué podría hallarse en el centro del satélite. Así, sugirieron que probablemente tendría un núcleo interno sólido. Aproximadamente, tendría un radio de 240 kilómetros (frente a los 1737 kilómetros de radio del satélite).

Más indicios del núcleo interno sólido de la Luna
Las colinas Marius, en la Luna. Crédito: NASA

En este nuevo trabajo, los investigadores han utilizado una variedad de fuentes para realizar estimaciones diferentes. Han encontrado indicios que encaja muy bien con los resultados de la NASA. Para entender mejor el núcleo de la Luna, el equipo de investigación ha recogido datos de diferentes misiones espaciales y de varios experimentos de estudio lunar. Con todo ello, han usado los datos para crear un perfil probable de cómo es el interior de la Luna, incluyendo características como las deformaciones creadas por la interacción gravitacional con la Tierra.

También factores como la distancia a la Tierra o la densidad del satélite. Tras reunir todos los datos, los introdujeron en una aplicación de modelado. Posteriormente, llevaron a cabo múltiples escenarios de modelado para ver cuál se corresponde mejor con los datos obtenidos en el mundo real. El modelo que encaja mejor con las observaciones muestra indicios de volcado activo. El material más denso se ve arrastrado más cerca del núcleo con el paso del tiempo. El material más ligero es expulsado hacia las regiones superiores.

Similitudes con la Tierra

El otro gran hallazgo es que la densidad del núcleo interno encaja muy bien con el de la Tierra. Por lo que, probablemente, está formado por hierro. Los modelos también muestran que el núcleo interno tiene un radio aproximado de 258 kilómetros y una densidad aproximada de unos 7,822 kilogramos por metro cúbico. También muestra que el núcleo externo es una capa fluida que cubre el núcleo interno. Su radio es de 362 kilómetros. Es decir, aproximadamente, el núcleo de la Luna tiene un radio de 620 kilómetros.

Las estimaciones permiten tener una mejor idea de cómo es el interior del único satélite natural de la Tierra. En los próximos años, con la llegada de las misiones tripuladas del programa Artemisa, así como diferentes programas de exploración de la Luna, por parte de diferentes países y agencias espaciales, el interés en nuestro satélite va a ir en aumento. En los próximos años se recogerán multitud de datos que ayudarán a tener una idea muy detallada, y pormenorizada, de su estructura interior y de sus características.

A esto se le sumará, naturalmente, los trabajos imprescindibles para utilizar los recursos existentes en su superficie. El uso de recursos in-situ será imperativo para poder mantener una presencia humana permanente en la Luna. Desde el polo sur, donde se plantea instalar las bases (tanto por parte de Estados Unidos como por parte de China) se podrán realizar multitud de investigaciones. La presencia de estaciones espaciales como la Plataforma Lunar Orbital, que la NASA empezará a construir en esta misma década, serán un complemento perfecto.

El núcleo interno sólido de la Luna y la historia del Sistema Solar

Según explican los investigadores en su estudio, los resultados cuestionan cómo evolucionó el campo magnético del satélite, debido a la demostración de que debería existir un núcleo interno, así como el proceso de volcado (o movimiento) del material del manto. Todo esto, a su vez, proporcionará información sobre cómo se desarrolló el bombardeo de la Luna los primeros mil millones de años del Sistema Solar. Cabe recordar que, en aquella lejana época, nuestro rincón de la Vía Láctea era un lugar tremendamente caótico.

Concepto artístico de una cápsula Orión acercándose a la Plataforma Orbital Lunar. Crédito: NASA

Muchos objetos pequeños (como asteroides y cometas) estaban en órbitas inestables, por lo que las colisiones con otros objetos eran frecuentes. No podemos olvidar que, precisamente, fue una gran colisión de la Tierra, con un objeto de un tamaño similar a Marte, llamado Tea (o Teia) el que provocó la formación de la Luna. Los cráteres que podemos observar en la superficie de la Luna cuentan la historia de su evolución. Los cráteres más antiguos se remontan a aquellas primeras etapas. Por lo que, en ese sentido, es una herramienta de valor histórico.

La superficie de la Tierra se renueva, aproximadamente, cada 500 millones de años. Esto elimina las huellas de las colisiones más antiguas e impide poder analizar cómo era el Sistema Solar en aquellas primeras etapas. En la Luna no existe proceso alguno de renovación de la superficie, por lo que permite remontarse en la historia del Sistema Solar. En los próximos años veremos muchos más trabajos que irán en ambos sentidos. Tanto en profundizar en las particularidades y características lunares (tanto superficiales como internas) como el pasado del Sistema Solar…

Estudio

El estudio es A. Briaud, C. Ganino, A. Fienga et al.; «The lunar solid inner core and the mantle overturn». Publicado en la revista Nature el 3 de mayo de 2023. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Phys