Un nuevo estudio ha analizado la historia de impactos en la Tierra en los últimos 500 millones de años. Pese a lo que se ha venido planteando últimamente, parece que las colisiones en el cinturón de asteroides no han provocado que en nuestro planeta haya una mayor cantidad de meteoritos…

Reconstruyendo 500 millones de años de impactos en la Tierra

Un grupo de investigadores ha logrado reconstruir la historia de la Tierra en los últimos 500 millones de años, desde el punto de vista de la cantidad de meteoritos que hayan caído en el planeta. Algo que resultará muy útil, por ejemplo, en los estudios de series geológicas. Desde el siglo XIX, en muchas ocasiones se ha intentado reconstruir cómo ha cambiado el clima, la flora y la fauna a lo largo de millones de años. Sin embargo, apenas se ha sabido nada de los impactos que podían haber sucedido en el planeta en el pasado más reciente.

Los impactos en la Tierra en 500 millones de años
Concepto artístico de un cinturón de asteroides alrededor de la estrella Vega. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Durante mucho tiempo, como explican los investigadores, se ha creído que la cantidad de impactos de meteoritos en la Tierra estaba directamente ligada a lo que sucediese en el cinturón de asteroides. En este nuevo estudio, sin embargo, lo que se observa es que ese flujo de colisiones ha sido muy estable. Pero ¿cómo se puede determinar algo así? Los investigadores disolvieron casi diez toneladas de rocas sedimentarias, de antiguos lechos marinos, en ácidos muy potentes. Esos sedimentos contienen la pista para este análisis.

En ellos se encuentran los residuos de los meteoritos que cayeron en el pasado. En los meteoritos hay una pequeña fracción de óxido de cromo, que es muy resistente a la degradación. Tras la disolución, los granos microscópicos de óxido de cromo fueron apartados. Se utilizarían cómo cápsulas del tiempo, con mucha información almacenada. Los sedimentos disueltos pertenecen, según han explicado, a 15 períodos que se remontan a los últimos 500 millones de años de la Tierra. En total, han extraído óxido de cromo de 10 000 meteoritos diferentes.

El cinturón de asteroides no es una fuente de preocupaciones

El análisis químico ha permitido determinar los tipos de meteoritos representados en los granos. Aproximadamente, cada año caen varios miles de meteoritos en la superficie (aquí, como quizá se intuya, se habla de fragmentos realmente pequeños). Aproximadamente, se han documentado 63 000 asteroides, originados en el cinturón de asteroides que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter. En esta región se han producido multitud de colisiones a lo largo del tiempo. No es descabellado pensar que eso pudiera afectar a la Tierra.

A fin de cuentas, tras una colisión, parte de esos fragmentos podrían salir despedidos hacia el interior del Sistema Solar. Sin embargo, los investigadores explican que, de las 70 colisiones más grandes, sucedidas en los últimos 500 millones de años, solo una produjo un aumento de impactos en la Tierra. Dicho de otra manera, por algún motivo, la mayor parte de los asteroides permanecen en el cinturón de asteroides. Esto es una sorpresa, porque siempre se había pensado que el flujo de meteoritos dependería de esas colisiones.

Al mismo tiempo, proporciona otro enfoque respecto a qué tipos de objetos tienen una mayor posibilidad de colisión con la Tierra, así como en qué región del Sistema Solar se originan. En una escala de tiempo geológico, los objetos, de un tamaño de kilómetros, chocan con la Tierra con cierta frecuencia. El último fue hace 65 millones de años, cuando un objeto de 10 kilómetros de diámetro chocó con nuestro planeta, en la península del Yucatán. La huella de aquella colisión es el cráter de Chicxulub, y sus consecuencias muy conocidas: la extinción de los dinosaurios (entre otros).

500 millones de años de impactos en la Tierra dan para mucho

El asteroide que acabó con los dinosaurios no es, ni mucho menos, algo habitual desde la perspectiva de una vida humana. En nuestra escala, los impactos de asteroides más pequeños son mucho más frecuentes. El nivel de destrucción es mucho menor, por supuesto, pero eso no quiere decir que no haya peligros. Por ejemplo, un pequeño asteroide que caiga en el mar, cerca de una región poblada, podría provocar serios daños. Este tipo de estudios permite entender cómo suceden esas colisiones y entender qué objetos son más peligrosos.

Esta fotografía muestra el rastro de humo, del recorrido del meteorito de Cheliábinsk al entrar en la atmósfera. Crédito: Alex Alishevskikh

Tarde o temprano habrá un asteroide que esté en rumbo de colisión con nuestro planeta. No hay ninguno, de todos los que se conocen, que vayan a chocar en los próximos 150 o 200 años. En esta definición entran, naturalmente, los asteroides más grandes que podemos encontrar en el entorno del planeta. Pero hay muchos objetos, de apenas unas decenas de metros, que son mucho más difíciles de detectar, y que pueden darnos sustos. Ya pasó con el bólido de Cheliábinsk, un pequeño asteroide que provocó daños en Rusia.

No es necesario que el cinturón de asteroides provoque un aumento de impactos para que sea necesario tomar medidas. De ahí que se esté trabajando en iniciativas como DART. Un proyecto que busca entender cómo se puede desviar la órbita de un asteroide con un pequeño movimiento. Cuanto antes se detecte (y más lejos de la Tierra, en consecuencia), menor será la cantidad de energía necesaria para desviarlo. Algo que permitirá que, lo que podría ser un impacto seguro (con daños, aunque no acabase con la civilización) se convierta en una anécdota…

Estudio

El estudio es F. Terfelt, B. Schmitz; «Asteroid break-ups and meteorite delivery to Earth the past 500 million years». Publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences el 15 de junio de 2021. Puede consultarse en este enlace.

Referencias: Phys