La estación espacial china Tiangong-1 caerá sobre la Tierra en las próximas semanas. Aunque algunos medios han aprovechado la noticia para generar algo de alarma, no hay nada que temer. Es cierto que es una entrada no controlada, pero no por ello es motivo de preocupación…

Tiangong-1 entrará en la atmósfera muy pronto

Este concepto artístico muestra la estación Tiangong-1 en el espacio.

Este concepto artístico muestra la estación Tiangong-1 en el espacio.
Crédito: CMSE

La estación espacial china Tiangong-1 entrará en la atmósfera de la Tierra entre el 27 de marzo y el 10 de abril. Aunque se viene hablando de esto en los últimos meses, no hay que dejarse llevar por el sensacionalismo. En algunos medios se ha querido dar a entender que la reentrada podría ser una amenaza. A fin de cuentas, es cierto que es una entrada no controlada. Pero no quiere decir que tengamos que preocuparnos.

Es cierto que no se sabe muy bien dónde caerá, pero sí hay otros detalles que conocemos. Por ejemplo, los análisis más recientes sugieren que la mayoría de la nave se desintegrará en órbita. La posibilidad de que alguien sea golpeado por basura espacial es ínfima. Es increíblemente pequeña. Además, sabemos desde hace tiempo que la estación Tiangong-1 iba a caer sobre la Tierra en algún momento futuro.

No hay que olvidar que Tiangong-1 es la primera estación espacial de China. Fue lanzada en 2011 y fue concebida como una plataforma de ensayo para lanzar una estación mucho más grande en la década de 2020. Porque, cabe recordar también, China no puede participar en la Estación Espacial Internacional por cuestiones políticas. En cualquier caso, la estación nunca fue pensada como un asentamiento permanente.

Un momento planificado

La Estación Espacial Internacional, fotografiada el 23 de mayo de 2010 desde el Space Shuttle Atlantis.
Crédito: NASA

De hecho, se esperaba que Tiangong-1 tuviese un margen de vida de unos dos años, según lo publicado en 2011. En la estación se llevaron a cabo diferentes tipos de pruebas. Como, por ejemplo, el proceso de acoplamiento de naves. En aquel mismo año ya tuvo lugar una misión sin tripulación. En 2012 y 2013 llevaron a cabo misiones tripuladas. Así que, en ese sentido, se puede decir que China ha logrado su objetivo.

Además, cuando el país anunció en 2016 que Tiangong-1 reentraría en la atmósfera, ya hacía tiempo que había superado esos dos años de margen de vida. Fue en marzo de 2016 cuando China anunció que había perdido el control de la nave. Desde aquel momento, varias agencias internacionales y astrónomos aficionados la han estado monitorizando. Aunque no está completamente confirmado, parece que China dejó de trabajar con la estación en 2015.

Eso, sin embargo, no quiere decir que haya estado desaparecida desde ese momento. Más bien al contrario. Ha estado bajo la observación de una comunidad de personas (profesionales y aficionados) dedicados al estudio del espacio. Ahora bien, ya hemos quedado en que va a entrar en la atmósfera. Así que la gran duda es, ¿dónde va a caer? Aunque hay algo de incertidumbre, hay dos franjas que parecen bastante más probables que el resto.

El impacto de Tiangong-1 en la Tierra

Las dos bandas amarillas de la imagen indican las regiones con más probabilidad de la reentrada de Tiangong-1. La región verde tiene una probabilidad menor. Mientras la azul tiene cero probabilidad.
Crédito: Aerospace Corporation

Lo más probable, según las estimaciones, es que la reentrada sea en dos franjas muy específicas. En las latitudes de 43 grados norte y 43 grados sur. Es decir, podría caer sobre algunas regiones de China, el sur de Europa (incluyendo España) así como regiones de Chile, Argentina, Tazmania y Nueva Zelanda. Aproximadamente la tercera parte del planeta tiene un riesgo cero de que impacte en su superficie.

En el resto las cosas cambian, como se muestra en la imagen que acompaña este párrafo. Las dos bandas amarillas son las que definen las regiones que mencionaba anteriormente. Es, en principio, los lugares con más probabilidad. Sin embargo, no es posible descartar que impacte en algún lugar de toda la superficie que hay entre ambas franjas. Es una posibilidad menor, pero podría suceder. Así que no debería sorprendernos si fuese así.

Parece bastante claro qué sucederá cuando Tiangong-1 reentre en la atmósfera. La mayor parte de la nave se desintegrará. Así que, allá donde suceda, tendremos un buen espectáculo en el cielo. Será como ver estrellas fugaces a lo bestia. Eso sí, es posible que las partes más densas de la estación sobrevivan. ¿Cuáles son esas partes? Motores y baterías. Algunos de esos componentes podrían llegar a pesar 100 kg.

No hay motivo para la alarma

La estación espacial SkyLab en órbita de la Tierra el 14 de mayo de 1973.
Crédito: NASA

Sin embargo, no hay que preocuparse. La posibilidad de que alguien reciba el impacto de un trozo de basura espacial de Tiangong-1 es minúsculo. Se compara con la posibilidad de ganar la Powerball (la lotería de Estados Unidos). En ese caso, la posibilidad de ganar es de 1 entre 292 millones. Por su parte, la posibilidad de que un fragmento de la estación impacte sobre alguien es un millón de veces más pequeña que esa posibilidad.

De hecho, a pesar de que en los últimos cincuenta años han caído más de 5.900 toneladas, solo se ha reportado el impacto sobre una persona. Fue en 1996, cuando Lottie Williams (de Oklahoma) fue golpeada por una pequeña pieza de 15 centímetros. Ni siquiera fue herida. Así que no hay ningún motivo para pensar que en este momento vaya a ser diferente. Es más, este tipo de reentradas no controladas son relativamente frecuentes.

Por ejemplo, en 1978, la estación espacial SkyLab comenzó su reentrada tras ocho años en el espacio. Fue la primera estación espacial tripulada de Estados Unidos. Al parecer, porque no conozco la historia de primera mano, no se podía reorientar o navegar con la nave. No se le dio nada para controlar donde caería. Así que había 77 toneladas que podían caer en algún lugar poblado.

No sucedió nada…

Lanzamiento de la estación espacial SkyLab a bordo del cohete Saturn V.
Crédito: NASA

Así que, ante el miedo de que SkyLab pudiese provocar daños, se plantearon varias posibilidades. Por un lado, la NASA intentó que la estación espacial fuese movida a una órbita más alta. De esta manera, se quedaría allí perpetuamente y no supondría ninguna amenaza para la superficie. Sin embargo, aquel plan nunca llegó a fructificar. En julio de 1979, la NASA encendió los cohetes de la estación.

La esperanza, con esa maniobra, era que SkyLab se precipitase sobre el Océano Índico. Solo funcionó parcialmente. Hubo partes de la nave que sí cayeron al océano. Sin embargo, al desintegrarse en la atmósfera, hubo muchos fragmentos que cayeron sobre terreno despoblado en el oeste de Australia. Así que, aunque pueda parecer una noticia alarmante, lo cierto es que no hay mucho de qué preocuparse.

La mayor parte de la estación se desintegrará en la atmósfera. La posibilidad de que los fragmentos que puedan sobrevivir caigan sobre un lugar poblado es muy pequeña. De hecho, si la reentrada finalmente se produce en la región de 43 grados sur, se antoja muy poco probable que caiga sobre tierra firme. En el caso del hemisferio norte no es así, pero sí es muy probable que, en caso de caer en tierra, sea en algún lugar despoblado.

Referencias: Smithsonian Magazine