Un grupo de investigadores ha anunciado la detección de etanolamina en el espacio. La observación se ha producido en una nube molecular, cerca del centro de la Vía Láctea. El hallazgo es otro paso adelante en la detección de los bloques de la vida lejos del entorno de la Tierra…

La importancia de la etanolamina

La etanolamina es una molécula que contiene cuatro elementos químicos esenciales para la vida: oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno. Forma parte de los fosfolípidos, que forman las membranas celulares. Algo que, a su vez, fue muy importante en las primeras etapas de la vida en la Tierra. El hallazgo se ha producido en una nube molecular, denominada G+0.693-0.027, cerca del centro de la Vía Láctea, con la ayuda del radiotelescopio JRAM, de 30 metros de diámetro, en Granada, y otro radiotelescopio, de 40 metros, en Yebes, Guadalajara, ambos en España.

Etanolamina: Detectan en el espacio un bloque de la vida
Concepto artístico de cometas acercándose a un joven Sistema Solar. Crédito: NASA

Según han explicado los investigadores, «sus resultados indican que la etanolamina se sintetiza en el espacio interestelar, en nubes moleculares como la observada, en la cuna de nuevas estrellas y sistemas planetarios». Por lo que podríamos estar ante un compuesto que, al igual que en ocasiones anteriores, podría resultar relativamente frecuente en el espacio. Algo que nos lleva a hablar, de nuevo, de planteamientos como la panspermia, que sugieren que los bloques de la vida llegaron a la Tierra a través de cometas y asteroides.

La etanolamina, en particular, es muy importante porque la aparición de membranas celulares supuso un gran empujón en las primeras etapas de la vida en la Tierra. Son las responsables de mantener condiciones estables en el interior de las células, protegiendo el material genético y la maquinaria metabólica. Los investigadores inciden, en este punto, en que las membranas celulares, en la actualidad, están formadas por fosfolípidos. Sin embargo, hay mucho debate sobre cómo eran las primeras membranas celulares y el origen de los fosfolípidos.

Pistas para la vida… y el papel de los meteoritos

Así que nos encontramos ante un hallazgo que puede ser útil en dos frentes diferentes. Por un lado, permitirá a los investigadores comprender mejor cómo se pudo desarrollar la evolución de las primeras membranas celulares. Por otro, han calculado que la Tierra, en su infancia, pudo recibir unos mil millones de litros de etanolamina. Es un volumen, añaden, equivalente al del lago Victoria, en África. Todo ese material debió llegar a través del impacto de meteoritos en las primeras etapas de nuestro planeta, junto a otros compuestos.

Por la abundancia observada, creen que la etanolamina probablemente se formó en el espacio. Después, fueron los meteoritos los que llevarían el material a los planetas de un sistema. Además, las simulaciones sobre las condiciones de la Tierra en su infancia apuntarían, por si no fuese suficiente, a que esta molécula pudo ser una parte indispensable en la producción de fosfolípidos en aquellos primeros instantes. La etanolamina, explican, junto con ácidos o alcoholes grasos, pudo contribuir a la evolución de las primeras membranas celulares.

Por lo que, añaden, la implicación es muy importante. No solo sirve para estudiar el origen de la vida en nuestro planeta, también en otros lugares del Sistema Solar o de la galaxia. Es un descubrimiento que ha de sumarse al hallazgo de otras moléculas como la hidroxilamina o el ácido tiofórmico. Todo este material, moléculas precursoras de la química que dio lugar a la vida, ha sido detectado en el espacio. En el futuro, se seguirán buscando otras moléculas y, sin duda, se profundizará en el estudio de las detecciones ya realizadas.

¿Por qué es tan importante haber hallado etanolamina?

Uno de los aspectos más destacados de este hallazgo, sin duda, es que se añade otro bloque de la vida a la lista de detecciones en el espacio. Algo que podría llevarnos a pensar que la hipótesis de la panspermia quizá no esté desencaminada. El planteamiento, en una de sus muchas variantes, es sencillo. Fue el impacto de asteroides y cometas, en las primeras etapas del Sistema Solar, el que trajo el material necesario a la Tierra para que la vida pudiese aparecer. La conclusión a la que nos lleva es lógica. Si sucedió aquí, pudo suceder en otros lugares.

Concepto artístico de Marte poco después de su formación, con agua líquida en su superficie. Crédito: NASA/GSFC

Primeramente, en otros lugares del propio Sistema Solar. No parece ninguna locura suponer que Marte o Venus pudiesen haber recibido también ese material. Ambos planetas, en sus primeras etapas, fueron lugares mucho más similares a la Tierra. Si este tipo de detecciones va en la dirección correcta, parece lógico pensar que la vida quizá llegó a tener la oportunidad de aparecer en ambos planetas porque, como mínimo, el material debió estar presente. No quiere decir, ni mucho menos, que la vida apareciese en alguno de ellos.

Por supuesto, la extrapolación a otros lugares de la Vía Láctea resulta inevitable. Si la etanolamina, y otros compuestos, fueron entregados por medio de meteoritos a la Tierra, lo mismo habrá sucedido en otros sistemas. A fin de cuentas, hay que recordar que estamos hablando de la detección en una nube molecular cerca del centro de la Vía Láctea. Es decir, a más de 20 000 años-luz. Otros lugares de la galaxia, por tanto, también habrán tenido estos compuestos. Quizá, en algún otro lugar, esa misma receta que provocó que la vida apareciese en la Tierra, está repitiendo el proceso…

Estudio

El estudio es V. Rivilla, I. Jiménez-Serra, C. Briones et al.; «Discovery in space of ethanolamine, the simplest phospholipid head group». Se publicará en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences el 1 de junio de 2021 y puede ser consultado en la plataforma arXiv, en este enlace.

Referencias: CSIC