El telescopio James Webb sigue su viaje hacia el punto de Lagrange L2, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, sin grandes novedades. Los despliegues y maniobras de corrección de rumbo se están llevando a cabo sin sobresaltos, pero todavía quedan semanas de tensión…

El telescopio James Webb sigue rumbo a L2 tras la segunda maniobra de corrección

El pasado lunes, el telescopio James Webb superaba la órbita de la Luna, al encontrarse a más de 400 000 kilómetros de nuestro planeta. En realidad, no pasó cerca del satélite, ya que se encontraba en otro lugar de su órbita. Desde que se lanzase, el pasado 25 de diciembre, el telescopio ha comenzado un lento proceso de despliegue. Se desarrollará a lo largo de treinta días en los que, además, será necesario modificar el rumbo del telescopio. De otra manera, no alcanzaría su destino final, en el punto de Lagrange L2, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.

El telescopio James Webb sigue su viaje sin novedad
Concepto artístico del telescopio espacial James Webb. Crédito: NASA

Serán necesarios tres encendidos de motor, de los que dos ya se han llevado a cabo. El primero tuvo lugar apenas doce horas y media después del lanzamiento. Tuvo una duración de 65 minutos. El segundo, mucho más corto, también se ha llevado a cabo. Debía suceder 60 horas después del lanzamiento. El pasado 27 de diciembre, desde NASA se anunciaba que había funcionado con normalidad, con una duración de 9 minutos y 27 segundos. Por delante, quedan todavía muchas etapas en el proceso de despliegue del observatorio.

Para todo el que lo desee, es posible seguir el estado del telescopio (con actualizaciones muy frecuentes) en una página web preparada por la NASA. Allí se pueden consultar (en inglés) las diferentes fases del despliegue que todavía están por venir, así como las maniobras restantes. El tercer, y último encendido, no tendrá lugar hasta 29 días después del lanzamiento, por lo que sucederá ya en la recta final de enero de 2022. Será el encendido con el que realizar la inserción orbital en torno al punto L2, en una órbita en forma de halo.

Un lugar idóneo para observar el universo

La elección del punto de Lagrange L2 no es casual. Allí se han instalado otros observatorios a lo largo del tiempo. Es, de hecho, el hogar del satélite Gaia, que está recopilando el catálogo de datos más grande realizado hasta la fecha. En 2022, de hecho, se espera que se publique el resto de la tercera entrega del catálogo, que contiene datos de más de mil millones de estrellas. Desde este lugar, el telescopio James Webb, y cualquier otro en esa misma ubicación, acompaña a la Tierra en su recorrido alrededor del Sol, tardando el mismo tiempo en completar la órbita.

Desde allí, en dirección opuesta a nuestra estrella, el telescopio es capaz de detectar la luz infrarroja con una interferencia mínima del Sol. La órbita en forma de halo lo mantendrá en torno al punto L2 constantemente. Se espera que el telescopio se mantenga operativo durante al menos diez años, pero bien podría ser mucho más tiempo. Inicialmente, se espera que sea un primer período de 5 años, seguido por otra misión de 5 años más. Pero, si el observatorio funciona correctamente, y tiene combustible para mantenerse en órbita, podrá funcionar mucho más tiempo.

No podemos olvidar que, a fin de cuentas, el telescopio James Webb va a ser, en muchos sentidos, el sucesor del telescopio Hubble. Por ahora, de todos modos, entre los próximos objetivos se encuentra el despliegue del gigantesco escudo solar, que protegerá los instrumentos del telescopio, y tiene el tamaño de una pista de tenis. Algo absolutamente imprescindible para que se pueda llevar a cabo ese trabajo de observación en el espectro infrarrojo. El despliegue comenzó el 28 de diciembre, pero cada fase puede variar según se considere necesario.

El despliegue del escudo no debería tardar más de ocho días

Es el propio personal de la misión quien decide cuándo se lleva a cabo cada paso del despliegue. Pero, de todos modos, la previsión es que esté completo ocho días después del lanzamiento. Por delante, todavía quedarán varias semanas de calma tensa, mientras el telescopio continúa su despliegue para alcanzar su forma final. Después, llegará un período de cinco meses de pruebas, en los que se calibrarán los instrumentos, se revisará el funcionamiento de los sistemas del telescopio y se pondrá todo a punto para su puesta en escena.

Los puntos de Lagrange (no están a escala) del sistema Tierra – Sol. Crédito: Xander89/Wikimedia Commons

La primera luz (nombre que se le da a la primera observación del telescopio, ya en el espacio) no se espera hasta mediados de 2022. Pero seguramente tengamos datos interesantes en los próximos meses. Aunque la espera ha sido larga, ha llegado el momento de ver, por fin, al telescopio James Webb en acción. En los próximos años se espera que permita comprender mejor cómo era el universo en sus primeras etapas. Se ha planteado que el telescopio podría llegar a observar las primeras estrellas que se formaron en el universo.

En nuestro entorno, además, debería tener la capacidad de analizar la atmósfera de algunos exoplanetas rocosos en la zona habitable de sus estrellas. No debe interpretarse como una señal de que vaya a descubrir vida en otras estrellas. Pero el simple hecho de encontrar una atmósfera que sea muy similar a la de la Tierra, o constatar que son muy diferentes, si ese fuese el caso, resultará muy interesante. Los momentos más tensos todavía no han terminado en la aventura de James Webb, pero lo mejor está por empezar, y cada vez queda menos…

Referencias: Space