El turismo espacial está dando sus primeros pasos, pero el impacto medioambiental es algo que está muy presente en la mente de la sociedad. Sabemos que un cohete es mucho más contaminante que un avión. Sin embargo, la baja cantidad de cohetes que se lanzan en estos momentos no lo hace preocupante. Pero… ¿y más adelante?

El impacto medioambiental del turismo espacial puede ser muy grande

Estamos viviendo los primeros pasos del sector del turismo espacial. En estos momentos, tanto Virgin Galactic como Blue Origin han logrado enviar seres humanos al límite del espacio. El pasado 11 de julio, Richard Branson ascendía a más de 80 kilómetros a bordo de la nave VSS Unity de Virgin Galactic. Jeff Bezos, por su parte, lo hacía a bordo de su cápsula pilotada de forma autónoma, de Blue Origin, el 20 de julio. Su lanzamiento coincidió con el 52ª aniversario de la llegada a la Luna en la misión Apolo 11, que tuvo lugar el 20 de julio de 1969.

El impacto medioambiental del turismo espacial
La nave VSS Unity, de la compañía Virgin Galactic. Crédito: Ronrosano/Wikimedia Commons

En el caso de Virgin Galactic, la compañía alcanza una altura ligeramente superior a 80 kilómetros. Blue Origin alcanza aproximadamente 110. Ambos logran el mismo objetivo, volar al borde del espacio. No hay que perder la perspectiva, sin embargo, respecto a qué es lo que está sucediendo. Ambas compañías están buscando captar posibles clientes. Personas, con una riqueza considerable, que podrán disfrutar de un vuelo de unos 10 minutos, en los que, durante unos instantes, podrán experimentar la microgravedad.

También podrán ver la Tierra desde el espacio. A esto le podemos sumar, por supuesto, a SpaceX. La compañía de Elon Musk va a ofrecer vuelos orbitales. La misión Inspiration4 viajará a finales de este mismo 2021. No hay dudas de que estamos ante un sector que cada vez es más grande. En los próximos años, sin duda, veremos más y más naves viajando al borde del espacio, o incluso más lejos, llevando turistas a bordo. En ese escenario, la pregunta se vuelve inevitable: ¿cuál va a ser el impacto medioambiental del turismo espacial?

Los elementos contaminantes de un lanzamiento

La compañía de Jeff Bezos presume de que sus motores son más verdes que la nave VSS Unity de Richard Branson. El motor Blue Engine 3 (BE-3) es el que se utiliza en estos momentos por parte de Blue Origin. Utiliza hidrógeno y oxígeno líquidos. La nave VSS Unity utiliza un propelente híbrido formado por un combustible basado en carbono, polibutadieno terminado en hidroxilo y óxido nitroso. Los cohetes Falcon de SpaceX utilizan keroseno y oxígeno líquido para enviar sus naves a la órbita de nuestro planeta.

Despegue del cohete Falcon Heavy desde Cabo Cañaveral. Crédito: SpaceX

Estos combustibles son los que proporcionan la energía necesaria para poder lanzar los cohetes al espacio. En el proceso, generan gases de efecto invernadero y contaminantes. En el caso del BE-3, se producen grandes cantidades de vapor de agua. La combustión del VSS Unity y Falcon produce dióxido de carbono, hollín y vapor de agua. El óxido nitroso utilizado por VSS Unity también genera óxidos de nitrógeno, compuestos que contribuyen a la contaminación del aire más cerca de la superficie del planeta. Y no solo eso…

Aproximadamente, las dos terceras partes del combustible emitido se liberan en la estratosfera (a entre 12 y 50 kilómetros de altura) y la mesosfera (de 50 a 85). Allí, puede perdurar en la atmósfera durante dos o tres años. Las elevadas temperaturas que se alcanzan durante el lanzamiento y la reentrada (cuando el escudo protector de una nave se calienta) también tienen consecuencias. Convierten el nitrógeno estable, que se encuentra en el aire, en óxidos de nitrógeno reactivos. Son gases y partículas con efectos negativos en la atmósfera.

Muchos más lanzamientos en el futuro

En la estratosfera, los óxidos de nitrógeno, y los elementos químicos formados por la ruptura del vapor de agua, convierten el ozono en oxígeno, reduciendo la capa que protege la vida en la Tierra de la radiación ultravioleta dañina del Sol. El vapor de agua también produce nubes estratosféricas, que proporcionan una superficie para que esa reacción pueda desencadenarse a un ritmo mucho más alto que en condiciones normales. Las emisiones de dióxido de carbono y hollín provocan que el calor se atrape en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.

También puede tener lugar enfriamiento de la atmósfera, ya que las nubes formadas por el vapor de agua reflejan parte de la luz solar de vuelta al espacio. Una capa de ozono más vacía absorberá menos luz y, por tanto, calentará menos la estratosfera. Por lo que, para entender el impacto medioambiental total del turismo espacial, serán necesarios modelos detallados que tengan en cuenta estos procesos complejos. También habrá que considerar la persistencia de estos elementos contaminantes en la atmósfera. Y otro factor no menos importante…

¿Cómo se va a desarrollar la industria del turismo espacial? Virgin Galactic espera ofrecer 400 vuelos al año. Blue Origin y SpaceX no han anunciado sus planes aún. En el conjunto global, los lanzamientos de cohetes no tendrían que aumentar mucho del centenar que se lanza actualmente, para provocar efectos dañinos que sean comparables al de otras fuentes. Por ejemplo, al impacto de los aviones. Durante un lanzamiento, un cohete puede emitir de 4 a diez veces más óxido de nitrógeno que Drax, la planta térmica más grande de Reino Unido, en ese mismo período…

El impacto medioambiental por el dióxido de carbono y el turismo espacial

Pero quizá el dato que resulta más preocupante es el del dióxido de carbono. Las emisiones de dióxido de carbono, para cuatro turistas en un vuelo espacial, será entre 50 y 100 veces más que las entre 1 y 3 toneladas por pasajero en un vuelo de largo recorrido. Por ello, los reguladores internacionales tendrán que mantenerse al tanto del desarrollo de la industria del turismo espacial y controlar su contaminación correctamente. Los científicos necesitan entender mejor cuál será el impacto de los astronautas millonarios en la atmósfera del planeta.

Concepto artístico de los módulos de Aurora Station. Crédito: Orion Span

En las cifras actuales, es evidente que no estamos ante una de las principales fuentes de contaminación del planeta. Pero el turismo espacial está llamado a ser uno de los grandes atractivos de la próxima década. ¿Qué sucederá cuando sea posible viajar en números grandes y todavía más lejos? No podemos olvidar planteamientos como el de la estación Aurora. Un hotel privado en la órbita de nuestro planeta. La idea resultará tremendamente tentadora para los más adinerados. Por otro lado, la propia industria aeroespacial va a crecer.

Los lanzamientos de cohetes con cargamento, para diferentes empresas de todo el mundo, ya está creciendo. En estos momentos, no solo SpaceX está desplegando su constelación de satélites Starlink. La compañía Arianespace está desplegando los satélites de la compañía OneWeb. Es solo una de las muchas constelaciones que se quieren desplegar. Hoy por hoy, el impacto medioambiental no es preocupante. Pero en el futuro, si las aspiraciones se cumplen, la industria aeroespacial, y el turismo espacial, también deberán ser sostenibles…

Referencias: The Conversation