La Oficina de Basura Espacial de la Agencia Espacial Europea ha publicado un informe repasando el estado de la basura espacial en 2020. Con el paso del tiempo, con más lanzamientos y más presencia lejos de la Tierra, es un problema cada vez más serio, que necesita soluciones…

La basura espacial sigue siendo un problema en 2020

Desde el comienzo de la exploración espacial, la órbita baja de la Tierra se ha ido llenando progresivamente de basura espacial. Poco a poco, la cantidad, masa y región ocupada por la basura espacial va aumentando. Con ello, cada vez es un mayor problema para los satélites que se mantienen en funcionamiento. Desde el primer lanzamiento, en 1957, multitud de cohetes, naves e instrumentos se han lanzado al espacio. En aquella época no había ningún plan sobre qué hacer, para deshacerse de ellos, al final de la misión.

El estado de la basura espacial en 2020
Esta animación muestra cómo podría evolucionar la basura espacial tomando las medidas adecuadas (y sin tomarlas). Crédito: ESA

Uno de los principales problemas, que aumenta la cantidad de basura espacial, son las explosiones en órbita. Son el resultado de baterías y combustible todavía presente en los cohetes y naves. Con el paso de los años, se han tomado medidas para evitarlo, pero siguen sucediendo con cierta frecuencia. Poco a poco, según explican, se está mejorando el protocolo para deshacerse de las naves a final de la misión. Pero es algo que está avanzando muy lentamente. Por ello, desde la Agencia Espacial Europea inciden en la necesidad de evitar más basura espacial.

La agencia busca conseguirlo a través del Programa de Seguridad Espacial. Conjuntamente, añaden, es necesario que los legisladores observen el estado de sus respectivos sistemas espaciales y que se adhieran a los protocolos para reducir la cantidad de basura espacial. En la actualidad, existen algunas guías y estándares para detallar cómo se puede hacer un uso del espacio que sea sostenible. Cubre aspectos como el diseño de los cohetes, reducir el riesgo de explosiones, deshacerse de las naves al final de la misión y evitar colisiones en el espacio…

Algunas empresas y agencias ya están reaccionando

En los últimos tiempos se ha visto como las compañías privadas, y las agencias espaciales, están adaptándose. Sin embargo, consideran que no es suficiente. Desde el inicio de la era espacial, la cantidad de basura espacial no ha dejado de crecer. Algo que además se ve exacerbado por las rupturas de naves y cohetes en el espacio. El área ocupada por estos restos es muy importante, cuanto mayor sea, más colisiones podemos esperar. Hasta el punto de que se convertirá en la fuente principal de generación de basura espacial.

Si todo sigue así, será la fuente principal en lugar de las explosiones en órbita. En las últimas dos décadas, cada año se han producido 12 eventos de fragmentación accidental. Es decir, momentos en los que se genera más basura espacial por colisiones, explosiones, problemas eléctricos o, incluso, piezas que se sueltan de sus objetos debido a las duras condiciones del espacio. La parte positiva es que, poco a poco, cada vez hay más agencias y compañías siguiendo las recomendaciones, intentando minimizar el problema que presentan.

En la última década, la cantidad de naves, y cohetes, que han intentado incluir medidas de mitigación para evitar que empeore la situación ha aumentado. En la última década, del 60 al 80% de los cohetes enviados seguían las recomendaciones para minimizar riesgos. Algunos cohetes partían en órbitas que permitían que reentrasen en la atmósfera con el paso del tiempo. Otros, sin embargo, eran dirigidos directamente a la atmósfera del planeta, permitiendo que se desintegrasen. O, también, permitiendo su reentrada en regiones no habitadas.

Muchos de los objetos ya se desintegran de forma natural

Una de las mejores noticias, para evitar que más allá de 2020, la basura espacial siga creciendo, es que cada vez hay más objetos que se desintegran de forma natural. Muchos cohetes siguen los pasos necesarios para que, tras su lanzamiento, reentren en la atmósfera en un máximo de 24 horas. Además, muchos satélites se colocan en órbitas que también los llevan a desintegrarse por sí mismos. Se encuentran a poca altura de la Tierra, provocando que llegue un momento en el que reentren en la atmósfera y se deshagan, en lugar de permanecer en el espacio.

Concepto artístico del satélite Eolo en el espacio. Crédito: ESA – P. Carril, 2010

Aun así, desde la Agencia Espacial Europea insisten en que es importante que cada vez más cohetes y satélites se adhieran a estas recomendaciones. Especialmente en la órbita baja de la Tierra, que cada vez está más poblada, gracias a la llegada de las megaconstelaciones de satélites, como Starlink. En la órbita geostacionaria, a 35 500 kilómetros de la Tierra, el panorama es mucho mejor. La inmensa mayoría de satélites allí, una vez al final de su misión, son desechados y puestos en otras órbitas donde no supongan un problema.

En general, la conclusión parece que el panorama es mucho mejor que hace una década. Sin embargo, que la basura espacial no se convierta en un enorme problema solo será posible si todos los actores involucrados (agencias, compañías, etc) toman todas las medidas necesarias. A fin de cuentas, como explican desde la propia Agencia Espacial Europea, el espacio es un recurso natural limitado. Si se sigue creando basura espacial, llegará un momento en que será completamente inutilizable. Sería un gran problema para la exploración espacial. Así que esperemos que solo se quede en un escenario hipotético…

Referencias: Phys